viernes, 19 de diciembre de 2008

In & Out

Éste es el símbolo de la Campaña Out:



Y éste es el símbolo de la Campaña In:



La invitación es a que te unas a lo In, y dejes lo Out.

jueves, 18 de diciembre de 2008

Definición comprometedora

Una definición sólo es el retrato hablado de un concepto.
Enrique Arias Valencia

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Silogismos del paladar

Enrique Arias Valencia

Todo lo valioso es insípido.
El agua es valiosa.
Luego, el agua es insípida.

¡Ups! ¡Que no lea esto mi directora espiritual, porque ayer le dije que su enseñanza es valiosa!

¡Doble ups! ¡Que no lea esto un racionalista, pues quizá creería que mi monumento estético es una deshonra de la lógica!

¡Triple ups! ¡Que no lea esto un poeta, pues quizá creería que mi razonamiento lógico es una deshonra de la estética!

Para los demás: léanlo, y disfrútenlo.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Arte y cosmética

Enrique Arias Valencia


El arte sobreviene para salvarnos de la
verdad.
Nietzsche



Nietzsche nos dice que tenemos el arte para soportar la verdad. Si la realidad es fea, quizá le venga bien un maquillaje. Por lo tanto, el arte es el maquillaje que bien le va a la realidad. Aunque, en mi opinión, lo que le urge es una cirugía plástica, pues la realidad es espantosa, y no hay ya arte que pueda disimular su terrible repugnancia. Más arriba cité a Nietzsche cuando sostiene que el arte es un salvador. Por mi parte, si bien yo no me arrodillo frente a Dios, sí soy capaz de postrarme frente al arte. Soy por lo tanto, un dionisiaco idólatra; no obstante, ahora que Apolo intenta atemperar mi mente, me asalta una inquietante duda: cuando el arte mismo se vuelve insoportable, ¿quién nos salvará del salvador?

viernes, 12 de diciembre de 2008

De lynguylylynguy

Enrique Arias Valencia

Este argumento es lynguylylynguy.
Nada de lo que es lynguylylynguy es longololongo.
Todo lo que es válido, es longololongo.
Por lo tanto, este argumento no es válido.
Y sin embargo, lo es.

El teorema de Gödel:

PROPOSICIÓN VI. “A toda clase c de fórmulas w-consistente recursivas le corresponde una clase-signo r tal que ni v Gen r ni Neg (v Gen r) pertenecen a Flg(c), donde v es la variable libre de r”.


Teoremas del argumento lynguylylynguy

La proposición VI es longololongo.

La proposición VI se refiere a todas las clases c de fórmulas w-consistente recursivas.

El argumento lynguylylynguy pertenece a las clases c de fórmulas w-consistente recursivas.

El argumento lynguylylynguy es recursivo.

El argumento lynguylylynguy corresponde a una clase-signo r tal que ni v Gen r ni Neg (v Gen r) pertenecen a Flg(c), donde v es la variable libre de r.

Sustitución:

Sea v "la validez del argumento lynguylylynguy".

Por lo tanto:

El argumento lynguylylynguy corresponde a una clase-signo r tal que ni la validez del argumento lynguylylynguy Gen r ni Neg (la validez del argumento lynguylylynguy Gen r) pertenecen a Flg(c), donde la validez del argumento lynguylylynguy es la variable libre de r.

Sea Gen r "afirmar"
Sea Neg "Negar"
Sea pertenecer a Flg (c) "poder decidir"


El argumento lynguylylynguy corresponde a una clase-signo r tal que ni afirmar la validez del argumento lynguylylynguy ni negar la validez del argumento lynguylylynguy pueden decidirse en el sistema, donde la validez del argumento lynguylylynguy es la variable libre de r.

Por lo tanto:

El argumento lynguylylynguy es una proposición formalmente no decidible.

Por lo tanto:

El argumento lynguylylynguy se refiere a La proposición VI.

Salve, Silvia tu memoria

Enrique Arias Valencia

«Primero se llevaron a los judíos,
pero como yo no era judío, no me
importó.
Después se llevaron a los comunistas,
pero como yo no era
comunista,
tampoco me importó.
Luego se llevaron a los obreros,
pero
como yo no era obrero, tampoco me importó.
Más tarde se llevaron a los
intelectuales,
pero como yo no era intelectual, tampoco me
importó.
Después siguieron con los curas,
pero como yo no era cura,
tampoco me importó.
Ahora vienen por mí,
y ya es demasiado
tarde».
Bertolt Brecht

La partida de Silvia Vargas de esta tierra es un acontecimiento que nos exige pensar más allá de formalismos, y actuar más allá de buenos deseos.
En el concierto para violín de Alban Berg A la memoria de un ángel se nos ofrece la esquela musical de Manon, la hija de Alma Schindler y Walter Gropius. Ahí se rinde homenaje póstumo al frágil retoño de una de las mujeres más bellas y famosas de la Europa posromántica. Su partida, como la que ahora nos ocupa es un llamado a buscar lo que tenemos de humano, más allá de referencias ideológicas.
La descomposición de la sociedad es un asunto que a todos nos atañe. Hoy sabemos que otro ángel ha partido, pero la música sobra, pues la gravedad del asunto nos exige abandonar la partitura para tratar de encontrar nuestro corazón, perdido entre toneladas de axiomas legales y preferencias críticas.
En un poblado perdido entre las faldas del Ajusco, seres sin rostro ni identidad ocultaron el cadáver de una joven que fue buscada sin descanso por sus desesperados padres.
El panorama es preocupante. Lo único que nos resta es fortalecer nuestra fe en que, algún día volverá a brillar lo auténticamente valioso en el horizonte social. Y esto último sólo puede conseguirse con un enorme grano de arena que podemos aportar si a nuestros hijos les enseñamos a buscar aquello mismo que nosotros estamos buscando: un mundo en donde se pueda vivir en paz.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Oración a un Dios inexistente

Vamos Dios, sé tú mi cómplice. Olvida que no existes, y ven conmigo a jugar con audacia en este mundo maravilloso.
Enrique Arias Valencia

miércoles, 3 de diciembre de 2008

De la no transmutación de todos los valores del meme

De la no mutación del meme

Christian y Äriastóteles Platónico

He tardado mucho en desarrollar la capacidad de contagio, pero aquí va.
El meme es "la unidad teórica de información cultural transmisible de un individuo", ésta es palabra de la Santa Wikipedia.

Le agradezco a Christian por haberme considerado en su lista de 3 bitácoras transmisoras de un meme consistente en escribir tres cosas que me hacen feliz, y enviar el mensaje a tres bitácoras.
Entonces,

3 cosas con las que puedo hacer felices a los demás:
1. Recomendarles leer a Nietzsche, ya sea para odiarlo o para amarlo. (Mamma mia!, Meme mío)
2. Comunicarme más y mejor. (Meme de Christian)
3. Saber decir "gracias". (Meme de Christian)

Mis 3 bitácoras propuestas para transmitir el meme:
Filoletras 2: http://groups.msn.com/Filoletras2/general.msnw
Filoteras 3: http://groups.msn.com/filoletras3/general.msnw
Caracol de fuego: http://caracoldefuego.blogspot.com/

martes, 2 de diciembre de 2008

Cáncer de la carroña inculta

Enrique Arias Valencia

La vida es una broma pesada que nos gastan los dioses. A veces podemos reírnos de ella; en otras ocasiones, quizá las más, somos nosotros de la broma, la materia, y los dioses se ríen de nuestra desavenencia. Ésta es la nueva maldición del ministerio del interior, pues hoy murió aquel que en su día prohibió a su hija leer Aura, por considerar que era una obra inconveniente para una mozuela. Desde su trono, el otrora gran ministro dictó una muy absurda y oscurantista sentencia contra la cultura. Pareciera que los dioses quisieran gastarnos una broma, pues en luminoso contraste, hace apenas unos días su brillante tocayo fue celebrado por su obra entera, y hoy todo el mundo festeja al creador de Aura; y es así que al otro tío sólo nos resta despedirlo en medio de nuestro brindis porque algún día le den el Nobel a aquel que nos ha sabido deleitar con su literatura.

Por lo tanto: la vida es una broma pesada. Ríete de ella. Y que el azar y el error sean piadosos con vos.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Invitación atea

Fernando G. Toledo ha traducido y publicado en su blog una bella versión al español de Ozymandias, del ateo Percy Bysshe Shelley. La recomiendo altamente.
Hace tiempo, El Predicador Malvado también se ocupó de Shelley.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Nobel delicioso

Enrique Arias Valencia

“No sabemos lo que Dios tiene determinado, esperemos su sentencia”.
Los informantes de Fray Bernardino de Sahagún,
Historia general de las cosas de Nueva España

A decir verdad, no había gozado tanto con un Nobel de Literatura desde que al mágico García Márquez lo habían distinguido con tan preciado galardón. Quizá ya sepan que soy enemigo del racionalismo, si bien por mi imprudencia pasada siempre me será necesario aclarar que ahora soy enemigo de sistemas y en ningún caso de personas. Y esto lo resolví porque nunca he conocido a un hombre que no fuese un diamante. De hecho, algunos hasta me han herido con sus aristas. Y fue por mi encono con la altiva razón que me congratuló saber que este año le tocó a Jean-Marie Gustave Le Clézio recibir el premio más mítico de todos, pues Le Clézio es un agudo y certero crítico del racionalismo occidental.
Por todo lo anterior no pude aguantarme las ganas de salir a comprar con mis escasísimos ahorros El sueño mexicano o el pensamiento interrumpido, y la Musa decretó que la recompensa fuese grande y el regocijo instantáneo. En certero contraste con los áridos relatos de factura racionalista e incluso arqueológica, que quisieran mostrar la historia de Mesoamérica como una simple línea recta de sencillo silogismo, Le Clézio nos ofrece una sustanciosa cosmogonía de la ensoñación que forjó la magia prehispánica con todo su trágico despliegue: desde Coatlicue hasta Cortés. Toda una gigantomaquia de los indígenas de México. Veamos un fragmento de la obra del escritor galo, en una traducción de Tomás Segovia:

“La tragedia de esa confrontación está entera en ese desequilibrio. Es la exterminación de un sueño antiguo por el furor de un sueño moderno, la destrucción de los mitos por un deseo de poder. El oro, las armas modernas y el pensamiento racional contra la magia y los dioses: el resultado no hubiera podido ser diferente”.

Tengo que confesar que algunas de las tesis de Le Clézio me despiertan pundonor; pues proponer que Hernán Cortés es el fundador del colonialismo occidental me resulta embarazoso, en vista de mi sempiterna simpatía por el hombre que se atrevió a conquistar el Nuevo Mundo. La empresa de Cortés no es cualquier cosa, mira que tener un pie en la Edad Media y otro en el Renacimiento fue una labor de equilibrista envidiable, cuantimás si recordamos que Cortés tuvo que practicarla con las manos ocupadas por un par de armas de fuego, la cintura de doña Marina, los pesados sacos de oro y los grilletes con los que apresó a Moctezuma. Pero si la saeta alcanza a la razón, bienvenida sea la lanza que atraviesa a Cortés.* Es así como con Le Clézio repasamos los mitos, la magia y el colorido sangriento del pueblo de México, que el flamante Nobel sabe retratar con el pincel del más sincero pesimismo luminoso [ahora en la traducción de Mercedes Córdoba y Tomás Segovia]:

“La muerte está siempre presente en las artes de México: gesticulante, como en el Tzompantli, el muro con los cráneos de los sacrificados; grotesca, como en las efigies de la fiesta de los muertos o en los grabados de Posada, o bien extática como en la entrada de los guerreros muertos en combate en la Morada del Sol”.

