jueves, 28 de mayo de 2009

De mi consejera espiritual

Pregúntate
Pregúntate por qué haces lo que haces.
Pregúntate siempre qué te motiva a hacer determinadas cosas.
Profundiza lo más que puedas,
observa lo que sientes y piensas cuando realizas una actividad
y quizá encuentres que tú puedes ser tu mejor escucha,
y tu mejor amigo.

Y luego ella dice que no es filósofa; ¡jo jo jo!

miércoles, 27 de mayo de 2009

El seminarista de Lucifer

Enrique Arias Valencia

¡Jesús para los ateos! Y la salvación llega a quienes no creemos en ella. Me sorprende y alegra este artículo de Dawkins,* pues parece que las afinidades entre él y yo son más estrechas de lo que podría imaginarse. Veamos algunos ejemplos.

Dawkins sostiene que:

“La propia teoría de la selección natural parece calculada para fomentar el egoísmo a expensas del bien público, la violencia, la calculada indiferencia al sufrimiento, la codicia a corto plazo a expensas de las previsiones a largo. Si las teorías científicas pudiesen votar, la evolución con seguridad votaría republicano”.

Si eliminamos los ad hominem,** mi postura consiste en sostener que la selección natural conlleva el darwinismo social, donde los únicos que sobreviven son los más aptos, los genes egoístas, ni más ni menos, es decir, el capitalismo salvaje.

Me resulta muy sabroso recordar con nostalgia cuando Fernando G. Toledo me replicó sobre el particular:

"Puede que al "darwinismo social" se lo considere tal como E. Arias Valencia lo expone, pero en realidad, éste denota una paupérrima comprensión de evolución darwinista".

No obstante, lo que a mí me satisface de este artículo de Dawkins es que, parece, el cientificismo se acerca al irracionalismo, una doctrina que me atrae sobremanera.

Creo que ni Dawkins ni yo convertimos el darwinismo social en nuestra ideología, pero sí creemos que del darwinismo se deriva una sombría cosmovisión.

¿Será que tanto Dawkins y yo tenemos una opinión sobre el darwinismo, que amén de ser “paupérrima”, es acertada? ¿Qué tan equivocado estoy con respecto a mis conclusiones sobre la ciencia? Para hablar en términos que coquetean con el materialismo filosófico, hay géneros de teorías, o niveles de comprensión del mundo, y que el mundo se comporte darwinistamente en el nivel natural o físico, es algo que no interfiere en el nivel moral del mundo. Habría, pues, una Moral 1 o M1, digamos, darwinista, una Moral 2 o M2, digamos “humanista”, etcétera. Seguro que hasta se han encontrado con aquellos que plantean una vida más allá del bien y del mal, o sea, una vida extramoral. ¡Una cocina de morales!

Dawkins es más precavido que yo, y recomienda un procedimiento culinario lento y cuidadoso para presentar su argumento. En ese procedimiento, Dawkins le encuentra un uso a la religión:

“Al menos en las enseñanzas que se le atribuyen, Jesús se demostraba partidario de la bondad, y fue en realidad uno de los primeros en hacerlo”.

Luego, el cristianismo incluye en sus enseñanzas la práctica de la bondad. Yo encuentro esa bondad en la cohesión social. En otro sitio he dicho que conozco a un ateo que de vez en cuando va a misa a escuchar a un coro. Recientemente le pregunté del porqué de su actitud, y me contestó: “A misa no vengo a buscar a Dios, sino a encontrarme con mis semejantes.

En al menos un punto, Dawkins es audaz, y plantea sin tapujos el carácter moral del bien a la luz del darwinismo:

“Digámoslo más rotundamente. Desde un punto de vista darwinista, o meramente racional, la bondad en el ser humano es una simple idiotez”.

Yo sólo apostaría a que ése es el punto de vista darwinista, sin comprometer al racionalismo en este asunto. Ahora, pregunto: ¿de dónde proviene la bondad del ser humano? He ahí la paradoja: somos buenos a pesar de la presión de nuestros genes. Yo no he encontrado una respuesta satisfactoria para el problema del bien, ahora me limito a admitirlo sin problematizarlo.

En su blog, Fernando G. Toledo ha dicho: “Lo de Dawkins en este escrito no tiene ni pies ni cabeza”. Sabida es mi orientación irracionalista. Y ahora, Dawkins irracionalista. ¡Vivir para ver!

Me parece que la postura de Dawkins en “Ateos por Jesús” consiste en aceptar que la religión puede tener un uso para propagar el bien, y que ha llegado el tiempo de atender más a nuestras semejanzas que a nuestras diferencias. Esto sin menoscabo de quienes sostiene que Dawkins quiere meter el ateísmo por la puerta de atrás. Es un ateísmo de segunda categoría, y que tiene el sabor de lo absurdo: ateísmo científico y ateísmo irracionalista se dan la mano en este delicioso artículo. Por eso, mucho de lo que firma Dawkins yo también lo firmo.

