lunes, 23 de agosto de 2010

Canciones de Rückert

Enrique Arias Valencia

Para el racional Jack, del irracional Enrique
Dice la leyenda que a medida que avanza el siglo, la música de Mahler se hace más sombría. Algunos críticos sostienen que el compositor transita de las Wunderhorn Werken a las Rückert Werken. Esto, en parte se justifica porque las sinfonías de la Uno a la Cuatro están muy influidas por el ambiente de El cuerno mágico de la juventud. En cambio, a partir de la Quinta, Mahler visitará los más secretos recovecos del corazón, guiado por uno de los más nostálgicos poetas del romanticismo tardío: Friedrich Rückert. Este domingo estoy en la Sala Neza para escuchar los poemas de Friedrich Rückert a los que Mahler puso música.



¡Son tantos recuerdos con estas piezas! Por ejemplo, en mis incursiones en YouTube “No mires a mis canciones” fue la primera pieza en Vocaloid que escuché. La voz sintética imita tan bien a la voz humana, que no pude evitar asociarla con la Chachis, una bebé de quien me hice amigo en el 2007, y que partió con su familia a su lejano pueblo en agosto de ese mismo año. Mi hermano escuchó la grabación, y al principio no se dio cuenta de que era una máquina quien cantaba. Él también asoció a la cantante artificial con la ausente Chachis. Siguiendo con el orden del ciclo vocal, la canción que sigue tiene un encanto que los tiempos prosaicos actuales no pueden entender. Tomo del programa de mano la traducción que dice:

Respiraba una fragancia dulce
En la habitación había
De tilo una ramita
Regalo
De una mano amada.
¡Qué agradable era del tilo el aroma!


Por cierto: en el siguiente video alguien ilustró “Respiraba una fragancia dulce” con sonrisas de jóvenes.


La canción “A media noche” incluye un glorioso episodio que, en parte, desmiente el predominio de lo triste en este periodo de la vida artística del compositor. Ante este majestuoso acorde, dado en fortissimo, no puedo evitar recordar que el sábado anterior monté al brioso Mister durante media hora. Entre los árboles dimos una vuelta a galope en el Bosque de Nativitas, barrio de Xaltocan. Es un instante en el que el alma es libre, aunque sólo sea para después volver a las oscuras regiones de la vida mundana y sin belleza alguna.

“Si amas la belleza, no me ames”. Este título me sirve para resignarme el abandono de Lísida. En su cínico discurso, Lísida sostenía que ella jamás se ha resignado a nada. Yo, el más feo de los hombres, al menos tengo como consuelo que alguna vez, ella me amó, aunque siempre sólo estuvo dispuesta a amar sólo por la belleza. Para compartir con mi amiga María José alguna vez hice una traducción de "Me he convertido en un extraño para el mundo", la canción de Gustav Mahler que cierra el ciclo de las Rückert-Lieder. Ahora estoy en Santa Cruz Acalpixca ordenando mis necias notas a un programa de música que he disfrutado en la Sala Neza.

Me he convertido en un extraño para el mundo.
Con quienes solía perder tan gratos momentos
no se ha oído nada de mí durante tanto tiempo
¡que bien podrían creer que estoy muerto!

Para mí no tiene mayor peso.
Si creen que he muerto,
no puedo desmentirlos,
porque en realidad estoy muerto para el mundo.

Estoy muerto para el tumulto del mundo,
¡Y reposo en un sitio manso!
¡Vivo solo en mi cielo,
en mi amor y en éste mi canto!

***

El reseñista asistió el día 22.
Ciclo Gustav Mahler I
Temporada de verano 2010
Orquesta Sinfónica de Minería
Sala Nezahualcóyotl

Octavo programa
Agosto 19, 21 y 22
Jueves: dedicado al Instituto de Química
Sábado: dedicado a la Facultad de Química
Domingo: dedicado a la Facultad de Medicina
Carlos Miguel Prieto, director

Gustav Mahler (1860-1911)
Canciones de Rückert (18’)
1. Blicke mir nicht in die Lieder
2. Ich atmet’ einen linden Duft
3. Um Mitternacht
4. Liebst du um Schönheit
5. Ich bin der Welt abhanden gekommen
Carla López-Speziale, mezzosoprano

Samuel Zyman (1956)
Tres laberintos concertantes (Estreno absoluto) (25’)
Adagio con moto - Allegro energico
Larghetto espressivo
Allegro con brio