Le Clézio nos descubre que la derrota del pueblo mexica a manos de los españoles fue el triunfo del racionalismo mecanicista, que se reveló colonial y esclavista, aun en nuestros días. ¿Esperábamos los mexicanos la desgracia? El mito de Quetzalcóatl nos preparó para lo inevitable: la materia es más fuerte que el espíritu; pero la verdad que el mito revela es más poderosa que la así llamada verdad del racionalismo:

“Ese silencio que se cierra sobre una de las más grandes civilizaciones del mundo, llevándose su palabra, su verdad, sus dioses y sus leyendas, es también un poco el comienzo de la historia moderna. Al mundo fantástico, mágico y cruel de los aztecas, de los mayas, de los purépechas, va a suceder lo que llamamos civilización: la esclavitud, el oro, la explotación de las tierras y de los hombres, todo lo que anuncia la era industrial”.

Tras leer líneas como la anterior, a mí no me cabe la menor duda de que un racionalista ideal, como lo fue Hernán Cortés y como lo es el científico promedio de la actualidad, es una persona con capacidades diferentes: ciega a la magia, muda al asombro de lo sagrado y sin gusto por los ídolos taumatúrgicos. El racionalista ingenuo nunca será capaz de admitir que ha percibido el rabioso aguijón del mundo, aun cuando éste le haya ya emponzoñado la sangre.
El ojo de Jean-Marie Gustave Le Clézio es más agudo que el del racionalista ideal porque el escritor crítico, existencialismo viajero mediante, siempre estará preparado para percibir la palpitante raíz del mundo. Le Clézio nos conduce por un sendero onírico que nos devuelve, por un instante de lectura, toda la fama y la gloria de un pueblo cuyo pensamiento, si bien interrumpido, de vez en cuando sabe despertar para soñar más allá del sueño mismo. Después de todo, mientras el Nobel de Literatura no se lo den a los racionalistas, en el mundo bien puede brillar la esperanza.

* Y a la casi inversa, si apareciese alguien que quisiera defenestrar una certera diatriba contra la genialidad con tal de criticar al irracionalismo, yo no me sentiría molesto por tal osadía.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Murió Mouriño inmolado allende Molino del Rey

Enrique Arias Valencia

Engalanado con ricas prendas y collares, ungido con óleos de aroma celeste, el absoluto y omnipotente Dios de faz a todos lados vuelta, resplandecía de manera tal que si mil soles brillasen juntos en el firmamento, sería su luz tan sólo penumbra de la esplendorosa gloria de aquella alma, grande entre las grandes.
Bhagavad Gita


Cuando tomé mi primera teta, él aún no había nacido. Más tarde, cuando yo todavía era un bebé, él también era un bebé. Por eso, a veces he llegado a pensar que yo soy Uh-Hunapú y él era Ixbalanqué. Y sin embargo, cuando para mí era de noche, para él fue el Sol fatal que le arrebató la vida en el fasto de las llamas de un sacrificio ritual del que seguramente nunca pensó ser la indispensable víctima.
Cuando yo aprendí a leer y escribir, él aprendió a leer y escribir. Cuando yo terminé la preparatoria, él estaba preparado para una carrera, en verdad, meteórica; pues sólo al final su vida se reveló como trágica. El hasta ayer secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño Terrazo es el héroe eternamente desgraciado que no verá los frutos de su trabajo; cual nuevo Moisés, sólo pudo vislumbrar de lejos la tierra prometida.
¿Quién podría pensar que tras de su gallarda apostura se encontraba agazapado el aguijón del órgano del mundo, siempre invisible para los racionalistas? Pero el pueblo, sabio sempiterno, y más sabio que el tío Dawkie, lo sabía, y fue entonces cuando un ancianito me dijo, frente a los calcinados despojos: “Ansí descendió nuestro señor Guatemuz, ansí con fuego e lumbre que venía anunciando la caída del cielo”. Y no puedo menos que darle la razón al señorcito.
Con vergüenza, un racionalista debería confesar que sólo alcanza a ver el corazón palpitante del mundo cuando, según él, se incurre en una falacia. Pero una falacia dictada por las Musas es más verdadera que la verdadera verdad verdadera, y de esta manera, en el caso que ahora nos ocupa, Mouriño muere inmolado frente al altar que él mismo quiso, en opinión de los inescrutables dioses, deshonrar.
Es así como Mouriño, quizá sin saberlo, candor del político mediante, revivió el mito de Prometeo, en una tierra en la que en vez de Zeus, quien reina es Huehuetéotl; y no pagó con su hígado, sino devorado entero por el fuego que quiso arrebatar a los dioses, y por eso ayer fue sancionado. Su nave, brida de Faetón desbocada, se precipitó ardiente al mundo sublunar de los munícipes inocentes. A mí no me cabe la menor duda de que el petróleo, no sólo es la sangre del diablo; sino que es la negra sustancia de los aun más oscuros designios de un dios embravecido, siempre sediento de sangre y sacrificio.
No, no me malinterpretéis como los racionalistas de Toledo: lo que quiero sostener es que la estructura del mundo, con sus huesos, es mágica: un gesto del cielo es más veraz que cualquier malhadado pilotaje silogístico. Por lo que alcanzo a ver, el astuto artífice privatizador del petróleo mexicano se desplomó frente a la Fuente de Petróleos, pirotecnia de espíritus, conspiración de astros, como una señal de que todo, absolutamente todo lo que sigue, es capricho de los dioses. Por eso, no estoy conforme con lo que los dioses decretan, no les creo; pero desde mi punto de vista no creer en los dioses no significa que los dioses no existan; sólo quiere decir que en los dioses, sobre todo Huehuetéotl, no se puede confiar. Es así que yo nunca he estado de acuerdo con la voluntad de los dioses.
Los restos de Mouriño fueron trasladados al Servicio Médico Forense. Quienes conocen el edificio, recordarán que el Anfiteatro -nunca antes mejor dicho- es presidido por una estatua de Coatlicue, diosa del Universo, la Tierra del teatro de la unidad de lo diverso. Sabido es de todos que el otrora secretario de Gobernación, no vio la primera luz al amparo de nuestros dioses. Ahora es recibido por ellos para llevarlo a uno de los tres destinos del inframundo. ¿Quién puede saber lo que Mictlantecuhtli le deparará ahí?
La suerte de Juan Camilo fue la de un héroe que se sacrifica por aquello en lo que cree; la mía, hasta el momento, Dios dirá después, es la de ser un cierto bufón divino. En fin, en México componemos calaveras a los políticos para celebrar el día de muertos. Que el Cielo me asista para que esta calaverita tardía sea entendida en su contexto iniciático-esotérico, y no en un vano contexto racional-racionalista:

Ya murió Mouriño,
Ya lo llevan a enterrar.
Murió frente a la fuente
De aquello mesmo que
Pretendía privatizar.

jueves, 16 de octubre de 2008

Tercera abjuración (revisada)

Hace una año, ya. Para celebrarlo:

La abjuración o The Är Delusion

Enrique Arias Valencia

Éste que lees, argumento desleído
es tan sólo un falso silogismo de Äriastóteles
es réplica inútil, insano manierismo
que de los sabios y los poetas, parodiando los primores,
es delirante engaño sinsentido.
¿Es una silva renuente a ser cuadrada?
¿Acaso es el infinito capaz de contraerse?
Galante, él alega que es un Galileo algo incomprendido.
Sentencia, pues, prudente juez:
si a los locos los queman por locos, que lo quemen.
Es argumento contra el hombre,
es una pretendida nota fulminante.
¡Es una blanda navaja desafiante!
En realidad es un acorde disonante.
Pórfido pérfido que se fía
salir al paso con algún portento.
Gigantes combatió el Quijote
Gigantes combatió este intento.
Por tanto, éste, en quien la autolisonja ya pretende
excusar de sus nulas lecturas los horrores,
sin vencer nunca de don Fernando los rigores.
¡Que Dawkins se conforme con sus memes,
pues yo lo único que digo son memeses!
Éste argumento que quiso triunfar con insensatez y con prejuicio,
es un vano pensamiento descuidado,
y es por lo tanto un relámpago inútil que resuena en el vacío.
En este espejo reconozco al monstruo:
Soy yo: es un afán caduco y mal intencionado.
Soy yo: es nube de Úbeda al viento de tormenta emponzoñada:
es un mestizo incitante y falaz, no es argumento.
En consecuencia:
es una necia Carabela errada,
que quiso descubrir un Nuevo Mundo
cuando es tan sólo la cárcel carcajada de la Nada.

lunes, 13 de octubre de 2008

¿Ha dicho verdad?

Enrique Arias Valencia


Busqué la ciencia, y me enseñó el vacío.
Logré el amor, y conquisté el hastío.
¡Quién de su pecho desterrar pudiera,
la duda, nuestra eterna compañera!
¿Qué es preciso tener en la existencia?
Fuerza en el alma y paz en la conciencia.
Ramón de Campoamor

Mi padre no sólo procuró inculcarme el cristianismo, sino que más importante aún, me transmitió la sabiduría popular, mucho más vieja que la religión católica y mucho más respetable que el ateísmo. Pues el ateísmo y la religión, siempre pendencieros, no pueden llevarnos muy lejos si nuestro afán es la felicidad.
La sabiduría popular es una tradición, por eso, se burla de las modas, como lo son el racionalismo estricto y la religión esclerotizada.
A los refranes, expresión del Evangelio popular, dicho a la breve, todos los hemos escuchado alguna vez; pero yo hice de uno de ellos mi enseña y mi lema, porque su esplendor verdadero es más útil que saber si el hombre procede o no del mono, o si Adán y Eva fueron literalmente “nuestros primeros padres”. Bien miradas, las dos posturas anteriores son graciosas porque ambas, sin mucho garbo, reivindican ser verdaderas.
Así, el refrán se sitúa más allá de creencias caducas y novedades biológicas, para situarse en el más acá de la realidad real de la vida cotidiana.
Hay quienes están obsesionados con sus orígenes. Trazan sus árboles genealógicos con paciente esmero. Es el esplendor del apellido. A mí me resulta indiferente descender del mono por parte de padre o por parte de madre. De hecho, mi postura la tomo de Nietzsche: las preguntas por el origen son falaces, pues siempre desembocan en un mito de origen. Falacia: eso sí que es un punto de partida divertido.
Pues la sabiduría popular lo sentenció hace ya mucho tiempo, y Ramón de Campoamor, el educado eco del pueblo lo volvió poema: “En este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira, pues todo es según el color del cristal con que se mira”. Por cierto, a mí me gusta más recitarlo como: “En este mundo falaz…”
¿Cómo no ser relativista con tan sabia exposición? ¿Cómo no rendirse a la medianía, a la ausencia de partido, a la renuncia a la verdad y a la mentira? Quizá fue en la cuna cuando mi padre me recitó por vez primera los versos completos de las “Humoradas”, cuyo final volví a escuchar varias veces a lo largo de mi vida sólo como refrán, como pequeño Evangelio, como compendio de un mundo nuevo. Mucho antes de que la ciencia apareciese en mi educación, tal vez camino del catecismo, de la mano de mi padre, antes de que Jesús y Dawkins pudiesen disputarse mi corazón, nimbo infantil de por medio, el refrán me ganó el alma con su sabia e irónica sentencia.

domingo, 12 de octubre de 2008

¡Dios mío!

