Enrique Arias Valencia
Para el racional Jack, del irracional Enrique
Dice la leyenda que a medida que avanza el siglo, la música de Mahler se hace más sombría. Algunos críticos sostienen que el compositor transita de las Wunderhorn Werken a las Rückert Werken. Esto, en parte se justifica porque las sinfonías de la Uno a la Cuatro están muy influidas por el ambiente de El cuerno mágico de la juventud. En cambio, a partir de la Quinta, Mahler visitará los más secretos recovecos del corazón, guiado por uno de los más nostálgicos poetas del romanticismo tardío: Friedrich Rückert. Este domingo estoy en la Sala Neza para escuchar los poemas de Friedrich Rückert a los que Mahler puso música.
¡Son tantos recuerdos con estas piezas! Por ejemplo, en mis incursiones en YouTube “No mires a mis canciones” fue la primera pieza en Vocaloid que escuché. La voz sintética imita tan bien a la voz humana, que no pude evitar asociarla con la Chachis, una bebé de quien me hice amigo en el 2007, y que partió con su familia a su lejano pueblo en agosto de ese mismo año. Mi hermano escuchó la grabación, y al principio no se dio cuenta de que era una máquina quien cantaba. Él también asoció a la cantante artificial con la ausente Chachis. Siguiendo con el orden del ciclo vocal, la canción que sigue tiene un encanto que los tiempos prosaicos actuales no pueden entender. Tomo del programa de mano la traducción que dice:
Respiraba una fragancia dulce
En la habitación había
De tilo una ramita
Regalo
De una mano amada.
¡Qué agradable era del tilo el aroma!
Por cierto: en el siguiente video alguien ilustró “Respiraba una fragancia dulce” con sonrisas de jóvenes.
La canción “A media noche” incluye un glorioso episodio que, en parte, desmiente el predominio de lo triste en este periodo de la vida artística del compositor. Ante este majestuoso acorde, dado en fortissimo, no puedo evitar recordar que el sábado anterior monté al brioso Mister durante media hora. Entre los árboles dimos una vuelta a galope en el Bosque de Nativitas, barrio de Xaltocan. Es un instante en el que el alma es libre, aunque sólo sea para después volver a las oscuras regiones de la vida mundana y sin belleza alguna.
“Si amas la belleza, no me ames”. Este título me sirve para resignarme el abandono de Lísida. En su cínico discurso, Lísida sostenía que ella jamás se ha resignado a nada. Yo, el más feo de los hombres, al menos tengo como consuelo que alguna vez, ella me amó, aunque siempre sólo estuvo dispuesta a amar sólo por la belleza. Para compartir con mi amiga María José alguna vez hice una traducción de "Me he convertido en un extraño para el mundo", la canción de Gustav Mahler que cierra el ciclo de las Rückert-Lieder. Ahora estoy en Santa Cruz Acalpixca ordenando mis necias notas a un programa de música que he disfrutado en la Sala Neza.
Me he convertido en un extraño para el mundo.
Con quienes solía perder tan gratos momentos
no se ha oído nada de mí durante tanto tiempo
¡que bien podrían creer que estoy muerto!
Para mí no tiene mayor peso.
Si creen que he muerto,
no puedo desmentirlos,
porque en realidad estoy muerto para el mundo.
Estoy muerto para el tumulto del mundo,
¡Y reposo en un sitio manso!
¡Vivo solo en mi cielo,
en mi amor y en éste mi canto!
***
El reseñista asistió el día 22.
Ciclo Gustav Mahler I
Temporada de verano 2010
Orquesta Sinfónica de Minería
Sala Nezahualcóyotl
Octavo programa
Agosto 19, 21 y 22
Jueves: dedicado al Instituto de Química
Sábado: dedicado a la Facultad de Química
Domingo: dedicado a la Facultad de Medicina
Sábado: dedicado a la Facultad de Química
Domingo: dedicado a la Facultad de Medicina
Carlos Miguel Prieto, director
Gustav Mahler (1860-1911)
Canciones de Rückert (18’)
1. Blicke mir nicht in die Lieder
2. Ich atmet’ einen linden Duft
3. Um Mitternacht
4. Liebst du um Schönheit
5. Ich bin der Welt abhanden gekommen
Carla López-Speziale, mezzosoprano
Samuel Zyman (1956)
Tres laberintos concertantes (Estreno absoluto) (25’)
Adagio con moto - Allegro energico
Larghetto espressivo
Allegro con brio
Intermedio
Robert Schumann (1810-1856)
Sinfonía nº 4 en re menor op. 120 (28’)
1. Ziemlich langsam – Lebhaft
2. Romanze. Ziemlich langsam
3. Scherzo. Lebhaft
4. Langsam – Lebhaft
6 comentarios:
Hola, Jack. Déjame contarte una indiscreción: hice la reseña antes de asistir al concierto, y la programé para que se publicase después de éste. Hay algunas cosas que hubiese puesto en mis reflexiones si hubiese seguido el curso regular. Unas pequeñas niñas estuvieron muy atenta a la orquesta, y al terminar la obra de Samuel Zyman, una de ellas exclamó: “¡Guau!” A mí también me asombró gratamente la percusión y el discurso melódico de los Tres laberintos concertantes, y los aplaudí gustoso. La sinfonía de Schumann de la misma manera me parece asombrosa, y lamento nunca dedicarle a Robert algunas líneas en mis reseñas; pero aparte de que no conozco el contexto shumanniano sigo sin Internet en casa, y como dije por ahí, este post lo hice en un pueblo del Sur de la Ciudad de México. Por cierto que ese domingo de concierto, por la tarde monté a Chamaco, y un amigo tuvo la cortesía de tomarme en video. Espero poder compartirlo en algún momento.
Una abrazo
Me habéis agotado, los dos, me vuelvo a mi redil. No obstante, valió la pena dedicarle un tiempo a tan extensa lectura.
Besossssssssss.
Que bella poesía!
Cuanta soledad complacida! cuanta resignacion benevolente!!
La música...alma,mas que sonido, o quizas el sonido del alma?
Los rostros, bueno, la huella de la vida es tan intensa en ellos que sus ojos hablan de la prehistoria.
Belleza total, como solo tu sabes dignificarla.
Un abrazo.
Eres mi diapason particular.
¡Hola, aniki! ¡Bienvenida!
¡genetticca! ¿Cómo estás?
Lola: Últimamente siento que tus palabras siempre me acompañan.
Un abrazo universal
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