domingo, 1 de mayo de 2011

Primero ensayo en Do

Enrique Arias Valencia


¿Acaso es bella la nota Do? En cierta forma, Kant nos ha enseñado que sí. Incluso es bella porque sabemos desentendernos de ella. La nota Do es bella porque nos contenta o descontenta sin brindarnos concepto alguno. Por consiguiente, Bach, Mozart, Beethoven, y hasta los compositores contemporáneos han encontrado bella la nota Do. Do ha sido aceptada universalmente como una nota bella. Por lo tanto, es necesario que Do sea bella, como si cumpliese un propósito que, sin embargo, permanece oculto a la razón. El sentimiento que despierta en nosotros la nota Do: bello propósito sin fin que permanece en nosotros.


La palabra acuerdo significaría que las cuerdas se conforman a una norma: digamos, la 432, Do 256. Y pasamos a otra nota. Por lo tanto, decíamos, Do es bella porque sabemos desinteresarnos de ella. Por lo tanto, el sentimiento que despierta en nosotros la nota Do es necesario para amar la música. No es bella por sí misma, es bella cuando la referimos a nuestros sentimientos.


Lo mismo podríamos decir de cada nota, de cada acorde, de cada motivo, aunque quizá ya no de cada melodía ni de cada estilo musical. Encontramos belleza en lo más general, lo que sigue es cuestión de agrado, quizá. Sostendremos lo mismo de la luz y la oscuridad, y de cada color.


¿Y en poesía, qué decir en poesía sino que nos placen la rima y el metro? En 1670 Sor Juana escribió un poema para celebrar la construcción del Templo de San Bernardo, en la muy noble e insigne, muy leal e imperial ciudad de México. El metro y la rima de sor Juana son perfectos, modelo de arte elevada:




A este edificio célebre


sirva pincel mi cálamo


aunque es hacerlo mínimo


medida de lo máximo.




Pues de su bella fábrica


el espacioso ámbito


excede a la aritmética,


deja vencido el cálculo.




Donde aquel Pan angélico,


entre accidentes cándidos,


asiste como antídoto,


quiere estar por viático.





Le he leído a Nietzsche un pensamiento que también ha cristalizado en la imaginería popular del siguiente modo: “Los dioses tejen las desdichas de los hombres para que los poetas tengan algo que cantar”. Es así que en 1861, durante la guerra de Reforma, el célebre convento de San Bernardo de México, fue demolido por completo. Sólo se salvó una parte del templo. El pintor José María Velasco pintó algunas escenas de tan triste acontecimiento. Advirtamos que al disgustarnos sin interés, en un juicio de gusto universal, bello despropósito sin fin, es necesario descubrir la enérgica belleza del sublime nacimiento del México moderno entre las ruinas del templo de san Bernardo en el pincel de Velasco.








¿Qué pasa cuando el dolor es sin interés ni concepto, cuando se antoja universal y necesario? Tal dolor deja de ser fuente de infelicidad y se convierte en manantial de belleza. ¿Cómo llamaríamos a aquel ateo que sabe cultivar dicho dolor, sino esteta, y su dolor sería, por lo tanto, bello? No soy optimista, soy ateo, pero no veo la vida como un Valle de Lágrimas, salvo en su misteriosa belleza.


¿Cómo era de hermoso el templo de San Bernardo que arrancó a sor Juana un bello trabajo de poesía? No lo sé. Lo que sí sé es que en vista del triste papel que la Iglesia Católica desempeña ahora que se acerca al ocaso, no puedo dejar de advertir que liberales de Juárez hicieron bien en procurar el laicismo para nuestro México. Sin embargo, al ser partícipe de la destrucción del patrimonio cultural, el partido de Juárez se hace odioso para el ateo esteta. Por lo tanto, la historia de México es con Juárez, trágica; y sin Juárez, trágica.








He partido de la nota Do para comenzar este ensayo, y me he dirigido a lo muy particular del martirio del templo de San Bernardo. Para regresar a la tónica, modularé este ensayo con una visita al Museo José Luis Cuevas. Este recinto cultural está alojado en lo que fuera el Convento de Santa Inés. Con su belleza, ¿da una idea de la magnificencia del extinto convento de san Bernardo? No podemos saberlo.