Enrique Arias Valencia

“Porque de la abundancia del corazón habla la lengua”.
Mateo 12: 34

Si mal no recuerdo. Richard Dawkins reconoce que cuando se pincha un dedo, bien puede soltar una expresión como “¡Dios mío!” Mis lectores recordarán mi opinión sobre este caso aquí.
Pues bien: hace unos días pude comprobar que quizá nuestras exclamaciones impensadas pueden abrirnos las puertas del cielo y del infierno. En el atestado metro, un fornido jovencito venía tomado de la mano de su novia. Por sus movimientos semejaba al Titanic, decidido a colisionar con un iceberg, y cuando pasó junto a mí, chocamos hombro con hombro. Les juro por Dios que el golpe me dolió hasta el alma, pues como les dije, aquel chico era un fortachón.
En tanto que en la misma situación seguramente Dawkins hubiese soltado un “¡Jesús, María y José!” yo no me aguanté las ganas de exclamar un muy irracional pero bien sentido “¡Imbécil!”, y hasta giré la cabeza ante mi seguramente involuntario agresor.
El joven, de inmediato, asumió una actitud de reto, y me dijo algo así como “¿Qué dijiste?”
No podía explicarle que mi exclamación sólo fue un acto reflejo por el dolor sentido, como cuando Dawkins dice: “¡Dios mío!” al soltarse un martillazo en el dedo. Que en realidad no era nada personal, simplemente eran palabras que exteriorizaban mi malestar y enojo de una manera irreflexiva.
Es así que recordé los sabios consejos de Los Maestros Ascendidos y mirando a los ojos al chaval, me disculpé de la siguiente manera: “¡Perdóname, sé que eres todo un hombre!”
Afortunadamente el muchacho demostró que sí es un hombre responsable, pues se calmó, manifestando que los seres humanos tenemos un espíritu de nobleza, y él siguió su camino, y yo el mío.

sábado, 11 de octubre de 2008

Si ésta es una pregunta, responda (Ixmiquilpan 1)

Clic en la foto para ampliarla

Enrique Arias Valencia



"La ciencia es la poesía de la realidad".
Richard Dawkins

La realidad es una poesía sin ciencia. La pintura que está arriba, ¿corresponde a un mural prehispánico o narra una historia cristiana? Si yo renegase de los valores representados en la obra mostrada arriba, ¿renunciaría al cristianismo o a la religión mesoamericana? Si ésta es una respuesta, califique.

Éste es el detalle de una enorme pintura mural en el templo de Ixmiquilpan, en el estado de hidalgo. Un guerrero con traje de felino pardo somete a su rival quien, semidesnudo, ostenta un casco que recuerda a un jaguar. El guía del lugar sostiene que es la lucha entre el bien y el mal. Es muy curioso que aunque la pintura fue ejecutada con base en la tradición indígena, en ninguna parte del mural aparecen motivos religiosos prehispánicos. Tampoco se encuentran elementos católicos. Es, digamos, un esfuerzo muy laico sobre un tema que puede interpretarse en términos muy metafóricos: la guerra. Confróntese con el mural titulado "La batalla", de Cacaxtla.


La definición de la fotografía de arriba es muy buena gracias a que la foto fue tomada por mi consejera espiritual con una cámara digital.

viernes, 10 de octubre de 2008

Una preguntita


Como muchos jacobinos, Richard Dawkins dice que los gestos religiosos deberían reservarse al ámbito privado, y nada de que los niños aprendan dichos gestos de parte nuestra. Yo tengo una duda. ¿Estoy o no rindiéndole culto a esta escultura? ¿Se trata de la imagen de un dios, un ídolo o una obra de arte? ¿Puedo rendirle culto al arte? ¿Deberían los niños aprender mi amor por las imágenes? ¿Hay alguien a quien adorar? ¿No será que una imagen artística vale más que un vano silogismo?
Enrique Arias Valencia

jueves, 9 de octubre de 2008

DAWKINS REDONDILLAS

Enrique Arias Valencia

Miren que si la Madre Juana me pillase con éstas, seguro me reclamaría. El objetivo de este trabajo es celebrar mi primera discusión con un ateo racionalista en la web, el martes 9 de octubre de 2007 a las 5:11:00 PM.

Richard Dawkins necio que acusáis
a los dioses sin razón
sin ver que vos mismo sois la ocasión
de lo mismo que culpáis.

si Dios no existe, nada puede hacerte;
luego entonces lo que te molesta
no es lo que Dios no te hace
sino cómo tu prójimo te desdeña.

Más que ateo eres enemigo
de tus enemigos
lo cual es volver mal con mal,
es una tautología.

Y Dios es tan presente en mi vida:
es por eso que yo no puedo ser ateo
porque de Dios lo que no soporto
es que no soporto sus desdeños.

Decís con presunción necia
que no hallas al que buscáis
y no quieres que los demás
lo busquen, pues crees que es vano.

¿Qué genio puede ser más paradójico
que el que, ausente de tacto,
él mismo empaña el espejo
y afirma que no está claro?

Opinión ninguna gana,
aquel que sabe que no quieres
que a mis hijos enseñe el Padrenuestro
pues según tu parecer es crimen.

Con los cristianos eres incoherente:
te quejas si te tratan mal
y te burlas si te quieren bien.
Ingratos si te rechazan; livianos, si te levantan.

¿Y qué es lo que nos ofreces a cambio?
Un universo inmisericorde
y una ciencia incomprensible.
Yo seré indiferente a este cortejo insufrible.

miércoles, 8 de octubre de 2008

¿Quién tiene razón?

Enrique Arias Valencia

Dawkins sostiene que enseñar religión a los niños es abusar de ellos, porque los niños todavía no pueden elegir.
Yo sostengo que Dawkins inadvertidamente abusa de los padres porque estos sólo pueden inculcar en sus hijos aquellos valores en los que en verdad creen.
¿Cómo podría un padre inculcar en su hijo valores en los que el propio padre no cree? Si para mí el secularismo no es un valor, ¿puedo enseñárselo a mi hijo? ¿Puedo dar lo que no tengo?
Sin embargo, para quienes crean que no estoy de acuerdo con el argumento de Dawkins y sí de parte del mío, me gustaría señalar en contra de mi postura inicial, pero no a favor del argumento de Dawkins que me parece que en el fondo, este problema tiene la misma forma que la paradoja de Euatlo, que según mi parecer consiste en que no se puede saber quién tiene razón, porque ambos la tienen y ambos están equivocados.
Sin embargo, sospecho que la idea de Dawkins tiene un defecto que la hace fallar, y es que en la realidad real, la educación de los hijos recae en los padres, a menos que se instaure un estado totalitario que confisque a los hijos para que sean adoctrinados en la nada inocente postura secularista.
Por lo tanto, creo que es imposible educar un hijo sin apostar por la creencia de que lo que le estamos inculcando es correcto, si bien, es falso que sepamos la respuesta de antemano. Es decir, Educar a un hijo es arriesgarse a que las cosas salgan mal, y casi siempre salen mal. Y si creen que me equivoco, pregunten a los niños que son maleducados por sus padres, y que según la muy idealista y exagerada visión de Dawkins, serían víctimas de maltrato infantil. A continuación, aquello que les decía de Euatlo.

¿Quién tiene razón?

En cierta ocasión el filósofo Protágoras aceptó instruir en retórica al joven Euatlo con el fin de que éste último llegara a ejercer la abogacía; Euatlo convino con Protágoras en que el alumno pagaría al maestro en cuanto Euatlo ganara su primer pleito.
Sin embargo, una vez hubo terminado su formación, Euatlo decidió que no iba a ejercer la abogacía y según él, por lo tanto, no tenía por qué pagar nada a su maestro. Protágoras lo demandó arguyendo que si el filósofo ganaba el pleito, Euatlo le debía pagar por mandato judicial; y si Protágoras lo perdía, Euatlo debía pagar según los términos pactados. Sin embargo, Euatlo aprendió un poco de las enseñanzas que recibió de su preceptor, porque replicó que si Protágoras ganaba el pleito, entonces el propio Euatlo no tenía por qué pagar según los términos del contrato, porque ahí se estipulaba que el alumno sólo pagaría al maestro cuando aquél ganara su primer pleito; en tanto que si Euatlo ganaba el pleito, entonces no tendría que pagar nada en virtud de la sentencia judicial.

domingo, 5 de octubre de 2008

¿Lo envenena todo? ¡Que si yo lo sé!

Enrique Arias Valencia


Extrañarte es mi necesidad
Vivo en la desesperanza
Desde que tú ya no vuelves más.
RBD: Sálvame

Si la religión lo envenena todo, yo quiero un trago de ese veneno conocido como el Magnificat de Bach. Pero dádmelo en un templo barroco mexicano, fastuosa ponzoña, plena de la gloria del manantial de vida de todos aquellos que se atreven a corromperse con tal de vivir por siempre. Ambos, Bach y la arquitectura barroca como emblemas de un matrimonio tan sagrado que ni Dios ni el hombre podrán separarlo, porque está siempre con nosotros.
Baudelaire era capaz de embriagarse de virtud; nosotros, por nuestra parte, envenenémonos con la poesía de Santa Teresa, y permitamos que el divino estilete penetre nuestro ardiente corazón para hacerlo también divino, como el de la sensual santa. Y que sea tal la pasión que resucite Bernini para que una nuestra escultura a la de Teresa.
Una danza sagrada, como lo es una silenciosa procesión con una imagen de la Virgen de los Dolores es siempre más bella y verdadera que cualquier silogismo categórico de cuarta figura, y esto es algo que ningún lógico puede probar con su lógica, pues para hacer la prueba debería abrir las puertas de su corazón y cerrar las del necio raciocinio. Deberá, pues, cometer el absurdo de tener fe.
Una sola imagen de la Virgen de Guadalupe vale más que mil palabras en favor del ateísmo, porque el arte verdaderamente sagrado está para superar a la realidad chabacana del secularismo. Por eso brilla con más intensidad el Divino Narciso que cualquier espejismo de Dios, y por eso la ciencia siempre será la sirvienta del arte, porque puede haber un arte del buen vivir, pero someternos al corsé de la razón siempre será peligrosamente doloroso… e inútil. De la religión es la pirotecnia del símbolo; de la razón es la eterna duda y búsqueda de evidencias del corazón marchito e incapaz de creer.
No necesito conocer la teoría electromagnética de James Clerk Maxwell para encender la lámpara de mi habitación, del mismo modo que mi madre no tuvo que recurrir a la teoría del supuesto origen de la moral en los simios superiores para educar a sus hijos. Ese es el espeluznante error de la ciencia: creer que explicar las cosas desde el origen es comprenderlas, siendo que toda explicación a partir de los orígenes es un mito de origen. Pues las cosas no se originaron, aparecieron sin más como complaciente respuesta tras la invitación de una incitante palabra. Por ejemplo categórico: no hubo un origen de la vida, pues el universo siempre ha estado vivo. Es una composición imperecedera, el móvil perpetuo que se desvanece cuando intentamos someterlo a la tortura de la medición.
Muchos no creen en Dios debido a la incidencia del fundamentalismo. Pues bien: no creer en Dios sólo por lo que nos hacen los creyentes violentos es tan absurdo como no creer en las virtudes de la embriaguez sólo por lo que ocasionan los alcohólicos irresponsables.
Yo no creo en Dios no por lo que hacen o dicen los creyentes, sino por lo que no hace ni dice Dios, que se manifiesta en forma de su impenetrable silencio; y el silencio de Dios es la más terrible prueba de su existencia, pues puede hacernos creer que no existe nuestra fe, pues pareciera que no hay quien la pueda atemperar; lo cual es más absurdo que la chocarrera cabalgata de los cuatro jinetes del ateísmo contemporáneo.
El silencio de Dios es la más fastuosa muestra de que la fe tiene algo de desesperación y en el dolor hay mucho de amor. Que no te roben el arte a cambio de la ciencia. Que así sea, ¡y olé!

