Enrique Arias Valencia
Debo a mi tocayo el señor Rojas Gamboa el acertado contenido de las siguientes ideas, no obstante la forma, y por lo tanto los posibles errores doctrinarios, es mía.
Si la poesía consiste en vaciar de contenido un objeto, para vaciarlo en otro, dotando a ambos así de nuevos significados, luego entonces la eucaristía es poesía, pues se toman las especies del pan y el vino, objetos de la comida común, para dotarlos de un significado trascendente: hacerlos signos sensibles del misterio de la Encarnación.
El misterio de la Encarnación se presenta en la transubstanciación: los objetos dejan de ser lo que son, para pasar a ser el cuerpo y la sangre de Cristo que se ofrecen por todos nosotros.
Hace muchos años que no comulgo; tiempo ha que me he retirado de mi parroquia, y sin embargo, de vez en cuando no deja de conmoverme la forma en que se exponen las ideas en una Iglesia de la que hube de retirarme para gozar, así lo pienso yo, de mis procacidades libertarias.
Debo a mi tocayo el señor Rojas Gamboa el acertado contenido de las siguientes ideas, no obstante la forma, y por lo tanto los posibles errores doctrinarios, es mía.
Si la poesía consiste en vaciar de contenido un objeto, para vaciarlo en otro, dotando a ambos así de nuevos significados, luego entonces la eucaristía es poesía, pues se toman las especies del pan y el vino, objetos de la comida común, para dotarlos de un significado trascendente: hacerlos signos sensibles del misterio de la Encarnación.
El misterio de la Encarnación se presenta en la transubstanciación: los objetos dejan de ser lo que son, para pasar a ser el cuerpo y la sangre de Cristo que se ofrecen por todos nosotros.
Hace muchos años que no comulgo; tiempo ha que me he retirado de mi parroquia, y sin embargo, de vez en cuando no deja de conmoverme la forma en que se exponen las ideas en una Iglesia de la que hube de retirarme para gozar, así lo pienso yo, de mis procacidades libertarias.
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