domingo, 1 de agosto de 2010

Sinfonía Nietzsche

Enrique Arias Valencia

“Yo moriré para vivir”.
Mahler

Hace varios siglos, al Sur de la Cuenca de México, cuando todavía existía el Lago de Texcoco, comenzaba a florecer la cultura indígena de Cuicuilco, cuyo nombre significa “El lugar de las danzas, los colores y los cantos”. Entre los años 800 a 600 a. C. la civilización cuicuilca fue capaz de edificar una de las primeras pirámides mexicanas. Hacia el siglo I, con el auge de la cultura teotihuacana, Cuicuilco fue perdiendo importancia.

Una noche, el cercano volcán Xitle rugió con gran violencia, y su incandescente lava se derramó hacia la población. En un espacio cuyas dimensiones corresponde establecer a los geólogos, la lava borró todo rastro de vida: humana, animal y vegetal.

En Cuicuilco sólo se salvó el Gran Basamento Circular, una construcción que junto a otras menores, fueron mudos testigos de aquella catástrofe preclásica. Aquel hirviente caos fue el origen del Pedregal de San Ángel. Más asombroso fue lo que hizo la Naturaleza en aquel lugar. Semillitas pioneras repoblaron el yermo pedregal, y enfrentando unas nuevas condiciones, la lucha por la existencia y la supervivencia del más apto prodigaron un ecosistema único por variado, esplendoroso por verde, en el que plantas y animales rindieron un paisaje agreste.

El siglo XX vio nacer a la Universidad Nacional Autónoma de México. Hacia la segunda mitad del siglo la UNAM se estableció en buena parte del Pedregal de San Ángel. Al Sur quedó una reserva ecológica, y en 1979, rodeada por roca volcánica, se inauguró la Sala Nezahualcóyotl. Hoy estoy ahí para escuchar la Tercera sinfonía de Gustav Mahler.

El triunfo del verano sobre el invierno es la victoria de la razón por encima de la magia. Ésta es la alegre filosofía de la aurora, la cual en palabras de Nietzsche “a través del frescor de madrugada, presiente al Sol que amanece”. Es así como el individuo se libera de las ataduras del oscuro mundo sobrenatural. Para el primer movimiento de su Tercera sinfonía Gustav Mahler habló de “La seducción del verano”, el cual en encarnizada batalla contra el invierno, triunfa el Sol finalmente sobre las fuerzas oscuras de la Naturaleza. La llamada inicial de las ocho trompas canta sin cesar: “Todos los dioses son mortales”.


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El frío invernal es la gélida indiferencia de los dioses. A los dioses bellos y armoniosos, pero fríos y distantes se opone la audaz disonancia de la alegría y el esplendor del Sol, tropo de la diosa razón que se levanta con la corona de hiedra de un Dios desconocido.


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El segundo movimiento, proyectado como “Lo que me dicen las flores en el prado” es un Tempo di Menuetto que goza con los frutos del verano: las plantas florean gracias a la luz del Sol, y no debido a algún milagro estrambote. Es la sola expresión de la Naturaleza.

Por eso, aunque Mahler renunció a un programa formal para su Tercera sinfonía, al tercer tiempo, un chispeante Scherzo, lo sigo identificando con el movimiento y la astucia de los animales, metal en lontananza, que San Antonio predique a los peces.

Y llegamos así a la musicalización de un fragmento del Zaratustra de Nietzsche. Mahler pone a una mezzosoprano a cantar “Antes de la salida del Sol” la famosa canción de las campanadas de medianoche:

¡Oh hombre! ¡Atención!
¿Qué dice la profunda medianoche?
Dormía yo; dormía.
De profundo sueño desperté:
El mundo es profundo.
Y mas profundo de lo que creía el día.
Profunda es su pena.
El gozo, aún más profundo que la pena del corazón.
Dice la pena: ¡Perece!
Pero todo gozo quiere eternidad.
¡Quiere profunda, profunda eternidad!