jueves, 2 de octubre de 2008

Una A que no es sagrada




Este símbolo no tiene nada de sagrado… se lo aseguro… ¡En serio! La idea de presentarlo así es de Dark_Packer, y me parece que refleja mejor el propósito de su creador que el mismo original.

martes, 23 de septiembre de 2008

Krishna como figura trágica

Enrique Arias Valencia

“Cada vez que decae el Dharma, yo reencarno. Por tanto, He venido a restaurar el Dharma”, nos aseguró Krishna aquella tarde de la Edad de Bronce en una estancia del Bhagavad Gita; pero tras su muerte, el mundo se precipitó en la Edad Oscura. ¿Qué pasó? Quizá que Krishna, como todos los héroes, es una figura trágica, y que muere tras intentar resolver un conflicto irresoluble. El héroe trágico no fracasa, pero nos arrastra junto con él en su fatal caída, y el mundo entero llora su ausencia.

lunes, 22 de septiembre de 2008

El niño Dios




No me cabe la menor duda de que Dios es un bebé caprichudo, y capricho mediante, el mundo se precipita a una infantil barbarie.
Enrique Arias Valencia

sábado, 20 de septiembre de 2008

La democracia es irracional

Enrique Arias Valencia

“Si admitimos, como luego se verá, que el laicismo es un principio indisociable de un sistema político verdaderamente democrático, resulta sorprendente que multitud de gentes, y a veces muy cultivadas, ignoren realmente su esencia y sus consecuencias”.
Gonzalo Puente Ojea

Sean tres candidatos: A, B y C. El candidato A es odiado por los seguidores de los candidatos B y C. Por su parte, el candidato B es detestado por los partidarios de los candidatos A y C. Y por supuesto, el candidato C es defenestrado por los incondicionales de los candidatos A y B.
Ahora, supongamos que un 40 % de los votantes es férvido seguidor del candidato A. La encarnizada oposición se encuentra dividida entre un 30 % para B y un 30 % para C. En este caso, A será ganador a pesar de que el 60 % de los electores le son adversos.
En 1972 Kenneth J. Arrow compartió el premio Nobel de economía porque demostró que todos los procesos en los que haya que elegir de entre tres o más opciones contienen siempre agazapada la paradoja de la elección. La lindura recibe el nombre de teorema de imposibilidad, y ha sido descubierta varias veces a lo largo de la historia. El marqués de Condorcet la desenmascaró a finales del siglo XVIII, motivo por el cual los franceses le llaman el efecto Condorcet. Dicen los entendidos que en el siglo XIX el famoso lógico y escritor Lewis Carroll la redescubrió. En 1940 el economista Duncan Black se encontró con ella cuando escribía una colosal obra dedicada a los acuerdos por medio de comités.
¿Qué tan monstruosa es la paradoja? Con un poco de muy mal intencionado ingenio podemos reemplazar a los candidatos A, B, y C por las siguientes propuestas legislativas:

1. creacionismo en las escuelas públicas.
2. darwinismo en las escuelas públicas.
3. irracionalismo en las escuelas públicas.

Y podremos constatar con qué facilidad y sin recurrir a la ilegalidad bien sabría el partido en el poder dirigir a su antojo la decisión de una cámara sin más que determinar qué par de iniciativas deberán elegirse en primera instancia. Por supuesto, yo me inclinaría por el punto 3, y que el Diablo se lleve a Darwin y al Creacionismo.
Una deliciosa solución a la paradoja que se ha propuesto consiste en elegir por sorteo un dictador, que tome una solución que resuelva el problema… al azar, digamos. La monarquía constitucional cuenta con este sistema, pues el rey, revestido de poderes prudentemente confinados, bien puede romper el cerco en cuestiones extremas, solucionando los puntos muertos que aparecerán siempre en la muy deficiente e irracional democracia.
¿Es el laicismo un principio indisociable de la democracia? No tanto como lo es la irracionalidad no transitiva. En fin, por lo anterior queda demostrado que la democracia tiene una ineludible raíz irracional, y tratar de hacerla pasar por otra cosa sólo es querer darnos gato por liebre, y no llamaré a elecciones a los racionalistas para que me desmientan.

martes, 9 de septiembre de 2008

martes, 26 de agosto de 2008

In memoriam Santa Isabel Tola

Enrique Arias Valencia

¿Qué pensará un ateo del robo de arte sacro? Después de todo, si se roban unas pinturas de un templo, esto redundará en menos superstición, pues las pinturas son objetos de culto. A pesar de que lo que voy a expresar no es un silogismo, algo tiene de verdad: la gente pierde su patrimonio artístico del mismo modo en que pierde su religión. Hay una merma, una pérdida irrecuperable.
Hay muchos poblados en México cuyo único orgullo artístico está en la iglesia. Y ahí se guardan, pero no resguardan imágenes que no sólo tienen valor estético, sino que son objeto de culto. Yo no rindo culto a los santos, pero rindo culto al arte y por lo tanto, rindo culto a las imágenes.
Hoy los templos católicos del Centro del Distrito Federal se están desmoronando por falta de mantenimiento. Y uno de la periferia, el templo de Santa Isabel Tola, fue víctima del saqueo la madrugada de este martes.
Parece que nuestras autoridades no se han dado cuenta del valor estético de nuestros templos católicos, pero sí hay quienes han advertido el valor económico de los objetos de arte sacro. Y mientras sigamos viendo como meros objetos aquellas sagradas imágenes que aparecen ante nuestros ojos en este universo, es seguro que dicho universo no podrá ser sagrado, y sólo tendrá valor porque habrá quien pague por lo que no es sagrado; sino únicamente una mera pintura con valor en el mercado.

Lo que me distingue

Enrique Arias Valencia

¿Existe Dios? A decir verdad, por las pruebas que tengo frente a mí, pareciera ser que no. El argumento del famoso ateo Fernando G. Toledo consiste en sostener que Dios es un absurdo lógico, y dado que los absurdos lógicos carecen de esencia, por tanto, Dios no tiene esencia. Mi punto de vista es diametralmente opuesto, y se basa en afirmar que el mundo es pasmosamente absurdo, y por consiguiente Dios no existe. En consecuencia, nuestros puntos de vista son irreconciliables, y por eso toda comunicación entre el señor Toledo y yo es imposible sin graves roces.
Si yo admitiese la tesis de Fernando G. Toledo que consiste en asegurar que los absurdos no existen, entonces yo llegaría a la conclusión de que el mundo no existe, en vista de que el mundo es absurdo. Si Fernando admitiese mi tesis que dice que el mundo es absurdo, también tendría que admitir que el mundo no existe, porque su planteamiento consiste en que los absurdos no existen.
¿Qué tan absurdo es el mundo? En México los políticos de izquierda están siempre dispuestos a apoyar el aborto como un derecho de la mujer. Supongamos que es un inocente el niño que reposa en el vientre de aquella que no quiere ser madre. Si se aborta, ¿se sacrificaría la vida de un inocente? Ahora, si no es un inocente aquel que reposa en el vientre materno; entonces, ¿qué es?
Estos mismos políticos de izquierda se oponen a la pena de muerte de secuestradores. ¡Oh, sí, en este caso la vida es tan valiosa! Por tanto, según esto, hay que mantener con vida, pagándoles los alimentos, el alojamiento y hasta la capacitación para el trabajo a hombres que definitivamente no tienen nada de inocentes; en tanto que hay personas tan diminutas que ni siquiera deberían tener derecho legal de ser reconocidas como tales. ¿Quién tiene derecho a la vida y quién no tiene tal derecho? La verdad, si me diesen a escoger entre tener de vecino a un nuevo bebé o un secuestrador vivo, yo me quedaría con el primero, digan lo que digan los políticos de izquierda.
A mí me parece que en todo este asunto el problema está en que el bebé no tiene todavía el dinero para sobornar a un juez, y así salvar su vida, en tanto que un secuestrador sí puede tener esa ventaja, y por eso el aborto es legal y la vida de un secuestrador es siempre valiosísima.
Si el mundo no es absurdo, Dios existe y estamos salvados.

viernes, 4 de julio de 2008

Eucaristía poética

Enrique Arias Valencia

Debo a mi tocayo el señor Rojas Gamboa el acertado contenido de las siguientes ideas, no obstante la forma, y por lo tanto los posibles errores doctrinarios, es mía.
Si la poesía consiste en vaciar de contenido un objeto, para vaciarlo en otro, dotando a ambos así de nuevos significados, luego entonces la eucaristía es poesía, pues se toman las especies del pan y el vino, objetos de la comida común, para dotarlos de un significado trascendente: hacerlos signos sensibles del misterio de la Encarnación.
El misterio de la Encarnación se presenta en la transubstanciación: los objetos dejan de ser lo que son, para pasar a ser el cuerpo y la sangre de Cristo que se ofrecen por todos nosotros.
Hace muchos años que no comulgo; tiempo ha que me he retirado de mi parroquia, y sin embargo, de vez en cuando no deja de conmoverme la forma en que se exponen las ideas en una Iglesia de la que hube de retirarme para gozar, así lo pienso yo, de mis procacidades libertarias.

miércoles, 25 de junio de 2008

Mahler, un músico de muy supersticiosa virtud

Enrique Arias Valencia


Yo moriré para vivir.
Gustav Mahler

Cuando Gustav Mahler compuso su Sinfonía trágica nuestro delicioso posromántico había pensado incluir tres golpes de martillo en el último movimiento de la partitura; pero al final, hizo lo que todo buen supersticioso hubiese hecho enfrentando una situación semejante: justo cuando los violines anuncian la tonalidad de La Mayor, el sabio compositor, raudo de corcheas, con decidido lirismo eliminó la tercera y fatal intervención del martillazo.

No olvidemos que entre los músicos, munícipes estéticos, el golpe del martillo es una metáfora sonora que nos manifiesta el insondable poder del destino. La figura del destino aparece en el universo polifónico a partir de que Beethoven compuso su Quinta sinfonía. Desde entonces, desafiar al destino que llama a la puerta se considera como algo muy peligroso, sobre todo porque Beethoven advirtió que lo hacía a cuenta y riesgo propios: “Lo tomaré del cuello y le daré pelea, no importa que al final me destroce”.