Yo sí me pondría la camiseta: “Ateo por Jesús”, en tanto que modelo de bien.

*Como lo leí en Razón Atea por eso remito a ella como fuente. Por cuestiones de tiempo, no suelo leer La Media Hostia.

**Para hacer más rizado el rizo, no hay que olvidar que el ad hominem iba dirigido a Richard Dawkins. Aquí el argumento original, sin enmiendas:

La pregunta crucial es ésta: si, como el mismo argumento de Dawkins admite: “la ciencia no es proveedor de criterios de moralidad”; luego entonces ¿de dónde saca Dawkins la autoridad moral para afirmar que la religión es “la raíz de todo mal”? ¿De la ciencia? Al negarle autoridad moral a la ciencia, y al condenar a la religión, la supuesta doctrina moral de Dawkins carece de fundamento. Si Dawkins fuera congruente con su visión de la ciencia y sus argumentos, lo que debería defender sería en todo caso, el darwinismo social, donde los únicos que sobreviven son los más aptos, los genes egoístas, ni más ni menos, es decir, el capitalismo salvaje al que se oponen Benedicto XVI y cualquier hombre sensato y moral. Y entonces, la ciencia dawkinsiana sí sería proveedora de una peligrosa moral.


Ojo: he abjurado ya del adhominem, pero lo muestro como documento histórico. Fue Fernando G. Toledo quien me batió para que yo admitiese que Dawkins no deriva su moral de su ciencia...

viernes, 22 de mayo de 2009

Ante el volcán


Enrique Arias Valencia

Una catarina de belleza inusitada, carmín encendido, atrapa mi mirada. De pronto, el poema se interrumpe, o mejor dicho, cambia de tono: la tierra tiembla. El fenómeno me sorprende en una ladera, ascendiendo el volcán Teuhtli, desde la cara que mira a Villa Milpa Alta.

Sé que los ateos no debemos tener ciertos sentimientos, pero ahora estamos solos yo y mi alma. Es así que mientras dura el movimiento, me invade una sensación de misticismo: no se escucha ni un solo ruido, pero siento cómo se balancea el terreno. Algunas pequeñas rocas se deslizan con una suavidad surrealista: lo hacen mudas, sin encontrar con qué hacer ni el más leve murmullo. Ni un solo sonido, sólo mi corazón que late con fuerza, rendido al supremo poder de la naturaleza. Es un temblor que me comunica con el silencio primordial, con la nada. Hasta ahora, los temblores de los que había tenido experiencia habían sido en comunidad. Ahora, esta soledad buscada me premia con una oscilación que podría traerme la muerte.

Hace unos días le confesé a mi consejera espiritual que me parecía que mi vida no tiene sentido. ¿Y si fuese aquí, despeñándome desde este solitario paisaje, como todo terminara para mí? Allá está el camino horizontal que la lava labró en el volcán. Hubiese bastado que el terremoto me hubiese sorprendido ahí, para que mi caída hubiese sido mortal.

En vez, de eso, alcanzo la cima. Rodeo el cráter, descubro al guardabosques de Tulyehualco, quien me pregunta que cómo me fue con el temblor. Platicamos brevemente sobre el caso; él me asegura que en el volcán no se sienten los terremotos, que éste había durado veinte segundos, y que estuvo muy duro.

Desde la cumbre pueden verse San Antonio Tecómitl, San Francisco Tecoxpa, San Jerónimo Miacatlán, San Agustín Ohtenco, San Juan Tepenahuac, Villa Milpa Alta, Santa Ana Tlacotenco, San Lorenzo Tlacoyucan, San Pedro Atocpan, San Pablo Oztotepec, San salvador Cuauhtenco y San Bartolomé Xicomulco. Al darle la vuelta al cráter, aparecen San Gregorio Atlapulco, San Luis y Tulyehualco, En lontananza, se distinguen Iztapalapa, Xico y Mixquic. De manera macabra, la bruma cubría la ciudad de México. ¿Habría desaparecido, devastada por el temblor, en tanto que el volcán Teuhtli soportó heroico su embate?

El guardabosques me facilita instrucciones para que yo pueda bajar al cráter del Teuhtli de la mejor manera. Una vez ahí, literalmente el volcán me rodea por completo. Es la primera vez que estoy en el centro del cráter. ¡Lo que hubiera dado porque el temblor me sorprendiese aquí! ¡Solo, en un volcán! Incluso, morir tragado por la tierra del Teuhtli durante la sacudida. ¡Qué poético! Pero la vida, mi vida, hace mucho tiempo que dejó de ser poética…

viernes, 15 de mayo de 2009