Enrique Arias Valencia
El viernes, 4 de enero de 2008, a las 11:07 recibí un correo de la hermosa Lísida, que decía: “Mi querido hermano Enrique, quiero que me enseñes a cantar”. Y aunque si bien es cierto que la música es uno de mis grandes amores, yo no tengo estudios formales de la más perfecta de las artes. Pero, ¿cómo podía decirle que no a Lísida? Por lo tanto, le contesté que sí. Le hice una pequeña prueba, y ella añadió que alguna vez le habían determinado que su voz era semejante a la de Tatiana, y que además, era ideal como voz acompañante. ¿Quién era aquella Tatiana a la que se refería Lísida?
Tatiana Palacios Chapa nació en Filadelfia, Estados Unidos, de padres mexicanos. Es así que tiene doble nacionalidad. Si bien hoy dedica su carrera al público infantil, hacia 1984 debutó como cantante protagónica de la ópera Rock Kumán. También se lanzó como solista ese mismo año con un disco que sólo llevaba el nombre de la novel artista. Una canción de dicho álbum saltó a la fama y hasta llegó a grabársele un video muy celebrado: “El amor no se calla”. Así nació una estrella de la juventud; aunque no está de más aclarar que en aquella época la música de Tatiana sólo fue para mí un lejano eco de la cultura popular, y nada más. Con todo, en este apocalíptico 2012 y con ya 41 años a cuestas, ha querido mi alma repasar los tiempos felices de mi adolescencia. Y hete aquí que, gracias a YouTube y a varias páginas de discografías, el trabajo se ha hecho fácil y divertido.
Hoy Tatiana me sorprende por su voz clara y feliz de mezzosoprano. Del álbum siguiente, me parece muy tierno e hilarante el dueto que hizo con Johnny Lozada en “Cuando estemos juntos”, y “Detente”, pues con ellas se pretendía dar una pequeña lección de educación sexual a los adolescentes. Sin embargo, las intensas melodías y el espíritu de Tatiana compensan todos los descalabros. “Me voy a enamorar”, cumple con todos los requisitos del amor cursi: un tema muy empalagoso para la poesía, pero que todos quisiéramos vivir. Este asunto es muy interesante, pero muy pocos lo han abordado, porque se corre el riesgo de colocar los sentimientos propios en la palestra. ¿Por qué a algunos de nosotros nos recorre una descarga dionisiaca cuando una bella chica nos canta una línea como la siguiente?
Locos, los dos estamos locos
todo, podría suceder
rojo, mi corazón al rojo
solos, hasta el amanecer.
No se puede estar cuerdo, enamorado y decir cosas coherentes. Friedrich Nietzsche, uno de los espíritus más graves de todos los tiempos, ha dicho: “En el amor siempre hay algo de locura, mas en la locura siempre hay algo de razón”. Busco después las piezas que no fueron tan famosas en su época, y que por lo tanto yo jamás escuché. Me encuentro con “Maldito teléfono”, y me roba el corazón. El coqueteo es algo que siempre resulta agradable en una pequeña historia de amor. De pronto, me topo con otra canción que, por su título, llama mi atención: “Querido amigo”. Sin embargo, postergo su audición algunos días, para volver a disfrutar con los éxitos de Tatiana. Una mañana, por fin escucho:
Son 15 largos años compartidos
Juntos de casa al cine,
siempre unidos
Manos entrelazadas
Besos de puro amigo
Y contigo contar.
Aun con toda su bella melodía y el indudable encanto de la voz de Tatiana, la letra subsiguiente de esta canción me revuelve el estómago. ¿Qué ha sucedido? He vivido algo semejante a lo que canta Tatiana: he sido amigo de quien me gusta, y ella también me ha dicho algo como esto:
Y no te enfades si vuelo a otros nidos,
Serás siempre mi amigo, tú serás siempre.
Quiero ser, tan libre como el río aquel,
Y saber que un día a ti podré volver.
Con su áspero carácter, seguramente involuntario, tal vez “Querido amigo” sea una pieza apta para alcanzar la catarsis aristotélica. Entonces, toda esa náusea que siento, una vez descargada en forma estética, podrá ayudarme a purificar mis pasiones al escuchar las razones del comportamiento ideal de la mujer. La mujer quiere ser libre de hacer pareja con quien ella quiera, pero quiere contar con el apoyo de una vieja amistad. El delicado corazón de la mujer, tan diferente al del hombre en este aspecto, es sin embargo un sublime contrapunto a las escandalosas pasiones del varón. El espíritu femenino sueña con una amistad eterna. El espíritu del varón anhela descubrir a martillazos el misterio de la verdad en medio de un oasis de belleza.
Otro problema es que, en términos de la estética kantiana, si se cuela un criterio moral cuando entramos en contacto con una obra, como es el caso de lo que me sucedió con “Querido amigo”, luego la apreciación del objeto está empañada por un concepto, “lo que debería ser” frente a lo que en efecto es. Por lo tanto, esta canción no es percibida como bella. Ojo, porque si la canción disgusta sin que se entrometa concepto alguno, la canción sí que será advertida como bella. El displacer también es bello si es ajeno a la moral. No obstante, el timbre de la voz de Tatiana, y la melodía, ajenas al discurso hablado, son aun admirables y bellas en su exposición.
Con sus canciones que evocan la juventud y sus avatares, Tatiana se convierte en arquetipo: Tatiana es el comienzo, lo no visto, lo eternamente bello, el noviazgo perfecto. No olvidemos que una mañana de enero, Lísida me envió un breve correo que decía: “Mi querido hermano Enrique, quiero que me enseñes a cantar”.