Mahler, más prudente quiso encarar al destino en pequeñito. Alma, la esposa de Mahler escribió: “En los Kindertotenlieder, al igual que en la Sexta, (Mahler) anticipó su propia vida en términos musicales. También él hubo de sentir los golpes del destino, y el último le derribó totalmente”. Al mencionar los Kindertotenlieder, Alma se refiere al hecho de que mientras su apasionado esposo componía esa obra, unas Canciones para los niños muertos,* ella tenía miedo de que el músico estuviese condenando a muerte a alguna de sus hijas; cosa que por desgracia, sucedió con la pequeña Mariana. Mahler nunca olvidó que Alma se lo había advertido.

Tras la fatal experiencia, el precavido Gustav Mahler decidió dejar de tentar al inescrutable destino, y en su Sinfonía trágica, a pesar de que en esta obra sombría el hombre es el gran derrotado, pareciera que no le va tan mal: gracias a un certero plumazo falta un martillazo estentóreo.

Tengo algo que confesarles sobre mi experiencia con la Sexta: la tarde del sábado 23 de junio de 2007 en la Sala Silvestre Revueltas del Centro Cultural Ollin Yoliztli se presentó esta obra, bajo la batuta de Enrique Barrios. Pues bien, durante la intervención, la luz se fue dos veces. Nunca antes me había tocado presenciar nada semejante, y juro por los dioses que de haberse ido la luz una vez tercera, me habría dado pánico. Por cierto que Barrios decidió jugársela con el destino, y a pesar de la inestimable corrección mahleriana la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México ejecutó la obra con los tres martillazos. Y entonces, la oscuridad. ¿Fatal coincidencia? Yo estoy seguro de que Mahler y su esposa dirían que no.


ADVERTENCIA: LA REPRODUCCIÓN POR TRES VECES DEL SIGUIENTE VIDEO ES POR CUENTA Y RIESGO DEL USUARIO:


* Gracias, Simbol, por la corrección del título de la obra.

martes, 24 de junio de 2008

Moisés del Talmud

Enrique Arias Valencia


En El virus de la fe, entre muchas otras cosas, el científico Richard Dawkins se pregunta si Moisés sería un buen modelo a seguir, y tras mostrarnos una serie de descalabros éticos del caudillo profeta, Dawkins contesta que no, que Moisés no es un buen modelo moral. Según el célebre etólogo, su conclusión es un buen motivo para rechazar la religión. Quizá el científico no leyó muy bien su Biblia, pues el juicio que Dawkins sentenció contra Moisés, es el mismo que dictó Dios contra nuestro legislador, pues no hay que olvidar que al mayor de todos los profetas Dios no le permitió la entrada en la Tierra Prometida.
Donde Dawkins ve amenazas y juicios sumarios, podemos encontrar motivos de regocijo. ¿Qué pensaba Moisés de Dios? En el Talmud hay una divertida historia sobre esto. Resulta que Dios llama a Moisés y le dice: “Sube al monte, para que te entregue las Tablas de Mi pueblo”. Moisés sube y mientras espera las tablas, Dios se encoleriza, y le espeta a Moisés: “Baja, baja, que tu pueblo ha pecado”. Moisés se da cuenta de la actitud de Dios, y se le enfrenta con estas palabras: “¡Señor, Señor! Si se trata de algo que he de entregarle, dices que es Tu pueblo; en cambio, si peca , dices que es mi pueblo. Yo creo que en ambos casos, tanto para que reciba algo, como si peca, es Tu pueblo”.

No cabe duda de que Dios es celoso de Su pueblo, pero también hay que saber confrontarlo.
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A continuación, el video donde Dawkins nos quiere espantar con el petate del muerto:
Dawkins

lunes, 23 de junio de 2008

El materialismo idealista de Gustavo Bueno

Enrique Arias Valencia

ADVERTENCIA PRELIMINAR:
El siguiente texto no pretende ser una crítica dogmática del materialismo filosófico, sino un ensayo de crítica, basado en la destrucción de la tradición occidental con un proceder esteticista y jovial. La lectura de este texto en voz alta en una reunión con mis amigos, llevó a las caracajadas a uno de ellos, y a observar que yo soy un nihilista. Por el contrario, un airado lector de la red advirtió deshonestidad intelectual en mi página. En todo caso, yo juzgo mi ensayito como irreverente y gracioso. Tiempo ha que los políticos saben que pueden ser caricaturizados. ¿Llegará el tiempo de que las ideas también lo sean? No esperéis a que ese tiempo llegue; tomad vosotros la iniciativa, pues hay quien amenaza con quedarse hasta con vuestra sonrisa. De cualquier manera, quizá lo más valioso de este documento esté en las apostillas de Fernando G. Toledo, en las que se refutan mis tesis.

El idealismo y el materialismo filosóficos son dos caras de la misma moneda.

Demostración: tanto el materialismo filosófico como su contrapartida idealista afirman poseer un conocimiento indiscutible de las condiciones inherentes del universo. Luego entonces, según esta definición, ambos son idealismo. Sin embargo, esta misma definición sujeta las ideas a especificaciones estrictamente dadas, esto es, a materia. Así que, ambos son, en este caso, materialismo.

Desarrollo: el materialismo supone que todo, incluso la conciencia, está contenido en la materia y se sujeta a fuerzas materiales o leyes de la materia. No obstante, a partir de que la materia ostenta propiedades concretas, como las adjudicadas en fuerzas o leyes o géneros de materialidad M1, M2, M3, es por consiguiente, ideal. *

Sin lugar a dudas el materialismo filosófico nos permite una explicación del mundo con una óptica rigurosamente idealista, como la impecable diferenciación y actividad de aquellos géneros que se toman como representativos de la materia: M1, M2, M3. Por lo tanto, el materialismo filosófico es una forma de idealismo.

Por otro lado, el idealismo presupone que el universo entero, incluyendo la materia, está contenido en la idea. Con todo, si el universo es y sólo puede ser la idea, esto es dado inmediatamente y no tiene manera de ser otra cosa más que sí mismo, por consiguiente no es ideal sino material, porque la materia es lo dado sin mediación. Por lo tanto, el idealismo es una forma de materialismo.

1° Escolio: lo que se ha hecho con Bueno hacedlo con Leibniz, y podréis hablar del materialismo de Godofredo.

Pasatiempo: intercambiad las palabras mónada y género de materialidad en las obras de los autores mencionados en el escolio. Quizá obtengáis vuestra propia explicación del mundo. Si necesitáis una M más, no dudéis en incorporarla: que la materia no os limite.

2° Escolio: Si eres idealista, prueba a decirle a Gustavo Bueno: “¡Usted no sabe de la materia más que yo!”. Si eres materialista, también puedes decírselo.


3° Escolio: Si eres idealista, prueba a decirle a Gustavo Bueno: “¡Usted no sabe de la la materia trascendental (M), más que yo!”. Si eres materialista, también puedes decírselo.**



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* Crítica de Fernando G. Toledo: ¿Qué menjunje es éste? El fragmento pide el principio de identificar materia exclusivamente con materia primogenérica (por eso habla de propiedades sujetas a «fuerzas»). Sin embargo, luego, a pesar habla de que hay tres géneros de materialidad y entre ellos M3 (ideal), dice que la materia es (sólo) ideal.

**Refutación de de Fernando G. Toledo: ARIAS: "No, hombre. La frase correcta deberías escucharla en tus oídos: «¡Usted no sabe de idealismo más que yo!»".

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Juro por Dios y por Su Majestad que no he leído El mito de la felicidad, y que el título de este ensayo es fruto de un devaneo propio, y que no tiene que ver con el subcapítulo 1 del capítulo 12 de dicho libro: ¡Una de cal por las que van de arena!

domingo, 22 de junio de 2008

La ciencia de lo bello, lo bonito y lo sublime

Junio 2, 2006
Por Mario Bunge Para La Nación

MONTREAL.- En mi colegio secundario estudiábamos estética (es un decir, como suele decirse). El profesor era un viejo sainetero. Lo único que nos enseñó fue que hay tres categorías estéticas: lo bonito, lo bello y lo sublime. No nos exhibió ejemplos ni nos hizo analizar textos literarios, pinturas o piezas musicales. Tampoco habló de Kitsch ni, menos aún, de arte feo. Pero al menos en todas sus lecciones daba un elocuente ejemplo de fealdad: llenaba la tarima de enormes escupitajos.
Nuestro profesor creía, evidentemente, que los valores artísticos son objetivos. Pero nunca nos habló de la controversia entre el absolutismo (u objetivismo) y el relativismo (o subjetivismo) en el terreno de los valores. Daba por sentado que lo bello es bello en sí mismo, independientemente del sujeto que lo contempla.
O sea, la belleza estaría localizada en el objeto artístico, no en el cerebro. ¿Cómo lo sabemos? ¡Ah, esto no se preguntaba! Ni siquiera se nos decía que la tesis absolutista, propuesta por Platón, había sido discutida durante veintitrés siglos. Se nos vendía mera opinión por verdad demostrada.
Cuidado con las apariencias
Por el mero hecho de ser objeto de enseñanza, la estética aparenta ser una disciplina tan honorable como la geometría, la botánica o la contabilidad. Pero, ¿quién probó que la estética es una disciplina, o sea, un cuerpo de conocimientos bien fundados y bien organizados? ¿Cuál es la primera ley de la estética? ¿Y la segunda y la tercera? ¿Y qué consecuencias se deducen de estas leyes? Si no hay leyes, ¿habrá al menos datos firmes que representen hechos objetivos? Para obtenerlos, ¿habrá que recurrir a la historia, la sociología y la psicología del arte? Una pregunta aún más radical es ésta: ¿cómo debería de estudiarse la obra de arte? ¿Al igual que los demás productos concretos de la actividad humana, tales como las máquinas, las organizaciones y las lenguas? ¿O más bien como los productos abstractos, tales como las teorías y las ideologías? ¿O bien de una manera totalmente diferente, porque la apreciación artística no es totalmente objetiva ni transcultural?
En particular, las personas que no han tenido experiencia artística, ¿están facultadas para estudiar la obra de arte? Esta pregunta viene al caso, porque ninguno de los tratadistas de estética, de Aristóteles en adelante, produjo obra de arte alguna. Siendo así, ¿por qué considerarlos expertos en la materia?
El fanático del rigor dirá que sólo los artistas pueden opinar sobre arte. Esta posición es razonable, pero tiene el defecto de que, de hecho, los artistas no suelen hacer estética. Están tan ocupados haciendo arte que no tienen tiempo para formularse preguntas filosóficas sobre el tema.
Es verdad que algunos fundadores de "ismos" (dadaísmo, constructivismo, minimalismo, etcétera) han escrito manifiestos estéticos. Pero, ¿qué queda de éstos? Nada, porque eran declaraciones excesivamente radicales y esquemáticas, y además meramente programáticas. A la distancia se los ve como meros anuncios de movimientos efímeros.
El tolerante dirá en cambio que todo el mundo tiene derecho a opinar sobre arte, pero nadie tiene derecho a pontificar sobre él. Más aún, hay derecho a estudiar las obras de arte en sí mismas, los procesos de su creación y apreciación, y las ideas generales involucradas, tales como las de estilo e interpretación. Miremos estos tres enfoques diferentes.
La voz de los críticos
Lo primero es lo que hacen de hecho los cronistas artísticos: los críticos literarios, musicales, plásticos, cinematográficos, etcétera. Estos periodistas especializados nos dicen, por ejemplo, que tal novela está bien escrita, pero es anacrónica; que tal cuarteto tiene pasajes brillantes, pero que carece de unidad; que la fotografía de tal film es hermosa, pero su guión es trivial, y así sucesivamente.
Los juicios de los cronistas artísticos son opiniones más o menos expertas, y pueden ser de utilidad tanto para los artistas como para el público. Pero, ¿constituyen una disciplina con principios y métodos, o son mera opinión ilustrada (a diferencia de la ignara)?
El segundo enfoque del estudio del arte es la investigación objetiva de los procesos de creación y apreciación artísticos. Este estudio forma parte de la investigación objetiva de lo subjetivo, o sea, la psicología científica. Está en un pie de igualdad con el estudio de la percepción, la imaginación, la emoción y el raciocinio. Por lo tanto, se lo puede llamar estética científica.
El investigador en este campo observa, experimenta y conjetura. Con talento y suerte llega a formular algunas hipótesis interesantes y plausibles, que él mismo u otros investigadores pondrán a prueba y, con más suerte aún, comprobarán.
Esta sí es una disciplina propiamente dicha y, en particular, una rama de la ciencia, aunque emergente antes que madura. Esta, la rama científica de la estética, nació en la década del 60, en el cerebro del psicólogo anglocanadiense David Berlyne.
Finalmente, el tercer campo mencionado hace un rato podría llamarse estética analítica. Esta se ocupa de analizar y relacionar entre sí categorías estéticas tales como las de obra de arte, forma y estilo. ¿Es ésta una disciplina propiamente dicha? Por ahora, no. Pero nada se opone a que llegue a serlo.
Quizás el principal obstáculo a su desarrollo es que casi todos sus cultores son filósofos sin experiencia estética. José Ferrater Mora, filósofo y artista, habría sido la primera excepción. Desgraciadamente, murió sin terminar el tratado de estética que yo lo había instado a escribir.
¿Cuál de los tres campos cultivaba mi profesor de estética, el viejo sainetero? Ninguno. ¿Qué era entonces? Profesor de una disciplina que entonces sólo existía en algunos manuales. Vendía una ilusión académica, como otros venden ilusiones comerciales o políticas.
En resumen, la estética existe como crónica artística, está a punto de nacer como rama de la psicología y puede ser que algún día nazca como rama del análisis filosófico.
Ninguno de estos campos es "la ciencia de lo bonito, lo bello y lo sublime". Y ninguno de ellos tiene poder preceptivo. Los propios artistas crean los preceptos artísticos. Los estudiosos del arte sólo pueden identificarlos y examinarlos.