Este sábado 30 de abril asistí a un concierto que el Ensamble Alter Voce brindó en el patio de la Giganta del Museo José Luis Cuevas. Dirigido por Rodrigo Castañeda, Alter Voce nos deleitó con un concierto a capella, que comenzó al mediodía en el siglo XVI con el Tourdion de Pierre Attaignant (1494-1552) y terminó en la tarde del siglo XX, con MKL (1984) de U2.


Con un anónimo del Cancionero de palacio “Dindirindin”, del siglo XVI los cantantes nos llevaron al deleite de las notas ágiles. “Triste España sin ventura” bien podríamos hacerla nuestra los mexicanos, pues por ejemplo, lo que le sucedió al muy célebre templo de san bernardo en México es parte del martirio de España. Una canción catalana “El cant des ocells” fue coreado por los pájaros que viven en el patio del museo. La filosofía también estuvo presente en ese juego de espejos que es el yo: “Yo no soy yo” del compositor Inocente Carreño y poesía de Juan Ramón Jiménez. Creo que a ésta siguió “Esta tierra” de Javier Busto.


La música popular tuvo su parte con el Bullerengue de José Antonio Rincón. También escuchamos tres piezas mexicanas: “A la orilla de un palmar”, de Manuel M. Ponce y la sandunga y la bamba, todas en arreglo de Ramón Noble. La aventura estética incluyó un paseo por África, con una pieza llamada “Caminando en la luz de Dios”.


Y así regresamos a la tónica de este ensayo: la nota Do estuvo presente en el concierto, pero los estetas pudimos desentendernos de ella, al fundirla en la cascada de melodías con que nos agasajó Alter Voce.

3 comentarios:

La abuela frescotona dijo...

AMIGO DEL ALMA MIA, A LA NOTA DO, LA SIENTO COMO TÚ, ES PARTE DE LA MELODÍA, Y LA ARMONÍA MUSICAL, APARTE DE SABER, POR CRUCIGRAMAS, SE QUE ANTIGUAMENTE SE LLAMABA UT.
ADEMAS ESTOY DE ACUERDO CON NIETZCHE, LA MEJOR MUSA ES EL DOLOR, Y EL DESENCANTO. ESTOY DE ACUERDO CONTIGO, LA RELIGIÓN, ES ALGO PRIVADO DE CADA UNO. TÚ, COMO ESTETA, VES LA VIDA COMO DEBIERA VERLA UN CRISTIANO, BELLA COMO OBRA DE LA CREACIÓN, LAS VIRTUDES TEOLOGALES, FE, ESPERANZA, Y CARIDAD, TAMBIÉN DEFINEN TU VISIÓN DEL MUNDO, PUES LAS DOS PRIMERAS, NO EXISTEN SIN LA OTRA, QUE DA COMO RESULTADO EL OPTIMISMO. LA ESPERANZA ES FE, Y UNIDAS MANTIENEN EL SENTIMIENTO DE ALGO NUEVO. TAMBIEN, TÚ, POSEES EL DON DE LA CARIDAD, PUES COMPARTES TU OPTIMISMO, Y TU SENTIDO DE LA BELLEZA. CREO QUE TÚ, IGNORAS QUE ERES CREYENTE, SIEMPRE HABLANDO DE UN CREADOR DE TODAS LAS COSAS. DE LA INSTITUCIÓN IGLESIA ES UN INVENTO PARA DOMINAR VOLUNTADES, Y GENERAR DINERO. AQUI ME QUEDO ARIASTÓTELES, SALUDOS

LO.CA. dijo...

Sabio post Enrique, cada vez que te visito aprendo, disfruto ...

Manuel dijo...

Hola Enrique. Sólo deseo liberarme un poco para volver a recuperar mi actividad blogera.
En cuanto a tu bello escrito, decirte unas cosas:
1. Habéis heredado en México algo muy español, el anticlericalismo destructor y devastador del patrimonio artístico., Es una lacra a extinguir, pero que ha hecho mucho daño (pobre convento de San Bernardo).
2. Creo que dindirindín din está dentro de una "ensalada" de Mateo Flecha, pero quizá estoy confundido.
3. Elñ bellísimo romance "Triste España sin ventura" está escrito por Juan de la Encina por la muerte del príncipe Juan, heredero de los Reyes Católicos y que falleció con 14 años.
Un abrazo.