Intermedio

Robert Schumann (1810-1856)
Sinfonía nº 4 en re menor op. 120 (28’)
1. Ziemlich langsam – Lebhaft
2. Romanze. Ziemlich langsam
3. Scherzo. Lebhaft
4. Langsam – Lebhaft

jueves, 19 de agosto de 2010

España como madre del mundo

Enrique Arias Valencia
Para Manuel Millán y José Miguel Moreno Sabio,
quienes están allende la Mar Océano
El motivo nace como melisma en una guitarra granadina. La melodía madura, y volvemos a encontrarla como tema de una canción andaluza. De ahí salta a las tonadas populares, y entonces se hace parte de la forma de la Madre Patria. Muchos siglos más tarde, el motivo aparecerá como parte de la Danza bohemia, uno de los temas de la ópera Carmen. Nietzsche sostiene que escuchó Carmen varias veces, y en alguno de sus libros no dudará en referirse a la Verdad como una astuta jovencita... Carmen, ni más ni menos.

Ahora bien, los críticos que he consultado encuentran en Mahler la influencia de dos grandes compositores: Wagner y Beethoven. Se les escapa Bizet, y con él, España. De la Carmen de Bizet, Mahler tomará ágiles pinceladas de la Danse Boheme para la Cuarta y Sexta sinfonías. En ambas obras el tema recibirá un tratamiento expresionista. En la sinfonía en Sol Mayor sorprende en el segundo movimiento, y deleita en el último. Así, el tresillo de las maderas del scherzo es una interesantísima variación de un tema que nació español, se naturalizó francés y se exilió austriaco. En el movimiento Muy cómodo de la Cuarta, tras los efectos chinescos de la mezzosoprano, tras los estallidos de la fanfarria, ocultos en la selva, aparecen de vez en cuando melismas de Carmen. Sí, es cierto que se trata de una España fingida por un sinfonista, la Península retratada por los ojos de un creador desmesurado, que conoció España por vía de un operista francés. Pero todo en Mahler se modifica para convertirlo en una expresión personal.

Muchos años después, la Guerra Civil hará que varios españoles salgan de su patria. Son almas melodías que, como el melisma de Carmen, partirán a otros países para fecundarlos. México fue inundado por un gran contingente español en dos grandes ocasiones: la primera fue la Conquista. La segunda fue el Exilio Español. La víspera del desembarco en el puerto de Veracruz, el poeta salamantino Pedro Garfias nos entregará “Entre España y México”, poema en el que en su conclusión se intercambian los papeles históricos del conquistador y el conquistado:
pueblo libre de México:
como otro tiempo por la mar salada
te va un río español de sangre roja,
de generosa sangre desbordada.
Pero eres tú esta vez quien nos conquistas,
y para siempre, ¡oh vieja y nueva España!

En el México del final de mi infancia no fui ajeno al exilio español. Uno de mis profesores de los cursos de verano era español. Firmaba sus trabajos poéticos como Magadiel, y era comunista y ateo. Recuerdo que intentó enseñarme parte de la tabla del cubo. Siempre fui refractario al orden, y no la aprendí. Tampoco conservo ni uno solo de sus poemas, que Manuel Galicia de Dios solía colgar en los cristales de una panadería que estaba en el Boulevard Xola, antes de que la camarilla de la burguesía de izquierda de México desfigurara mi barrio.

Décadas más tarde, durante la licenciatura de filosofía, me encontré en la Universidad con una generosa parte de la herencia de los maestros del exilio español. El doctor José Gaos nació en Gijón, llegó a México en 1939. En 1951 tradujo El ser y el tiempo, de Martin Heidegger. El mexicano Samuel Ramos consultó a Gaos cuando hizo su traducción de dos ensayos de Heidegger que fueron publicados en forma conjunta bajo el título de Arte y poesía. Yo, el peor de los lectores, a lo largo de este año he sido acompañado por este libro, en mis paseos por el sur de la Ciudad.

Leyendo “El origen de la obra de arte”, de Heidegger, intento comprender no el mundo, sino el arte. Pero quien comprende el arte, comprende la verdad del mundo: “La obra de arte abre a su modo el ser del ente” (p. 67). Y abrir el ser del ente, equivale a saber la verdad. La verdad acontece en la obra de arte: “En la obra está en operación la verdad, no solamente una verdad” (p. 90). “El brillo puesto en la obra es lo bello. La belleza es un modo de ser la verdad” (p. 90). Y sin embargo, “¿Qué es la verdad, que puede o debe incluso acontecer como arte? ¿Hasta qué punto, hay, en general, arte?” (p. 92). Y vuelvo al punto de partida.

