viernes, 22 de mayo de 2009

Ante el volcán


Enrique Arias Valencia

Una catarina de belleza inusitada, carmín encendido, atrapa mi mirada. De pronto, el poema se interrumpe, o mejor dicho, cambia de tono: la tierra tiembla. El fenómeno me sorprende en una ladera, ascendiendo el volcán Teuhtli, desde la cara que mira a Villa Milpa Alta.

Sé que los ateos no debemos tener ciertos sentimientos, pero ahora estamos solos yo y mi alma. Es así que mientras dura el movimiento, me invade una sensación de misticismo: no se escucha ni un solo ruido, pero siento cómo se balancea el terreno. Algunas pequeñas rocas se deslizan con una suavidad surrealista: lo hacen mudas, sin encontrar con qué hacer ni el más leve murmullo. Ni un solo sonido, sólo mi corazón que late con fuerza, rendido al supremo poder de la naturaleza. Es un temblor que me comunica con el silencio primordial, con la nada. Hasta ahora, los temblores de los que había tenido experiencia habían sido en comunidad. Ahora, esta soledad buscada me premia con una oscilación que podría traerme la muerte.

Hace unos días le confesé a mi consejera espiritual que me parecía que mi vida no tiene sentido. ¿Y si fuese aquí, despeñándome desde este solitario paisaje, como todo terminara para mí? Allá está el camino horizontal que la lava labró en el volcán. Hubiese bastado que el terremoto me hubiese sorprendido ahí, para que mi caída hubiese sido mortal.

En vez, de eso, alcanzo la cima. Rodeo el cráter, descubro al guardabosques de Tulyehualco, quien me pregunta que cómo me fue con el temblor. Platicamos brevemente sobre el caso; él me asegura que en el volcán no se sienten los terremotos, que éste había durado veinte segundos, y que estuvo muy duro.

Desde la cumbre pueden verse San Antonio Tecómitl, San Francisco Tecoxpa, San Jerónimo Miacatlán, San Agustín Ohtenco, San Juan Tepenahuac, Villa Milpa Alta, Santa Ana Tlacotenco, San Lorenzo Tlacoyucan, San Pedro Atocpan, San Pablo Oztotepec, San salvador Cuauhtenco y San Bartolomé Xicomulco. Al darle la vuelta al cráter, aparecen San Gregorio Atlapulco, San Luis y Tulyehualco, En lontananza, se distinguen Iztapalapa, Xico y Mixquic. De manera macabra, la bruma cubría la ciudad de México. ¿Habría desaparecido, devastada por el temblor, en tanto que el volcán Teuhtli soportó heroico su embate?

El guardabosques me facilita instrucciones para que yo pueda bajar al cráter del Teuhtli de la mejor manera. Una vez ahí, literalmente el volcán me rodea por completo. Es la primera vez que estoy en el centro del cráter. ¡Lo que hubiera dado porque el temblor me sorprendiese aquí! ¡Solo, en un volcán! Incluso, morir tragado por la tierra del Teuhtli durante la sacudida. ¡Qué poético! Pero la vida, mi vida, hace mucho tiempo que dejó de ser poética…

5 comentarios:

Atilio dijo...

Muy emocionante relato de una historia singular, sin dudas.
Singular en muchos aspectos, si eso fuese posible.
Solo, silencio, salvado por unos metros, temeroso de ser el único que quede o el único que muera y arrastrando un peso misterioso.
Pues bien, que se lo trague la tierra al peso ese y a maravillarse y alegrarse con el espectáculo privilegiado que te ofreció la naturaleza a ti solo. No se puede evitar concluir que debe gustar de ti en silencio y secreto.
Beato seas, dirían los religiosos, cuyas maravillas se reducen a imaginaciones, mientras las tuyas literalmente sacuden la tierra.
Y ese encuentro a la Rulfo, mágico.
Y ese deseo de morir en el anfiteatro volcánico, errado.
Es allí donde debe morir tu peso, el que cargas, sacrificado en aras de la alegría de vivir, es simple.
Gracias por compartir tan bella historia.
Alegrémonos que estés entre nosotros! Hay tanto para hacer!

maxcourrech dijo...

La verdad que esta muy chido el relato, ademas me sorprendió el comentario igualmente sublime por parte4 de Atilio, solo te recomiendo que no tomes medicamentos psiquiatricos cuando hagas cosas como esta porque en una de esas si te nos piras. Muchas felicidades por compartir esta experiencia irrepetible y que demuestra lo divino e infinito dentro de una cascara humana y terrenal.

Felicidades.

Moscuda dijo...

Hola Enrique. Me pude imaginar perfectamente los lugares. Aunque el Teuhtli no es el cerro más alto de Milpa Alta, es el más hermoso porque es el más familiar, el que tenemos más a la vista, rodeado de nopales. Lo que pocos conocen es el mero centro, el cráter, y caminar solitarios en él. Me gusta el relato porque aunque no lo creas si de verdad tu vida no tuviera sentido, creo que no captarías tanta belleza. Me llamó la atención que los nombres de los pueblos están impecablemente escritos. Se nota el cariño por el pueblo que algunos años fue tu pueblo. Abrazos paisanos!!!

Moscuda dijo...

Ah! por cierto, gracias por haber estado el martes ahí, me dio mucho gusto saludarte!! Otros abrazos!

Enrique Arias Valencia dijo...

Gracias a tod@s por sus comentarios.
Saludos