jueves, 1 de marzo de 2012

Reencarnación científica

La Evolución como Metáfora

Enrique Arias Valencia

Con piel y carne me cubriste, con huesos y nervios me tejiste en una pieza; me regalaste la vida y te acercabas a cuidar mi respiro.
Job, 10:11-12

Durante el siglo XII, Europa se vio iluminada por las enseñanzas de quien después sería reconocido como San Francisco de Asís, quien vio a la Naturaleza entera como hermana. En su famoso “Himno al Sol” este santo exclama entre otras cosas:
“Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento y por el aire y el rocío y por todo tiempo, con el cual das sustento a tus creaturas...”
Estamos frente a un movimiento de glorificación de la Madre Naturaleza, una exaltación de la fraternidad universal. En la India también se manifestó un clima espiritual en el que la Naturaleza se revela como nuestra hermana, pero aquí el concepto fue más intenso, más vivo, más consciente. Somos hermanos del raudo pez y de la paciente rosa, del suave viento y de la arena de los mares. ¿Qué puede afirmar la ciencia al respecto?

Darwin en pocos trazos

La ciencia biológica ha descubierto algo asombroso: después del sagrado momento de la concepción, una célula triunfante se instala en el fértil sitio que su madre le ha regalado, igual a como lo hicieron hace millones de años las primitivas células que flotaban en los mares originarios. Esto parece apuntar a que procedemos de células diminutas como los infusorios paramecios de los lagos, seres microscópicos que nadan alegremente en su medio.

Algunos días después la criatura que se desarrolla en el vientre materno encarna ahora a un conjunto de células que tras de haberse dividido varias veces, constituyen ahora una elegante esferita que pronto comenzará a presentar una concavidad en un costado. Muy pronto el embrión se asemejará a un celentéreo, esas criaturas marinas como son las anémonas o los corales. Somos hermanos de animales que viven en el mar, de él procedemos y muchas vidas hemos tenido en el vientre materno sin siquiera sospecharlo.

Al principio el pequeño ser sólo tiene dos capas de células, pero pronto se añade una tercera. ¿No somos hermanos de los platelmintos y nematelmintos? Estos últimos fueron los primeros seres que tuvieron sangre en sus cuerpos y sangre es lo que ahora fluye en el pequeño embrión.

Hace millones de años la Madre Tierra sirvió de vientre para albergar a los equinodermos, quienes fueron los primeros seres con esqueleto interno, como las estrellas de mar, y un esqueleto se manifiesta ya en el ser que se nutre con el alimento que le proporciona su madre a través del cordón umbilical. A las tres semanas el embrión cuenta ya con una cuerda vertebral y también posee un esbozo de hendiduras branquiales, como sus antepasados los peces. Asimismo, no olvidemos que la criaturita flota en un medio líquido y unas pequeñas escamas al rededor de la boca muy pronto se convertirán en dentadura. Sus aletitas laterales formarán brazos y piernas.
Poco después el embrión asume el aspecto del hermano anfibio, como por ejemplo el ajolote del barrio de Xaltocán de Xochimilco, un animal de eterna infancia y que en su forma es capaz de recordarnos al pez, al batracio y al reptil.

Nuestro embrión también recorrerá etapas de desarrollo análogas a las de estas criaturas. Por fin el bebé se muestra como un mamífero primitivo. Sus manitas modeladas con sabiduría, son ya una copia en miniatura de las de su madre. Su boca, sus pulmones, detallados por la mano de un Dios desconocido, muy pronto podrán decir la palabra “Mamá”. El ser ha pasado de embrión a feto.

Hay quienes decían que el hombre está totalmente desvinculado de los animales y que por lo tanto no podemos ni descender ni reencarnar gracias a otros seres. El caso es que hemos reencarnado ya. Nuestro corazón pasa por las etapas de sencillita bomba, hasta convertirse en cuatro cámaras las cuales toman la sangre impura y la purifican por medio de una delicada alquimia, sin mezclarla nunca. La Naturaleza pone a evolucionar a los seres, llevándolos a una mayor consciencia de sí mismos. ¿No es ésta la misión de la vida, un homenaje a la vida misma?

11 comentarios:

genetticca dijo...

Leyendo tu escrito entran ganas de vivir, de retroceder y ser otra vez unicélula. Iniciar el proceso, pero y ser consciente de ello desde el mismo momento de la concepción. Yo también pienso como Asis, el amor a la vida y todo lo que la compone forma la unidad, todo es lo mismo.
Pero desgraciadamente para sostener nuestro cuerpo matamos, devoramos,asesinamos a pobres animales sin el menor remordimiento. Niezche,en su obra "Mas allá del bien y del mal" se cuestiona, quien nos devorará anosotros? Quien se alimenta con nuestras vidas'


Un bello y profundom escrito.

Un abrazo

Enrique Arias Valencia dijo...

genetticca:

Nuestra alma nos proporciona el alimento espiritual que trasciende a nuestros huesos. Por lo tanto, nuestras vidas alimentarán a quienes podamos legarles algo.

genetticca dijo...

Jolines...que profundo.

c. oriental dijo...

Ahora cuento chistes gráficos en mi blog.

http://rastacalcedonico.wordpress.com/

Quien quiera enviarme algun chiste gráfico que lo haga, si es bueno lo publicaré.

Requisito: Debe ser humor cristiano, como el del blog.

Saludos y gracias.

xD

Jack Astron dijo...

Muy interesante artículo Enrique, escrito además con tu habitual maestría.

Saludos.

P MPilaR dijo...

No sé discernir si en más o en menos procuro a mi alma vida o es ésta, VIDA IMPURA, la que a mi espíritu engrandece.
No sé, no sé. Pero trascienden mis pensamientos, malos /buenos en pos de acertar, ¡si acierto!
Un placer bienhallar este blog: Por diferente, por especial, por en rigor espléndido.
Abrazos

Carmen Troncoso Baeza dijo...

Me ha llenado de especial alegria lo que has escrito Enrique, yo tambien brindo por la vida en todas sus formas, y si, creo que pasamos por multiples etapas hasta llegar a ser lo que somos, bendita naturaleza, un abrazo del corazon,

Manuel dijo...

No tengo nada que decir, Enrique. Tu texto está lleno de belleza, hace pensar sobre la vida y sus orígenes... y sobre quiénes sómos.
Un abrazo.
Manuel.

Campanilla dijo...

A esta paramecia, que no ha llegado a mucho más, le ha encantado tu blog. Te felicito, qué original... Saludos.

Enrique Arias Valencia dijo...

Gracias a todos vosotros por vuestras palabras.

Campanilla dijo...

Gracias Enrique, tus palabras hacen creer que algo quedará de nosotros en este perro mundo. Tal vez una brisa con nuestro olor, tal vez nuestra sonrisa grabada en el horizonte. Besos y salud.