***

*Tomado de: La ciencia de lo bello, lo bonito y lo sublime

sábado, 21 de junio de 2008

Si pé, entonces qú

Enrique Arias Valencia


Si el mundo físico está regido por leyes tan precisas que hacen a los científicos hablar de la belleza de la naturaleza,
si el hombre sólo puede pensar correctamente cuando hace buen uso de las leyes de la lógica,
si Dios vio que era bueno cuando hizo el mundo,
si Richard Dawkins es un científico tan brillante,
y todo esto es tan espléndido y maravilloso,
luego entonces,
¿por qué el mundo es una porquería?

viernes, 20 de junio de 2008

México mágico, ¿barbarie sensata?

Enrique Arias Valencia

Mi ingenio es efímero, mi carne palpitante; y mi espíritu, un elemento del conjunto vacío. Quizá sea cierto aquello de que cada quien habla de la feria según le va en ella. Todo comienza… con la negación. Aquella vivienda no era un lugar feliz. Estrecha, diminuta y llena de libros, tenía pinta de todo, excepto de ser un lugar para que floreciese la felicidad.

Y sin embargo, aquella mañana, el Sol prometía que iba a brillar en todo su esplendor. No cabe duda que Dios hace brillar el Sol sobre justos e injustos. Por eso, a una invitación de los primeros rayos solares, en aquella humilde vivienda; flaco, desgarbado, poco atractivo, el aprendiz de filósofo se despertó, y como era su costumbre, saludó al nuevo día con las siguientes palabras de Nietzsche:

“Gran astro, si faltasen aquellos a quienes alumbras, ¿qué sería de tu felicidad si te faltasen aquellos a quienes alumbras?”

El aprendiz de filósofo salió a dar un paseo, y llegó por casualidad a una calle poco transitada. Por desgracia, de la nada salió un individuo que, buscando camorra, amenazó a aquel pacífico individuo. Con un rostro embrutecido por las drogas, el desconocido preguntó al aprendiz de filósofo: “¿Por qué te estás riendo de mí?” Ante tal pregunta, al aprendiz de filósofo sólo se le ocurrió correr, y aquel anónimo asaltante comenzó a perseguirlo sin más.

El aprendiz de filósofo cometió el error de buscar refugio en un restaurante, pues raudo y veloz su perseguidor le dio alcance, y ahí, en la cafetería el monstruo le propinó una zurra de antología a nuestro pensador.

Tras la brutal golpiza, aquel desafortunado individuo salió corriendo de la cafetería y buscó refugio en un templo que conocía. El instinto le dijo que tenía que llamar la atención, pues no sabía si el asaltante había osado seguirlo. Una vez en el templo, el hombre gritó con todas sus fuerzas para pedir ayuda.

Un grupo de amigos reconoció al aprendiz de filósofo caído en desventura, y no dudó en prestarle auxilio.

Ya en su casa, el aprendiz de filósofo pudo disfrutar de un sueño reparador. Ese aprendiz de aprendiz de filósofo era yo.

Quizá por eso, cuando me entero de que una multitud vulgar, justiciera por propia mano pretende linchar a un delincuente, no dejo de simpatizar con la multitud. ¡Ah, en mis sueños de venganza me entrego a mi solaz y fantaseo: si hubiese aparecido una muchedumbre para linchar a aquel infeliz que me atacó! Pero es bien cierto que Dios no cumple antojos ni endereza jorobados.

La práctica del linchamiento es muy vieja en México, y forma parte de la tradición conocida como el México bárbaro. En las poblaciones pequeñas es una práctica constante, y ha costado el cargo de al menos uno de los jefes de la policía de gobiernos recientes.

México bárbaro. Hagamos un poco de ucronía. De haber acompañado a Cortés en su colosal conquista, ¿qué hubiese pensado el ilustre etólogo Richard Dawkins de los dioses mexicas? Ellos, ávidos siempre de sangre, sombríos y atrapados en un tiempo perfectamente medido por un calendario venusino, ¿qué pensaría Dawkins de Coatlicue y Huitzilopochtli?

Bien mirados, tanto el cristianismo como el ateísmo son un invento europeo. Acá, en México, siempre adoramos a dioses mucho más elementales, mucho más sombríos, y mucho más verdaderos que las importaciones de la civilización de allende los mares. Por eso México nunca fue, y nunca ha sido y espero que nunca sea, una nación cien por ciento occidental. Bajo la capa de barniz neoliberal del gobierno, siempre late acechante una bestia más feroz que Dioniso, esperando que llegue su hora para despertar desde el fondo del corazón de cada mexicano sensato.

Hace unos días leí en el periódico que un grupo de entre los más valientes y selectos pobladores de San Jerónimo Ixtapantongo pretendía linchar a tres repugnantes plagiarios que habían secuestrado a un niño cuando éste se dirigía a la escuela. La enardecida multitud no consiguió su bárbaro objetivo. A los secuestradores no les deseo suerte en la cárcel, y espero que con la debacle de su honor paguen su osadía; y que Coatlicue vele por la justicia en es este mundo, abandonado de la mano de Dios, pero no de la barbarie sensata.

jueves, 19 de junio de 2008

La vesania dawkinsiana

Enrique Arias Valencia

La impúdica vesania dawkinsiana merece ser replicada. No soy tan resplandeciente como el brillante etólogo, pero sus insanas blasfemias no deben permanecer incólumes. Es así que más allá de mis fuerzas emprendo este trabajo, y hago un llamado a todos los hombres de buena voluntad para que sea extendido y reforzado en los términos del arte más puro, y por tanto, más verdadero que ciencia humana alguna pretendiese llegar a ser con secular industria.
Por hacer una analogía, nuestro problema artístico es a la teología lo que el contexto social es al ecosistema.
En México se llevó a cabo un experimento secular ininterrumpido que duró 150 años. Pareciera que en este sentido, México llevaba ventaja tanto a Estados Unidos como a Gran Bretaña, lugares donde aparentemente hay evidencia de que las leyes contra la blasfemia siguen operando.
Por tanto: el contexto social de Dawkins es un ecosistema muy distinto al contexto social que me tocó vivir en México, hasta el año 2000, lo cual hace muy difícil, quizá imposible, que yo pueda entender los quejumbres del etólogo en lo que a religión se refiere, quejumbres que han cristalizado en blasfemias de índole cuasi científica, y que sólo pueden pasar como retratos de la condición psíquica de un hombre que no se encuentra a gusto en su entorno, porque le resulta hostil.
Dawkins nunca ha vivido en un entorno en el que el ateo no es la presa, sino el depredador. En México, ser anticlerical durante el siglo XIX significó estar a favor de la demolición literal del patrimonio cultural de la Iglesia Católica, descalabro autoinfligido por los gobernantes liberales del gabinete de Benito Juárez y sus partidarios, cuyas consecuencias aún se pueden sentir en la población mexicana.
Dawkins continuamente alega alegremente que los científicos son superiores a los creyentes porque los primeros tienen la humildad de reconocer sus errores. Quizá los científicos en general lo hagan, pero hasta donde yo sé, y a veces quisiera estar equivocado, Dawkins jamás ha reconocido un error propio.

miércoles, 18 de junio de 2008

De la insensible filosofía del arte de Bunge

Enrique Arias Valencia

“Sólo como fenómeno estético están eternamente justificados la existencia y el mundo”.
Nietzsche

¿Debería causar sorpresa que Mario Bunge haya escrito un Tratado de filosofía* en 8 tomos (1973-1989), y que ni uno de ellos se haya dedicado a la estética? Pues según el autor, en esta obra se trata de construir un sistema de lo que el pensador argentino considera el núcleo de la filosofía contemporánea: la semántica, la ontología, la gnoseología y la ética), con concreta atención a los asuntos planteados por el conocimiento científico y técnico. Sus herramientas son la matemática y el propio saber científico.

Si Bunge quiere dejar a la estética fuera del ámbito filosófico, eso lo puede hacer a título personal. Sin embargo, lo que me ha horrorizado sobremanera es enterarme de lo que Bunge entiende por estética, y que puede verse aquí, si bien lo voy a subir a mi blog para que sea expuesto en todo su horror de la representación.

Muy lamentable que la ciencia y los filósofos de la ciencia quieran maltratar los más elevados empeños del espíritu humano, esto es, los artísticos.

Lo de la nula utilidad de la filosofía es un asunto tan viejo como ésta. Ya Platón en el libro gordo del Teeteto contaba la siguiente anécdota: "Estando ocupado Tales en la astronomía y mirando a lo alto, cayó un día en un pozo, y que una sirvienta de Tracia, de espíritu despierto y burlón, se rió, diciendo que quería saber lo que pasaba en el cielo y se olvidaba de lo que tenía frente a sí y ante sus pies". Por dar un ejemplo muchísimo más tardío, quisiera apuntar que Kant, a su vez, se valió de la metafísica para criticar a la razón, y de la razón para criticar a la metafísica. Por esto, varios filósofos han llamado “sepulturero de la metafísica” a Kant. Por supuesto, los filósofos posteriores a Kant quisieron superarlo también.