13 comentarios:
La voz que canta dice cosas,pero nada comparables a las notas que se unen para diversificarse en cada oidor.
Yo,personalmente, prefiero la música sin letra,con escepciones.
No tengo buena voz, yo te pediría. Enrique,enseñame a escuchar.
un abrazo
He aquí una primera lección para escuchar:
http://www.youtube.com/watch?v=5nPRgsV0V18
¡Un beso!
Lo escuché. Impresionante.
En este caso la música es una sugerencia,el lamento de los violines insinua presencia. Esas son las escepciones a las que me refería. La voz y la letra, en un perfecto enlace de sentimientos y orden,un equilibrio perfecto.
El sonido,como el aroma, se incrusta en el alma y se consigue un extasis que habitua,ya no se puede vivir sin esa droga tan sublime.
gracias por ese momento.
últimamente se me ha dado por pensar que escucho más música en inglés (y otros idiomas) que en castellano porque disfruto más de ellas al no entender las letras. A veces presto debida atención si la melodía me gusta mucho y la quiero cantar, y pesco algunos párrafos, y si me interesa mucho el contenido busco una buena traducción... y resulta que ese "concepto" a veces me "empaña" el "objeto". Y a veces no...
Hace unos días un conocido subía en Facebook un video de U2, ponderando lo bueno del grupo. Coincidí en que siempre me gustóla música que hacen, y él respondió algo sobre los valores o ideales que representan... Y claro, es imposible separar la música del artista y de lo que él quiere expresar con ella. Pero lo que más disfruto de la música es la música en sí misma: una buena voz, una hermosa melodía, un precioso instrumental, y eso, sí, es magia para mí.
¡Cariños!
Genetticca: Escuchar la música nos lleva a ver lo que hace el artista cuando la ejecuta. Hoy la música electrónica nos ayuda a ver lo que hace el artista en la partitura, como en este Solfeggio de C. P. E. Bach.
Lauri: Me recordaste mi adolescencia. Aún no lo he comentado, pero en aquel entonces escuchaba música en inglés, y no me interesaban las letras. Si bien, los videorocks (videoclips) irrumpieron en ese tiempo, y la imagen me ayudaba a saber de qué trataban las piezas que oía.
Maravilloso Enrique, es una obra maestra,. Que agilidad y que dominio!!!
Gracias, muchas gracias por tu ayuda, es realmente un gran conocimiento.
Salud y salud
¡Hola, Genetticca!
Ahora me gustaría que escucharas a una estudiante que toca la misma pieza, pero con un tempo distinto: aquí.
Esto me parece muy bello de YouTube, que por primera vez podemos asomarnos a lo que hacen los amateurs, los estudiantes, los aficionados.
¡Alegría y alegría!
pregunto querido Ariastóteles si después de la crónica a Tatiana, Lísida mantenía su entusiasmo por el canto...
te abrazo genio amigo mio
hola amigo
Pues creo que me gusta más esta versión más pausada, como que se instala mejor en el oído y reposa mejor en el resto del cuerpo.
Es dificil definir el sentimiento, el exceso nde sensibilidad que mueve la música. No podría vivir sin ella,para mi es el sentido que revoluciona un sinfin de sensaciones, indescriptibles, pero vivas y nutritivas.
Ando estos dias un poco enojada con los políticos de mi país, y escucho más a Wagner y Elgar...a veces creo necesario que estalle todo, para resurgir de las cenizas y valorar la intensidad del fuego.
un abrazo
¡Hola, Abuela! Un gran placer saber de ti. Lísida es tan sabia y está tan llena de alegría que si leyera este artículo, seguramente su comentario sería muy juicioso y prudente. ¡Ella llega a la fuente de la creación!
Genetticca: Tu comentario se parece mucho a la intención original de mi alma. En ocasiones, yo también quisiera que todo estallara. Sin embargo, la música de Tatiana me ayuda a ver las cosas de una manera más humana. Por ejemplo, en esta canción Tatiana nos da un mensaje: Baila conmigo.
Por eso yo últimamente no escucho a Wagner. ¡Es tan incendiario! El arte que ahora estudio es el arte del corazón. Pero, ¿estoy a tiempo para escuchar el latido de su palabra? ¡Su ternura es infinita!
¡Salud e inquieta alegría!
Pues bailaremos amigo, con las manos en la cintura y moviendo los pies, antes que nos pongan una soga al cuello y nos corten las patas por los tobillos.
Eres un encanto de persona.
un abrazo
Encantadora Genetticca: ¿Y si pudieras escoger tu reencarnación, no te gustaría renacer en Tatiana? Porque a mí me gustaría hacerlo en su primer novio, aquel que entendiese las palabras de la chica cuando dijo:
me voy a enamorar, me voy a enamorar.
Se que será contigo
me voy a enamorar, me voy a enamorar
contigo por primera vez.
Recuerda que el arte es un juego, aquel en el que nuestros sueños se cumplen. Últimamente en este juego me refugio: el de los esplendores de una juventud que no viví en los brazos de una chica, sino atento a un estudio cuyos frutos aún no he recogido. La canción, aquí.
Esa pureza del primer amor ya la viví, pero acabó cuando con un despertar abrupto y real. Me gustaría reencarnarme en grito, grito inacabable que contubiese todos los sonidos del mundo en un solo son. La carne casi que me pesa, cada vez soy más volatil en un mundo donde es negativo todo aquello que se desplaza un milímetro del suelo. Esa es la soledad del alma, la más apaciguadora, porque perdiendo todo contacto con la realidad se encuentra el verdadero sentido de la belleza.
un abrazo ,maestro.
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