Volver al punto de partida es situarse en la pregunta que no puede responderse sino desde el arte mismo. Por eso, Heidegger se hace poeta, y concluye en la belleza de la verdad.

La melodía a la que me he estado refiriendo nació en Granada. Pero, ¿dónde fue concebida? ¿No es acaso una danza bohemia? En una confusión típica de Europa, a los bohemios se les identificaba con los gitanos. Carmen era gitana. Se le llamó gitana porque se creía que esta nación errante procedía de Egipto: “egiptano”. Nómada, estuvo también en Bohemia, la patria de Gustav Mahler. Por eso se llama Danza bohemia la pieza musical de Carmen que, sostengo en este ensayo, Mahler usó en sus sinfonías 4° y 6°. ¿Y no sería para la Danza bohemia volver a su patria cuando fue dispuesta por Mahler? ¿He dicho patria? Mahler mismo dijo alguna vez: “Yo, el tres veces sin patria, bohemio entre los austriacos. Austriaco entre los alemanes. Judío en todo el mundo”.

La palabra sánscrita sitar se usa en la India para designar a un instrumento musical de cuerda pulsada. Quizá sitar pasó a cítara en Grecia. Sitar es la raíz indoeuropea de la que proceden gitana, guitarra y baraja. Baraja fatal como la que arrojan las gitanas en Carmen, anunciando una muerte segura.

¿Y por qué llamo a toda esta gitanería como España, madre del mundo? Si eres capaz de leer esto como tu lengua materna, la respuesta la tendrás en la punta de la lengua. En palabras de la Madre Juana Inés de la Cruz:
“Cítara solamente de Apolo”.
***


Relacionado con Heidegger.

***

Reflexiones que tuve en la Sala Nezahualcóyotl el domingo 15 de agosto de 2010:


Ciclo Gustav Mahler I

Temporada de verano 2010
Sala Nezahualcóyotl, 14 Y 15

Séptimo programa

Jueves: dedicado a Grupedsac
Sábado: dedicado a la Generación 60 de la Facultad de Química
Domingo: dedicado al Instituto de Física

José Areán, director


Joaquín Gutiérrez Heras (1927)

Postludio (11’)

Max Bruch (1838-1920)

Concierto para violín y orquesta nº 1 en sol menor op. 26 (24’)
1. Vorspiel. Allegro moderato
2. Andante
3. Finale. Allegro energico

Philippe Quint, violín

Intermedio

Gustav Mahler (1860-1911)
Sinfonía nº 4 en sol mayor (54’)
1. Bedächtig. Nicht eilen
2. In gemächlicher Bewegung. Ohne Hast
3. Ruhevoll
4. Sehr behaglich (“Wir genießen die himmlischen Freuden”. Text aus
“Des Knaben Wunderhorn”)
María Alejandres, soprano

domingo, 15 de agosto de 2010

La magia de las canciones de juventud

Enrique Arias Valencia

Si el pensamiento es tu destino, ofrécele lo mejor, lo más divino.
Nietzsche

Érase que se era una Eva futura. La idea original es del escritor Auguste Villiers de L'Isle-Adam, quien imaginó a Edison como el inventor de una autómata que tendría todo el atractivo de la mujer sin los inconvenientes del ser humano natural. No debería hacer aquí un análisis de lo equivocado que estaba Villiers de L'Isle-Adam al creer que las mujeres podían tener algún defecto; sino antes hacer eco de lo acertado de su visión futurista sobre lo que podrían hacer las máquinas.

Por ejemplo, las máquinas ya saben cantar. No lo hacen tan bien como los seres humanos, pero están aprendiendo muy rápido. ¡Yo creo que primero entenderán la máquinas el arte, aun antes que nuestros gobernantes!

A continuación les presento una máquina que canta una canción de mi amado Mahler ya con cierta emoción. Conozco gente que no se dio cuenta de que cantaba una computadora, por lo que si la prueba de Turing hubiese incluido un apartado estético, la máquina ya lo hubiese pasado. Ya hay, pues, artistas artificiales que cantan incluso mejor que varios cantantes de moda.





Este domingo he estado en la Sala Nezahualcóyotl para escuchar la serie de canciones conocida como El cuerno mágico del doncel, y Urlicht, la pieza anterior, forma parte tanto de este ciclo vocal, como de la Segunda sinfonía.