Parece que es un tópico de la historia de la filosofía el que la metafísica se niegue a reconocer su muerte. O hay quienes no se enteran de dicha muerte. Hay cierto afán suicida en la filosofía. Cada filósofo busca superar la visión anterior: Platón al mismísimo Sócrates, Aristóteles a Platón, Diógenes a Platón, y suma y sigue: los idealistas a los materialistas, Leibniz a Locke, Kant a Hume y Locke; Nietzsche a todos ellos, Heidegger a Nietzsche.

Yo acepto que la filosofía se basa en el discurso, y es, por lo tanto, un género literario, uno de los refugios de la imaginación, así que cuando Bunge, en otro lugar llama “pillos” a filósofos como Heidegger, debemos considerar tal epíteto como fruto del horizonte de pensamiento del ilustre pensador argentino, y por tanto, dispensarlo; es sólo un punto de vista de un científico sobre una cuestión de gusto. Claro que la visión utilitaria de la filosofía es otra cosa. Otra muy distinta es la racionalista. En fin.

Dada su filiación, a mí no debería resultarme raro que Bunge no reconozca la estética como parte del núcleo de la filosofía contemporánea, al menos no en sus ocho tomos del Treatise on Basic Philosophy, y sin embargo, yo sí necesito a la estética para seguir viviendo; por eso he leído con sumo interés las tres páginas que Bunge dedica a la estética en el enlace que cito arriba; si bien no puedo sino estar en desacuerdo con nuestro filósofo. Según entiendo, en el artículo “La ciencia de lo bello, lo bonito y lo sublime”, Bunge descarta la estética de la filosofía. Yo soy de quienes la incluyen como una rama indispensable de la filosofía. A continuación, trataré de comentar y criticar algunos de los argumentos bungianos. Para empezar, Bunge hace eco de un acontecimiento de la historia de la filosofía, que podríamos resumir así: Nos preguntamos: “¿Es la estética filosófica una ciencia?”, y Bunge responde que no. Digo que es un acontecimiento de la historia de la filosofía porque la pregunta se ha formulado con variaciones. Quizá podríamos poner en paralelo este aserto bungiano con la pregunta kantiana “¿Es la metafísica una ciencia?” Y Kant contesta también que no. Por supuesto, ambos presentarán las condiciones para que ambas actividades sean ciencias. Al hacerlo, sin embargo, Bunge expulsará a la estética de la filosofía y la dirigirá a la ciencia. El resultado kantiano no lo analizaré aquí. Así, Bunge sostiene:

“El segundo enfoque del estudio del arte es la investigación objetiva de los procesos de creación y apreciación artísticos. Este estudio forma parte de la investigación objetiva de lo subjetivo, o sea, la psicología científica. Está en un pie de igualdad con el estudio de la percepción, la imaginación, la emoción y el raciocinio. Por lo tanto, se lo puede llamar estética científica.
El investigador en este campo observa, experimenta y conjetura. Con talento y suerte llega a formular algunas hipótesis interesantes y plausibles, que él mismo u otros investigadores pondrán a prueba y, con más suerte aún, comprobarán.
Esta sí es una disciplina propiamente dicha y, en particular, una rama de la ciencia, aunque emergente antes que madura. Esta, la rama científica de la estética, nació en la década del 60, en el cerebro del psicólogo anglocanadiense David Berlyne.”

En consecuencia, Bunge sólo reconoce la estética si esta forma parte de la ciencia. A contracorriente nos movemos los románticos, como más adelante intentaré mostrar. Ahora bien, en su artículo Bunge también repite un tópico de los académicos (las negritas son mías):

“El fanático del rigor dirá que sólo los artistas pueden opinar sobre arte. Esta posición es razonable, pero tiene el defecto de que, de hecho, los artistas no suelen hacer estética. Están tan ocupados haciendo arte que no tienen tiempo para formularse preguntas filosóficas sobre el tema”.

Beethoven dijo algo parecido: “No se han levantado estatuas a los críticos”. Bunge y Beethoven se equivocan. Varios artistas, entre ellos en particular los románticos, se han preocupado por reflexionar y criticar en términos filosóficos la actividad del artista. Robert Schumann fundó una revista para analizar el papel filosófico de la música, Richard Wagner escribió varios tratados de estética, Liszt y Wagner se carteaban sobre el particular, Sostakovich escribió sobre las relaciones entre política y música, y la lista podría prolongarse (y eso que no pondré aquí nada sobre Goethe). Para terminar comentaré que el poeta Friedrich Schiller escribió Kallias y las Cartas sobre la educación estética del hombre para contestar la estética kantiana. En el prólogo a La novia de Mesina, Schiller incluso reflexiona sobre la actividad creativa del artista en estos términos:

“Cuando la naturaleza ha dotado al artista de una comprensión exacta y un sentido íntimo adecuado, rehusándole el don de una fantasía creadora, pintará fielmente lo real y representará con verdad los fenómenos accidentales; pero no, por consiguiente, el espíritu de la naturaleza. Sólo nos ofrecerá su materia exterior, pero no será la suya una obra propiamente artística, la libre creación de nuestro espíritu en esa esfera; y carecerá del bienhechor carácter del arte, que tan sólo debe consistir en la libertad. [...] Aquel otro, al que, por el contrario, tocóle en suerte una viva fantasía, pero sin carácter ni sentimiento, curará poco de la verdad y mucho del mundo exterior; y sólo buscará sorprendernos por lo singular y fantástico de sus combinaciones; y como su obra toda no pasa de ser espuma y vana apariencia, nos divertirá unos instantes, pero sin dejar en nuestro ánimo nada perdurable”.

Es así que quizá la diferencia entre Bunge y los estetas románticos sea una cuestión de enfoque: para Bunge el arte y la estética deben ser vistos con la óptica de la ciencia, para los románticos el arte es el órgano de la filosofía: “Ver la ciencia con la óptica del arte, y el arte con la de la vida”, en palabras de Nietzsche. Eincluso, puedo añadir: vet la vida misma con la óptica del arte.

Repitámoslo: Bunge se equivoca cuando sostiene que “de hecho, los artistas no suelen hacer estética. Están tan ocupados haciendo arte que no tienen tiempo para formularse preguntas filosóficas sobre el tema”. Si le rascamos, más bien sería lo contrario. Además de los ejemplos que vertí, ahora mismo me viene a la cabeza que Milan Kundera escribió un ensayo estético titulado El arte de la novela. Y mucho del Quijote tiene también su parte filosófica, por ejemplo, los consejos a Sancho.

Para continuar con mi perversa crítica del argumento de Bunge, no dejaré de mencionar un interesantísimo artículo titulado “Narnia: Con el lastre de la religión” tras terminarlo el lector puede explorar preguntas como las siguientes: Si una obra tiene inspiración cristiana, ¿su mérito estético es menor? Luego entonces, ¿hay un vínculo entre moral y arte? ¿Trata de estética este artículo? Sobre la última pregunta yo estoy seguro de que así es, y que conste que el autor de aquel artículo es un poeta.

Quizá algunas mis preguntas nos sean muy atinadas; pero de todas maneras el aliento de la reflexión estética sopla con gran fuerza, aun a pesar de que Bunge sostenga que “de hecho, los artistas no suelen hacer estética. Están tan ocupados haciendo arte que no tienen tiempo para formularse preguntas filosóficas sobre el tema”. La hacen, y con gran enjundia.

Saludos cordiales

*Originalmente en inglés, el Treatise on Basic Philosophy

martes, 17 de junio de 2008

La guerra de las dos rosas

Enrique Arias Valencia

En vista de que Dios no quiso tratarme como lo que soy, y yo soy una rosa delicadísima, él no puede esperar que lo ame, y menos aún que lo ame con una condición tan formidable como la que él quiere imponerme: amar a alguien sobre todas las cosas exige del amante que propone tal cosa, amar a la amada en la misma medida, y la vida que Dios me ha dado no es prueba de que el amor de Dios sea tan maravilloso como su fanfarrón mandamiento plantea.

Como respuesta declaro pues, a Dios, una guerra, pero será ahora una guerra de amor, a la manera de las rosas. Que Dios no espere de mí un trato de amante, pero tampoco recibirá un trato de guerrero. Recibirá mis espinas y mi ponzoña, porque entre las flores los tóxicos son respuesta cuando somos maltratadas.

Que Dios no crea que puede fanfarronear impunemente: que sus óbices se truequen en reproches; y que su salmodia de amor sea así expuesta; y es así que si Dios recibe de mí trato de amante; será de amante despechado.

Yo soy una rosa pisoteada, vejada, y abandonada por el más fanfarón de los amantes. El más fanfarrón de los amantes es Dios. En consecuencia, yo soy una rosa pisoteada, vejada y abandonada por Dios.

¡Oh sí, los impúdicos racionalistas, como Dawkins, que creen que con la razón pueden demostrar que los amantes ausentes no existen! ¡La razón! Que con su pan se la coman.

lunes, 16 de junio de 2008

La miseria espiritual de Philip Pullman

Enrique Arias Valencia

Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los Cielos.
Mt 5,3

Sé que esta reflexión es un tanto extemporánea, pero siempre he admirado lo inactual. Si Philip Pullman fuera un científico, como lo es el bello y hermoso Richard Dawkins, eso le valdría para perdonársele su discurso chabacano y simplón, carente de toda profundidad, ya no digamos humana, sino estética. Pero Pullman comete el peor pecado que escritor alguno pueda cometer, que es volverse contra su propia herramienta de trabajo. Un suicidio intelectual que bien podríamos dispensar en un filósofo, como por ejemplo, Nietzsche. Pero en un escritor, tal falta debe señalarse para que así su pecado sirva tanto para reírnos de su obra; como para que su concupiscencia sea perdonada por todos nosotros, los fieles discípulos de la rapsodia soñadora.

Entremos en materia. Los nuevos ateos, vetustos jacobinos, sueltan sin parar una frase que en un contexto científico quizá sea válida, pero que proviniendo del universo de la literatura se convierte en una declaración de ausencia de imaginación por parte de un autor; y perdónenme la sentencia, pero un autor sin imaginación es más trivial que una trivialidad matemática: es un atentado contra la estética. Pullman la suelta sin sonrojarse: “En cuanto al «espíritu», lo «espiritual», la «espiritualidad», son palabras que no uso nunca, porque no veo que se correspondan con nada real: carecen de significado”. Que estas atrocidades las diga un escritor, bastaría para desaconsejar la lectura de sus libros, pero que tales palabras las haya publicado en su blog un poeta, el capitán de “Razón atea”, sin apenas crítica, es cosa muy lamentable.

