jueves, 7 de enero de 2010

Hubo un homenaje diletante a Alexander Von Humboldt

Enrique Arias Valencia



“La naturaleza es el reino de la libertad”.

Alexander Von Humboldt

El gran naturalista Alexander Von Humboldt descubrió los pisos de vegetación en Tenerife y los Andes. En México pueden observarse con cierta atención cuando ascendemos el Tepozteco. Si bien en este caso las diferencias entre los pisos no son muy dramáticas, sí tienen gran atractivo didáctico.

La teoría de los pisos de vegetación también se conoce como cliséride. Ésta sostiene que ascender 100 metros de una montaña equivale a recorrer 100 kilómetros de latitud terrestre. Por lo tanto, los 600 metros de altura del Tepozteco equivalen a 600 kilómetros de recorrido, tomando como punto de partida el Ecuador. A esto sumemos los 1400 metros sobre el nivel del mar a los que se encuentra el Valle de Tepoztlán, sobre el que se asienta el macizo.



Los pisos de vegetación del Chimborazo, según Humboldt y Bonpland


La tesis principal de la cliserie consiste en que cada piso se corresponde con una pauta especial de flora y fauna. En el Ensayo sobre la geografía de las plantas, leído el 7 de enero de 1805 a la Clase de ciencias físicas y matemáticas del Instituto Nacional (París), Humboldt y Bonpland explicaron que:
“Bajo los trópicos, sobre la vasta extensión de cuatro mil ochocientos metros de altura, en esa rápida pendiente que se eleva desde la superficie del océano hasta las nieves perpetuas, los diversos climas se suceden y están, por decirlo así, sobrepuestos”.

Es así que en el caso del Tepozteco, por debajo de los 1,600 metros sobre el nivel del mar el piso de vegetación pertenece al bosque tropical caducifolio, conocido también como selva baja. Para el visitante que sigue el sendero escalonado, este piso se distingue en lontananza como un manchón amarillento. En este piso del Tepozteco podemos ver los árboles de cuajiotes, cazahuates, cauhuilotes, tepehuajes y huizaches emparentados con matorrales y herbáceas. Los entendidos dicen que aquí el clima es semicálido subhúmedo. El bosque tropical caducifolio abarca de 1,500 a 2,200 metros sobre el nivel del mar. En otoño, a estos árboles se les caen las hojas, quedando bien pelones. A decir verdad, al estar fuera de mi alcance, aquí no pude pisar las hojas de otoño de este bosque, pero en otros lados, es algo que me gusta hacer muchísimo. Y es de la selva baja caducifolia de donde parten prestos los tejones para buscar alimento en la zona de la pirámide del Tepozteco, pues saben bien que ahí hay gente bien dispuesta a darles cacahuates gratis. El problema es que a los tejones les gusta cavar sus madrigueras en las paredes del templo, deteriorando así la construcción.

Presidido por densa bruma, el monte nos recibe con un ahuehuete partido por la mitad, riachuelo bajo sus raíces. La garra de león, quizá Philodendron sp. es la primera planta de media sombra que nos sale al paso.

Flanqueada por sendas paredes de perfecta vertical de cientos metros de altura, la garganta que remonta el Tepozteco es una invitación al deleite. Algunas de las rocas ígneas que atraviesan la cañada son producto de la actividad del Cenozoico medio volcánico. No obstante, hace 600,000 años, el Chichinautzin hizo erupción de nuevo. En consecuencia, los derrames de lava que conforman el suelo que pisamos son muy recientes, y las plantas que conquistaron esta barranca aprovecharon la creación de un lugar virgen. Las rocas más viejas del lugar pertenecen al Paleozoico y el Mesozoico. Al frente, la ladera, atrás, la herida del cielo cortada por las murallas de verde amarillo.

Por lo tanto, conquistando las laderas de las barrancas húmedas tenemos el bosque mesófilo de montaña. Si subimos por las escaleritas del Tepozteco, éste será el piso que nos acompañará a lo largo de dos kilómetros, sempiterno manchón verde. Se trata de una selva densa, que combina árboles caducifolios y de hoja perenne, con ejemplares de 15 a 20 metros de altura. Aunque los tengo al alcance de la mano, no los puedo distinguir por sus nombres; si bien aquí pongo algunas de sus especies: Quercus laurina, Clethra mexicana, Ternstroemia pringlei, Styrax ramirezii, Cornus disciflora, Meliosma dentata, Oreopanax peltatus, Carpinus caroliniana, Symplocos prionophylla y Arbutus xalapensis. La mayor parte de los árboles de este piso tienen hoja en forma de elipse, o que la recuerdan, como la ovada, la obtusa, la elíptica y la lanceolada, por ejemplo. Hermosas flores amarillas, violáceas y blancas salpican los caminos. Algunas son diminutas, otras mayores, todas esplendorosas. Por supuesto que abundan las enredaderas, los helechos, las aves y los ciempiés. De esta última especie, en una nueva aventura en la montaña, mi hermano me mostró un ejemplar rojizo.