Ahora bien, “Donde resuenan las brillantes trompetas” fue la primera pieza vocal que escuché, una tarde soleada de mi lejana adolescencia. Antecedía el track de la Primera sinfonía en un disco de la Enciclopedia Salvat de los grandes compositores, grabación que escuché varias veces en el ático del Templo de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos, hogar del entonces sacristán Juan Alejandro López Calzada.

¿Qué es el arte? Acabo de leer que Heidegger sostiene que “el arte es la fijación de la verdad que se establece en la forma”. Yo, el peor de los filósofos, tengo para el día de hoy la que quizá sea la peor respuesta para esta pregunta que Heidegger contesta con esmero en El origen de la obra de arte.

El arte es aquello que habla directamente de nuestras vivencias, a veces con pasmosa identidad. En el siglo XIX los poetas Arnim y Brentano recopilaron una serie de poesías populares alemanas. Las piezas hablan de lo que nos pasa a todos, y nos regresan al mundo real. Así, una de las líneas de “Leyenda del Rin” dice: “¿De qué sirve una amada, si mañana no estará?” Pregunta que me hace saber que la sabiduría popular y yo tenemos mucho en común, si bien yo no soy un hombre popular, aunque eso es de lo más común.

¿De qué sirve que la mujer no tenga defectos, si es en función de su perfección que es capaz de abandonarnos? Yo tuve una pareja tan inteligente que tan pronto le resulté aburrido, se deshizo de mí. Luego, ésta es la pertinencia de la Eva futura, de Auguste Villiers de L'Isle-Adam.

Para los inconformes, la función del arte debe ser redimirnos de la vida que llevamos. Incluso, la fuerza del poeta es capaz de iluminar y transformar nuestra existencia con aquello que tenemos: el pensamiento. La purificación de las pasiones es la serenidad de la contemplación de una obra perfecta en su contenido y plena de mensaje. Esto me lleva a la “Canción del prisionero en la torre”


Los pensamientos son libres,
¿Quién podría adivinarlos?
Pasan tan veloces
Cual nocturnas sombras.
No hay hombre que pueda conocerlos,
No hay cazador que pueda derribarlos,
Pues siempre así será,
Los pensamientos son libres.*

Y en vista de que el tema es la libertad, para la Eva de la Nueva Era de la tecnología, propongo que su diseño sea parte del software libre. ¿Sueno demasiado cínico? La vida debe atemperarse con bromas, para que la risa no nos abandone, a pesar de que la búsqueda de la felicidad, aunque sea mandato constitucional de al menos una nación, sea un fracaso. Canta así el prisionero:

Y pues tanto te lamentas,
Yo renuncio al amor,
Y si de valor me armo,
Nada entonces me será tormento.
Y así en mi corazón
Siempre risas, siempre bromas,
Pues siempre así será,
Los pensamientos son libres.

¡Mis pensamientos son mordaces! ¡Les aseguro que San Antonio me dio hoy un sermón! ¿Y de qué sirven los sermones, aunque me fascinen? Aun a mis amigos los peces:

El sermón les ha gustado,
Mas igual que antes se conservan.

Blasfemar es imposible. Si eres creyente, tu insulto no puede importunar a Dios, quien trasciende todo. Y si no eres creyente, no hay nadie que reciba la blasfemia. Luego, sólo el prójimo creyente puede ofenderse con una blasfemia.

“Consuelo en la desgracia”. ¿Quién me acompañará a cabalgar? Por el momento, a pie, sólo el niño arriero, que apresta a Alondra. Libre por un instante, puedo galopar por el bosque. Al niño le daré una buena propina. A Lísida, la recordaré toda la vida.

Montaré mi caballo
Y de vino fresco beberé una copa,
Y por mi barba haré juramento:
Ser eternamente fiel a ti.

La Eva del porvenir está muy cerca, pues la fuerza de la imaginación puede traerla a la vida, aun para pesimistas como yo. Tal es la deslumbrante respuesta que podemos brindar cuando nos pregunten: “¿A quién se le ocurrió esta cancioncilla?”

La sinfonía de Schumann que escuché hoy también es catarsis. La dejaré en abstracto.

Por cierto, en el epígrafe cité de memoria a Nietzsche...

***

*Todas las citas de El cuerno mágico del doncel de este ensayito están tomadas del Programa de Lujo del Ciclo Gustav Mahler I que comparto con ustedes gracias a Internet.

Asistí el 8 de agosto del presente.