Sí, ya una vez el ateo Atilio, el de la testa con tirabuzones dilatados me dijo lo mismo, y eso sí, en un contexto más afortunado que el del desdichado de Pullman: un debate ateo. ¿Qué significaría admitir la idea de “espíritu” para un ateo? La demostración de la falsedad de su sistema de pensamiento. Pero, ¿qué debería significar el espíritu para un escritor? El abrevadero de la imaginación siempre estará ahí para quien quiera beber de él, pero la condición está en rendirse a los brazos de la fantasía poética. Y siempre será más bello aquel que sabe usar todos los recursos de la imaginación que aquel que se niega a usarlos sólo porque según su sistema, confusión de niveles, es capaz de decir que “los espíritus no existen”.

Ignoro si la lengua inglesa es menos rica que la española en esta cuestión. No lo creo, y doy por sentado que allá también espíritu vendría a tener, entre muchos otros significados, el que el DRAE reconoce en la acepción séptima, esto es, la más perfecta, porque el siete significa plenitud: “vivacidad, ingenio”. Eso es de lo que carece Pullman cuando renuncia a usar palabras sólo porque en su sistema significan quién sabe que cosa. Que Dawkins carezca de ingenio en cuestiones de arte cristiano, es un mal menor, pues no podemos pedirle peras a ese olmo, tan obstinado a su phila; pero que un literato ignore la riqueza de su lengua es un pecado espiritual que desmerece su obra, y que la hace poco, en verdad muy poco estimable.

Sin embargo, de risa loca es que Pullman sea el autor de una serie de libros para niños llamados La materia oscura, serie en la cual se plantea que el alma de cada persona habita fuera del cuerpo en la forma de un animal de sexo opuesto a la de su dueño. Y alma y espíritu, y toda su pompa y aparato, lo espiritual y la espiritualidad son términos equivalentes. ¡Y Pullman es un tío con toneladas de títulos académicos! No dejo de carcajearme cuando puedo comprobar que Pullman está ciego a su propia obra. Los ateos modernos no dejan de cacarear que son más inteligentes que los creyentes. Muchos de ellos, entre ellos Pullman no lo son, en la medida que podemos conocerlos por sus frutos, y los frutos de Pullman son tan rancios como su imaginación.

domingo, 15 de junio de 2008

La danza del ateísmo

La danza del ateísmo



Disfrútenla en ritmo de rap

Reparto a la manera de Dios

Enrique Arias Valencia

Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene.
Mateo, 13:12

Los nuevos ateos, viejos jacobinos, dicen que Dios no existe, y con eso afirman que hacen ciencia, y campechanamente evaden el problema. Los creyentes exotéricos, de interior exacerbado, dicen que Dios es infinitamente bueno, y con eso creen cancelar el mismo problema. Anticlericales revolucionarios y religiosos institucionales no pueden ni siquiera sospechar que bajo las aguas de lo que ellos creen que es la realidad siempre ha nadado y nadará, el Leviatán resplandeciente y glorioso.

La ortodoxia no puede ver con buenos ojos el misticismo porque el misticismo nada no sólo contracorriente, sino que también lo sabe hacer en aguas profundas. Y hay ortodoxos en ambos bandos: Ratzinger entre los creyentes, y Dawkins entre los ateos. Por lo tanto ni unos ni otros nos solucionarán el problema. Y el problema es: ¿cuál es la naturaleza de Dios?

Entre los musulmanes hay un movimiento místico, el de los sufíes, que ha dado dos maravillosos frutos: la poesía de Rumi y un personaje legendario de nombre Nasrudín. Érase un sabio tonto, o un tonto que nos hacía ver que no somos tan sabios como creíamos ser o incluso, si el discípulo era verdaderamente valiente, Nasrudín se convertía en un maestro que nos hacía reír de las tonterías de este mundo; y más aún, si hoy nos dejásemos conducir por un momento de sublime indefensión, Nasrudín nos hará reír de nuestras propias tonterías.

A continuación, en un cuento de Nasrudín se expone con toda claridad la naturaleza de Dios, naturaleza que han esquivado tanto ateos como creyentes, atrapados por el corsé de hierro de sus propios mitos.

Es así que un día, cuatro chicos del barrio llevaron a Nasrudín un saco lleno de nueces, y con candor le suplicaron: “Maestro, no hemos logrado compartir las nueces. Por favor hágalo usted por nosotros”.

Nasrudín les preguntó: “¿Qué tipo de reparto deseáis, el de Dios o el del hombre?” Y los niños, con sobrada ingenuidad, contestaron: “El de Dios”.

Para sorpresa de los pequeñuelos, Nasrudín abrió el saco, y al primer niño le dio dos puñados de nueces, al segundo un puñado, al tercero sólo dos nueces y al último no le dio nada.

Los niños quedaron asombrados, y preguntaron a Nasrudín: “¿Qué manera es ésta repartir las nueces, maestro?”

A lo que Nasrudín replicó seguro: “La de Dios. Él da mucho a unos, poco a otros, y nada a algunos otros. Si me hubierais pedido el reparto de las nueces a la manera del hombre, ¡os hubiese entregado vuestras nueces a partes iguales!”

sábado, 14 de junio de 2008

De cómo Richard Dawkins se volvió bello y hermoso

Enrique Arias Valencia

A toda capillita le llega su fiestecita, o para decir casi lo mismo en lenguaje secularista: no hay plazo que no se cumpla, ni mal que dure 100 años, ni cuerpo que lo resista. El problema con las traducciones al lenguaje secular de expresiones de justa y preciosa tradición religiosa, es que se pierde gran parte del rico contenido expresivo que las frases religiosas tienen en beneficio de un dudoso prestigio racional.

Anteposteriormente habíamos tenido ocasión de carcajearnos justamente con las divertidísimas puntadas de nuestro querido y nunca bien reconocido, el señor don doctor Richard Dawkins, quien siempre tiene una genial respuesta para asombrarnos a nosotros, los grandes espíritus.

El colmo del descaro dawkinsiano corrió a cargo de Fernando G. Toledo, quien en su blog “Razón atea” fue capaz de contestarme que Dawkins también usa expresiones como “¡Dios mío!” cuando el ilustre etólogo se halla en apuros.

Por mi parte, a mí no me cabe duda de que un secularista es alguien que se avergüenza de reconocer sus rasgos de santidad, porque dichos rasgos son la prueba de la falsedad de su sistema.

Que Dawkins no pueda evitar decir “¡Dios mío!” en un momento embarazoso, acusa su buena fe. Vamos, que yo en momentos cruciales soy capaz de soltar ya no digamos una blasfemia blanca, sino las más terribles y repugnantes palabrotas que ser vivo haya sido capaz de proferir sobre la faz de la Tierra.

Cuando discuto con un secularista contra nuestro querido Richard, el secularista en cuestión nunca ha sido capaz de reconocer que, en dicha discusión, yo asumo deliberadamente el papel del malo, para así colocar a Dawkins en la difícil situación de ser el bueno, y por lo tanto, el santo de la historia.

Y es así como en mi devorador planteamiento estético-irracionalista estoy a punto de dar cumplimiento a una preciosa ambición que tiempo atrás ya venía yo acariciando: incluir a las obras de Dawkins entre los fenómenos estéticos de la Santa Belleza.

En consecuencia, a regañadientes del propio Dawkins llevo a sus obras, El gen egoísta y El espejismo de Dios, para ser consagradas en el altar del más bello de todos los Dionisos, el del reconocimiento de cómo Dawkins se volvió bello y hermoso, y muy a su pesar, un santo de Dios.

Amén.

viernes, 13 de junio de 2008

Un predicador fuera de lo común

Enrique Arias Valencia

Si bien desde mi punto de vista la belleza es superior y por lo tanto muchas veces se opone a la verdad; no puedo dejar de reconocer que los buscadores de la verdad son capaces de crear mucha belleza. Por eso ahora quiero presentar a su consideración a un Predicador fuera de lo común.
Su blog tiene una agradable interfaz, plena de ilustraciones, admirables poesías, y el gusto de su autor, entre muchas otras cosas, se reparte entre los pulpos, Sherlock Holmes, los comics, lo que él llama ateología y un fascinante y suculento etcétera.
Así, pues, con ustedes, El Predicador Malvado:

http://predicadormalvado.blogspot.com/

Que lo disfruten.

jueves, 12 de junio de 2008

Lágrimas de hermano

Con sus lágrimas, Teodoro González de León construyó un mausoleo de conmovedora arquitectura, homenaje imperecedero al poeta, al amigo, al hermano.
Susurrado desde el público por Enrique Arias Valencia el 19 de abril de 2008, con ocasión del Aniversario Luctuoso del poeta Octavio Paz en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México

miércoles, 11 de junio de 2008

Así es

La estética se basa en la representación.
Äriastóteles Lumínico

martes, 10 de junio de 2008

¿Será?

La educación estética de la música nos permite descubrir que la realidad esplendorosa es siempre bella.
Äriastóteles Lumínico

lunes, 9 de junio de 2008

La rendición incondicional

Para con el Universo espiritual, sólo vale la rendición incondicional.
Äriastóteles Lumínico

domingo, 8 de junio de 2008

Baroque



Música barroca: lleno de formas, pero sin forma.
Äriastóteles Lumínico

sábado, 7 de junio de 2008

La magia del capital

Vosotros habéis recibido gratuitamente, dad también gratuitamente.
(Mt, X.8)

Enrique Arias Valencia

El 6 de marzo de 2010 ¡por fin! terminará uno de los más absurdos retos que hombre alguno haya lanzado al mundo desde que a Herodes se le ocurrió exigirle a Jesús que le hiciera un milagro sobre pedido.

El pecado que casi ha estado a punto de cometer James Randi todos estos años se llama simonía, y no es nada nuevo en el universo espiritual. Ni más ni menos que un colega de Randi quiso persuadir a Pedro para que el apóstol le transmitiese el secreto de hacer milagros para así acrecentar el dudoso poder del maguito. Pedro, por supuesto, no accedió a los chantajes del oportunista, y parecía que todos contentos desde entonces.

Pero el ilusionista (nunca antes mejor dicho) Randi, al ser una figura representativa del capitalista secular, parece que no conoce la historia. Y todavía hoy ofrece un millón de dólares para todo aquel que demuestre tener un poder sobrenatural. Su perversa ingenuidad (como lo es en el fondo toda ingenuidad secular) radica en creer que la gente que tiene un bondadoso poder sobrenatural va a prestarse a hacer negocios con el capitalismo desalmado, del que la ideología de Randi es deudora al cien por ciento.

Irónicamente, que no haya ningún santo dispuesto a transigir con el capital, es el poder sobrenatural que Randi no es, y no será capaz de reconocer, y que debería pagar si fuese consecuente con su oferta. No obstante el siguiente aticismo es que estoy seguro de que ningún santo de verdad va a seguir el juego cobrándole a un viejo tan necio.

Hay que estar doblemente ciego para creer que con un experimento basado en el control del doble ciego puede llegar a saberse algo sobre el universo sobrenatural. Basta con que nos demos cuenta de que aquel que estuviese en condiciones de cobrar la apuesta de Randi, no querría cobrarla. Pues quien tuviese un poder sobrenatural, no se sentiría tentado a demostrarle a Randi nada; que un millón de dólares no son nada para el universo espiritual.

El capitalista cree que todo puede ser comprado, necedad que podemos equiparar con la del científico, y que consiste en creer que todo puede ser medido. Necedades ambas que confluyen en un solo punto: creer que todo lo real puede ser evidenciado. Majadería esta última de la que es figura representativa la obra de nuestro siempre muy querido aunque nunca bien ponderado Richard Dawkins.