El bosque mixto de pino-encino se encuentra entre los 1,600 y 2,800 metros sobre el nivel del mar. En este piso veremos el bosque compuesto por Juniperus y Cupressus. No es difícil de localizar, porque se trata de una selva tupida y muy atractiva a la vista, compuesta por enormes árboles recios. El clima se hace más frío. A más de 2,000 metros sobre el nivel del mar, en el bosque mixto de pino-encino fue donde se levantó el templo de Ometochtli-Tepoxtécatl, verdadero dios del pulque, la fertilidad y la cosecha, algo así como un Dionisos mesoamericano. La forma de las hojas de los árboles de esta serie tienen forma fractal, dispuestas en escamas que se ramifican minuciosamente, imbricadas para surgir en un espacio en forma triangular. Las aves de rapiña surcan el cielo en busca de sus presas.

Más allá de la pirámide del Tepozteco, a 2,800 metros sobre el nivel del mar se localiza la fronda de los pinares, bosque de coníferas, constituida por Abies religiosa, árbol conocido popularmente como oyamel. Este piso persistirá a una altitud mayor a los 3,000 metros sobre el nivel del mar. Aquí el clima es definitivamente frío, sin ser inclemente para la vida. Las hojas del oyamel son como agujas. Los oyameles son, pues, abetos que pueden alcanzar hasta los 50 metros de altura. En una lozana excursión con mi hermano al Tepozteco, a 2,000 metros de altitud, pude ver un hermoso ejemplar que quizá tenía 30 metros de altura. Hasta ahí llegaron nuestros pasos. Allende se desplegaba un bosque inaccesible para el aficionado.

La teoría de los pisos tiene otra notable consecuencia: mis recientemente realizados 30 metros de descenso en rappel equivalen a 30 kilómetros de recorrido de la latitud terrestre.

***


El Tepozteco de arriba a abajo:

a) Bosque de coníferas.

b) Bosque de pino-encino.

c) Selva baja caducifolia.

d) En las barrancas o laderas húmedas: bosque mesófilo de montaña.

***


Enlaces útiles:

Áreas naturales protegidas del Tepozteco

Prodigios del Tepozteco

Fichero sobre geobotánica

El blog de Pérez Medina




Fragmento de Ensayo sobre la geografía de las plantas

Geología y problemática de Morelos

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Wow. Estoy inmersa en tu post.
Gracias por mostrar todo esto tan interesante y magico.

Me voy a ver los links.

Gracias y un abrazo enorme.

Enrique Arias Valencia dijo...

¡Gracias por tus palabras, Oceánida!

genetticca dijo...

Visitar tu blog es realizar un maravilloso viaje por tu païs y su cultura, su vegentación y su fganuna. Tu modo tan real y a la vez romántico convierte el viaje en un placer sensorial y casi visible. Me encanta tu mannera de relatar.

Aprendo mucho en tu blog.

Saludos amigo

Enrique Arias Valencia dijo...

¡Hola, genetticca!

Tu presencia me alegra el alma.

¡Gracias por el reconocimiento!

Salvador Núñez dijo...

Humboldt era un hombre increíble, infatigable caminante y curioso al extremo. Yo también le guardo admiración y gratitud.

Enrique Arias Valencia dijo...

Muy acertado tu comentario, Salvador. Esa es la expresión que define nuestra relación con Humboldt: Gratitud.

¡Salud e inquieta alegría!

Atilio dijo...

Siempre me sorprendió cuantos exploradores de gran calibre produjeron los ingleses. Esto fue hasta que me vine a vivir a Inglaterra.
Allí fue que comprendí que el motivo era escaparse de sus mujeres y tener sexo con las nativas.

Jack Astron dijo...

Hermoso relato Enrique.

Después de leerlo, parece que lo hubiese vivido yo.

¡Saludos!

Enrique Arias Valencia dijo...

Atilio: ¡Tu buen humor es contagioso!

Jack: ¡Gracias por darme tu valioso punto de vista!

¡Salud e inquieta alegría!

Dyas dijo...

Con tu post tengo para rato, voy despacio...
Saludos.

Enrique Arias Valencia dijo...

¡Hola, Dyas!

Manuel dijo...

Hola Arias. Gran relato de un ascenso-descenso que posee auténtica magia.
Respondo tarde, pero mi padre ha estado cerca de la muerte, internado 15 días en la unidad de vigilancia intensiva. Ahora se recupera muy despacio en una habitación normal.
Poco tiempo para internet.
Un fuerte abrazo.

Enrique Arias Valencia dijo...

Hola, Manuel.

Salud para tu padre y para ti.

Anónimo dijo...

excellent points and the details are more specific than elsewhere, thanks.

- Norman

Anónimo dijo...

hey your blog design is very nice, clean and fresh and with updated content, make people feel peace and I always enjoy browsing your site.

- Thomas