Temporada de verano 2010
Ciclo Gustav Mahler I

Sexto programa
Agosto 5, 7 y 8
Jueves: In memoriam Jorge Velazco (1943-2003)
Sábado: dedicado a la Facultad de Derecho
Domingo: dedicado al Instituto de Geografía
Carlos Miguel Prieto, director
Gustav Mahler (1860-1911)

Des Knaben Wunderhorn (El cuerno mágico del doncel) (42’)
1. Revelge (barítono)
2. Rheinlegendchen (mezzosoprano)
3. Trost im Unglück (barítono)
4. Verlor’ne Müh (mezzosoprano)
5. Der Schildwache Nachtlied (barítono)
6. Das irdische Leben (mezzosoprano)
7. Lied der Verfolgte im Turm (barítono)
8. Wer hat dies Liedlein erdacht? (mezzosoprano)
9. Des Antonius von Padua Fischpredigt (barítono)
10. Wo die schönen Trompetten blasen (mezzosoprano)
11. Lob des hohen Verstandes (barítono)
12. Urlicht (mezzosoprano)
13. Der Tamboursg’sell (barítono)

Barbara Dever, mezzosoprano
Jorge Lagunes, barítono

Intermedio

Robert Schumann (1810-1856)
Sinfonía no 3 en mi bemol mayor op. 97, Renana
1. Lebhaft
2. Scherzo. Sehr mäßig
3. Nicht schell
4. Feierlich
5. Lebhaft

sábado, 7 de agosto de 2010

domingo, 1 de agosto de 2010

Sinfonía Nietzsche

Enrique Arias Valencia

“Yo moriré para vivir”.
Mahler

Hace varios siglos, al Sur de la Cuenca de México, cuando todavía existía el Lago de Texcoco, comenzaba a florecer la cultura indígena de Cuicuilco, cuyo nombre significa “El lugar de las danzas, los colores y los cantos”. Entre los años 800 a 600 a. C. la civilización cuicuilca fue capaz de edificar una de las primeras pirámides mexicanas. Hacia el siglo I, con el auge de la cultura teotihuacana, Cuicuilco fue perdiendo importancia.

Una noche, el cercano volcán Xitle rugió con gran violencia, y su incandescente lava se derramó hacia la población. En un espacio cuyas dimensiones corresponde establecer a los geólogos, la lava borró todo rastro de vida: humana, animal y vegetal.

En Cuicuilco sólo se salvó el Gran Basamento Circular, una construcción que junto a otras menores, fueron mudos testigos de aquella catástrofe preclásica. Aquel hirviente caos fue el origen del Pedregal de San Ángel. Más asombroso fue lo que hizo la Naturaleza en aquel lugar. Semillitas pioneras repoblaron el yermo pedregal, y enfrentando unas nuevas condiciones, la lucha por la existencia y la supervivencia del más apto prodigaron un ecosistema único por variado, esplendoroso por verde, en el que plantas y animales rindieron un paisaje agreste.

El siglo XX vio nacer a la Universidad Nacional Autónoma de México. Hacia la segunda mitad del siglo la UNAM se estableció en buena parte del Pedregal de San Ángel. Al Sur quedó una reserva ecológica, y en 1979, rodeada por roca volcánica, se inauguró la Sala Nezahualcóyotl. Hoy estoy ahí para escuchar la Tercera sinfonía de Gustav Mahler.

El triunfo del verano sobre el invierno es la victoria de la razón por encima de la magia. Ésta es la alegre filosofía de la aurora, la cual en palabras de Nietzsche “a través del frescor de madrugada, presiente al Sol que amanece”. Es así como el individuo se libera de las ataduras del oscuro mundo sobrenatural. Para el primer movimiento de su Tercera sinfonía Gustav Mahler habló de “La seducción del verano”, el cual en encarnizada batalla contra el invierno, triunfa el Sol finalmente sobre las fuerzas oscuras de la Naturaleza. La llamada inicial de las ocho trompas canta sin cesar: “Todos los dioses son mortales”.


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El frío invernal es la gélida indiferencia de los dioses. A los dioses bellos y armoniosos, pero fríos y distantes se opone la audaz disonancia de la alegría y el esplendor del Sol, tropo de la diosa razón que se levanta con la corona de hiedra de un Dios desconocido.


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El segundo movimiento, proyectado como “Lo que me dicen las flores en el prado” es un Tempo di Menuetto que goza con los frutos del verano: las plantas florean gracias a la luz del Sol, y no debido a algún milagro estrambote. Es la sola expresión de la Naturaleza.

Por eso, aunque Mahler renunció a un programa formal para su Tercera sinfonía, al tercer tiempo, un chispeante Scherzo, lo sigo identificando con el movimiento y la astucia de los animales, metal en lontananza, que San Antonio predique a los peces.

