domingo, 21 de agosto de 2011

La caída de Gustav Mahler

Enrique Arias Valencia

“Las notas son huesos cubiertos de carne”.

Gustav Mahler (1860-1911) el artista cuyo pentagrama audaz compuso el siglo XX, era un músico supersticioso. Para ser audaz hay que arriesgarse a ser un exagerado, y para ser supersticioso hace falta creer en el poder metafísico de la música.

A la más apolínea de las agrupaciones musicales de México, la Orquesta Sinfónica de Minería, bajo la batuta perfecta de José Areán le tocará interpretar la sinfonía maldita de Gustav Mahler. ¿Cuál es el origen de la maldición de la Décima? Desde que Beethoven estableció el canon de nueve sinfonías, muchos han sido los músicos que temen componer la décima de su ciclo propio. Así Schumann, así Schubert, así Bruckner, así Dvorak y suma y sigue. Gustav Mahler quiso evitarse contrariedades por medio de un truco con el que pretendería engañar al destino. Así, cuando Mahler terminó su Octava, escribió La Canción de la tierra como una nueva sinfonía, a la que no numeró como su novena. Luego hizo su propia Novena, y después, creyendo que había vencido la maldición, confiadamente empezó a redactar su Décima, en fa sostenido mayor. Sin embargo, el espíritu de Mahler estaba ya muy quebrantado cuando emprendió el proyecto de la Décima, y las notas que acompañan la partitura son estremecedoras. ¿Cómo podría un irracionalista como yo combatir la maldición de la Décima sinfonía?





Sala Nezahualcóyotl. He asistido a la función del sábado por la noche. Se trata de la versión ejecutable de Deryck Cooke, pues Mahler murió sin terminar la partitura fatal. El fantasmal Adagio que abren las cuerdas, motivo coreado por los bronces me recuerda por momentos la “Muerte de amor” wagneriana. Me resulta imposible identificar el primer y segundo sujetos del primer movimiento, pues el ambiente sombrío y sarcástico de la orquesta lo que predomina, por encima de cualquier sujeto. Citas de la noche de amor de la Séptima del propio Mahler perfilan una atmósfera que contrasta sutilmente con el carácter general del colosal Adagio.

En el segundo movimiento la dramática irrupción de la broncínea llamada de los alientos sobrecoge el espíritu. Quizá sean mis delirios irracionales, pero la rítmica del primer Scherzo me recuerda la marcha turca de Las ruinas de Atenas de Beethoven.

El tercer movimiento es chinesco. “¿Purgatorio?”, me pregunto. Y es que esta música es, desde mi muy personal punto de vista, sencillamente celestial. Amo el tratamiento pentatónico en las obras de Mahler. Hace ya un cuarto de siglo que leí en el clásico Mahler de José Luis Pérez de Arteaga que el compositor austriaco escribió en la partitura de este Allegretto Moderato las siguientes palabras: “Purgatorio o Infierno”, y que de forma muy supersticiosa tachó la palabra “Infierno”.

El cuarto movimiento me convence de que Mahler ya se había convertido en el amo del Scherzo. De nuevo, se hace en mí el recuerdo de la biografía de Pérez de Arteaga, pues fue al comienzo del segundo Scherzo de su incompleta Décima sinfonía, que Mahler apunta en la partitura: “El diablo baila conmigo, ¡locura, poséeme, maldito de mí! ¡Destrúyeme para que pueda olvidar que existo!” Mahler escribió estas notas cuando ya sabía que su querida y bella Alma era la amante del arquitectosete del universo Bauhaus. También la hija del desdichado matrimonio ya había muerto. En consecuencia, para un alma atormentada, es irrelevante que Dios y el Diablo no existan. Los científicos podrán llevar razón al sostener que Dios es un peligroso espejismo, y sin embargo, el hombre perdido en este tiempo que siglos son, selva que es mundo confuso y espantoso, no dejará de creer en los seres del mundo suprasensible sólo porque la ciencia sea el supuesto adalid de la verdad. Las escalofriantes palabras de Mahler acerca de la satánica posesión de la locura las leí casi veinte años antes de que fuera yo testigo de primera fila del espeluznante brote de locura de la Señorita Sin Nombre. En más de un sentido, Mahler ha sido para mí un asombroso profeta musical. Cuando reflexiono en estos acontecimientos, no puedo dejar de escapar una carcajadita de conmiseración, dirigida a quienes piensan que la ciencia es la mejor manera de conocer el mundo. Mahler, más humano que cualquier científico, y por lo tanto, más acertado que lo que pueda llegar a ser cualquier teoría científica, anota en su pentagrama: “¡Piedad, oh, Dios!, ¿por qué me has abandonado?”. Y al final: “¡Hágase tu voluntad!” En las manos de un artista, Dios es la mayor metáfora, mayor que la cual no hay nada más metafórico.