Y llegamos así a la musicalización de un fragmento del Zaratustra de Nietzsche. Mahler pone a una mezzosoprano a cantar “Antes de la salida del Sol” la famosa canción de las campanadas de medianoche:

¡Oh hombre! ¡Atención!
¿Qué dice la profunda medianoche?
Dormía yo; dormía.
De profundo sueño desperté:
El mundo es profundo.
Y mas profundo de lo que creía el día.
Profunda es su pena.
El gozo, aún más profundo que la pena del corazón.
Dice la pena: ¡Perece!
Pero todo gozo quiere eternidad.
¡Quiere profunda, profunda eternidad!

¿No es para que yo le dé gracias a Dios por este milagro secular? ¡Nietzsche y Mahler, juntos gracias a la magia de la música! Por eso no es ocioso lo que sigue. La “Plegaria de los niños pobres” atacca una poesía fruto del Cuerno maravilloso del doncel:

“He violado los diez mandamientos;
Voy y peno amargamente
¡Ay, ven y ten piedad de mí!”

Porque si bien Dios ha muerto, y los nietzscheanos pretendemos estar más allá del bien y del mal; lo cierto es que el horror del pecado y la triste amenaza de la muerte nunca se van de nuestro corazón. A Dios lo resucita el arte para que sea un personaje redentor. Es así que un descarado Deus ex machina baja a redimir el dolor del mundo, y a transformarlo todo con el amor. Paráfrasis de Schiller, la música es la magia que une lo que la costumbre austera separó. Entre el coro están mis amigos Patricia Palacios, Cristina Rico, Alejandra Jiménez, y Adriana Ruiz. En el público estamos José Luis Sosa, José Antonio Díaz y un servidor. Dionisos, el Dios de la alegría, no sabe de separaciones y todo lo reúne con la música embriagadora.


12


Doloroso y bello, “Lo que me dice el amor”, último tempo de la sinfonía del amanecer, es la gracia apoteósica de un Adagio que con la orquesta en pleno entona sin solución de continuidad una canción orquestal:

“La celestial alegría, la ciudad bendita.
La celestial alegría que no tendrá fin”.

Cuatro cuartos en un enorme coral. “La redención por el amor”, finale con delirantes fanfarrias postrománticas, se encarna en el redoble de los timbales para dos ejecutantes, que se transfiguran en el corazón del mundo. La obra se expresa en un brillante Re mayor. Mahler nos regala un sueño de juventud: Paloma libre, brioso corcel que galopa audaz entre los brezales de un bosque lluvioso. A media noche un niño nos acompaña, y al reparar el caballo, despertamos en medio de ángeles y campanas. La Luna es una madrugada niña que danza en círculo virtuoso un leitmotiv mahleriano: Dios ha muerto, sí; pero lo necesitamos para reírnos de nosotros mismos, y con eso basta para resucitarlo.

Ciclo Gustav Mahler I
Temporada de Verano 2010
Quinto programa
29, 31, julio. 1° agosto

Jueves: dedicado al Cardenal Norberto Rivera
Sábado: dedicado a la Escuela Nacional de Música
Domingo: dedicado a la Facultad de Contaduría y Administración

Carlos Miguel Prieto, director
Gustav Mahler (1860-1911)
Sinfonía no 3 en Re menor

Erste Abteilung:
1. Kräftig. Entscheiden

Zweite Abteilung:
2. Tempo di Menuetto. Sehr mäßig
3. Comodo. Scherzando. Ohne Hast
4. Sehr Langsam. Misterioso. Durchaus pp (“O Mensch! Gib acht!”
Text aus “Also sprach Zarathustra” von Friedrich Nietzche)
5. Lustig in Tempo und keck im Ausdruck (“Bimm bamm! Es sungen
drei Engel einen süßen Gesang”. Text aus “Des Knaben Wunderhorn”)
6. Langsam. Ruhevoll. Empfunden

Orquesta Sinfónica de Minería
Carlos Miguel Prieto, director
Barbara Dever, mezzosoprano
Damas del Coro Filarmónico Universitario
Gerardo Rábago, director coral
Damas del Coro ProMúsica
Samuel Pascoe, director coral
Niños y Jóvenes Cantores de la Escuela Nacional de Música
Patricia Morales, directora coral
Ana Patricia Carbajal, directora coral asistente

(El reseñista asistió el sábado 31 de julio de 2010, a las 20:00 hrs.)