Antes de terminar su Décima, Gustav Mahler había muerto, pero su Evangelio musical vivirá por siempre. Sí, es cierto que Dios es sólo un prodigioso espejismo, una mentira con la que la mente se miente a sí misma. No obstante, en la sala de conciertos una detonación anuncia el final. La tuba y los metales replican a la violenta percusión. En vivo es más impresionante que cualquier grabación: del gran tambor me espanta su rugido, y cada vez que interviene me sobrecoge el corazón. A continuación, la flauta y las cuerdas nos ofrendan una de las páginas más bellas de Mahler. La catarsis es perfecta. A pesar del imbécil de Walter Gropius, a pesar de las infidelidades de su propia Alma, a pesar de las líneas mal trazadas de la naturaleza, como la bebé que parte prematuramente, la vida se impone como una esmerada danza apolínea que celebra ditirambos dionisíacos. ¿Qué es pues la Décima sinfonía para mí, el más irracional de los estetas? He digerido en mis venas las palabras de Aristóteles, y encuentro en su tesis de la purificación de las pasiones amén de la obra de arte, la respuesta al significado de la página incompleta de Mahler. Éste es el milagro del amor hermoso que cura mi cuerpo y embellece mi alma. Y que me sea deparado un futuro clemente.

***

Programa VIII | Agosto 18 y 20, 20 hrs. | Agosto 21, 12 hrs. |

Johann Sebastian Bach (1685-1750) - (orquestación de Luciano Berio)|
Contrapunctus XIX de “El arte de la fuga“

Gustav Mahler (1860-1911)
Décima sinfonía en fa sostenido mayor (versión ejecutable de Deryck Cooke)

6 comentarios:

Manuel dijo...

¡¡Cuánto tiempo Enrique!!
Llevo un verano de perros, con poco tiempo. Sólo decirte que eres un melómano afortunado, has escuchado más música en directo que cualquier aficionado de tu edad.
Por otro lado... creo que realmente es Mahler-Mahler el adagio inicial y desconozco hasta dónde está eçla mano de Cooke.
Un abrazo.

Enrique Arias Valencia dijo...

Mi muy querido Manuel: celebro tu fina percepción del desliz estético en el que incurro en mis líneas. Tu corrección Mahler-Mahler es brillante y sí procede.

En mi descargo diré que el artículo lo escribí en la sala, durante el concierto, sin acceso a ninguna bibliografía auxiliar.

¡Salud e inquieta alegría!

genetticca dijo...

Hermoso,como siempre, aprendo mucho contigo.

Unhttp://visceral-genetticca.blogspot.com/ abrazo.

Anónimo dijo...

Hola cacho, al leer tu excelente comentario viene a mi mente que lo mas oscuro de la noche tiene como hijo a la mas bella de las claridades, la luz de la estrella de la mañana nos ilumina, como el supuesto enemigo o acusador que mencionas, que es padre necesarísimo de la luz inefable y eterna. Un abrazo. MC.

Anónimo dijo...

Have you ever thought about publishing an e-book or guest authoring on other websites?
I have a blog based upon on the same topics you discuss and would really like to have you share some stories/information.

I know my subscribers would value your work. If you're even remotely interested, feel free to shoot me an email.

Here is my weblog ... web

Anónimo dijo...

Hey there. I noticed your site title, "Blogger: �riast�teles Plat�nico" does not really reflect
the content of your site. When creating your site title, do
you believe it's most beneficial to write it for Search engine optimisation or for your viewers? This is one thing I've been battling
with due to the fact I want good search rankings but at the same
time I want the best quality for my website visitors.


My web site :: cheyne.net