¿No es para que yo le dé gracias a Dios por este milagro secular? ¡Nietzsche y Mahler, juntos gracias a la magia de la música! Por eso no es ocioso lo que sigue. La “Plegaria de los niños pobres” atacca una poesía fruto del Cuerno maravilloso del doncel:

“He violado los diez mandamientos;
Voy y peno amargamente
¡Ay, ven y ten piedad de mí!”

Porque si bien Dios ha muerto, y los nietzscheanos pretendemos estar más allá del bien y del mal; lo cierto es que el horror del pecado y la triste amenaza de la muerte nunca se van de nuestro corazón. A Dios lo resucita el arte para que sea un personaje redentor. Es así que un descarado Deus ex machina baja a redimir el dolor del mundo, y a transformarlo todo con el amor. Paráfrasis de Schiller, la música es la magia que une lo que la costumbre austera separó. Entre el coro están mis amigos Patricia Palacios, Cristina Rico, Alejandra Jiménez, y Adriana Ruiz. En el público estamos José Luis Sosa, José Antonio Díaz y un servidor. Dionisos, el Dios de la alegría, no sabe de separaciones y todo lo reúne con la música embriagadora.


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Doloroso y bello, “Lo que me dice el amor”, último tempo de la sinfonía del amanecer, es la gracia apoteósica de un Adagio que con la orquesta en pleno entona sin solución de continuidad una canción orquestal:

“La celestial alegría, la ciudad bendita.
La celestial alegría que no tendrá fin”.

Cuatro cuartos en un enorme coral. “La redención por el amor”, finale con delirantes fanfarrias postrománticas, se encarna en el redoble de los timbales para dos ejecutantes, que se transfiguran en el corazón del mundo. La obra se expresa en un brillante Re mayor. Mahler nos regala un sueño de juventud: Paloma libre, brioso corcel que galopa audaz entre los brezales de un bosque lluvioso. A media noche un niño nos acompaña, y al reparar el caballo, despertamos en medio de ángeles y campanas. La Luna es una madrugada niña que danza en círculo virtuoso un leitmotiv mahleriano: Dios ha muerto, sí; pero lo necesitamos para reírnos de nosotros mismos, y con eso basta para resucitarlo.

Ciclo Gustav Mahler I
Temporada de Verano 2010
Quinto programa
29, 31, julio. 1° agosto

Jueves: dedicado al Cardenal Norberto Rivera
Sábado: dedicado a la Escuela Nacional de Música
Domingo: dedicado a la Facultad de Contaduría y Administración

Carlos Miguel Prieto, director
Gustav Mahler (1860-1911)
Sinfonía no 3 en Re menor

Erste Abteilung:
1. Kräftig. Entscheiden

Zweite Abteilung:
2. Tempo di Menuetto. Sehr mäßig
3. Comodo. Scherzando. Ohne Hast
4. Sehr Langsam. Misterioso. Durchaus pp (“O Mensch! Gib acht!”
Text aus “Also sprach Zarathustra” von Friedrich Nietzche)
5. Lustig in Tempo und keck im Ausdruck (“Bimm bamm! Es sungen
drei Engel einen süßen Gesang”. Text aus “Des Knaben Wunderhorn”)
6. Langsam. Ruhevoll. Empfunden

Orquesta Sinfónica de Minería
Carlos Miguel Prieto, director
Barbara Dever, mezzosoprano
Damas del Coro Filarmónico Universitario
Gerardo Rábago, director coral
Damas del Coro ProMúsica
Samuel Pascoe, director coral
Niños y Jóvenes Cantores de la Escuela Nacional de Música
Patricia Morales, directora coral
Ana Patricia Carbajal, directora coral asistente

(El reseñista asistió el sábado 31 de julio de 2010, a las 20:00 hrs.)

2 comentarios:

diego dijo...

Hola, Enrique! Que bueno tenerte de nuevo por el blog...y que bueno disfrutar de la lectura de tus escritos! Cuanta poesia, cuanta inspiracion. Nietzsche vive en vos (pero eso no te quita meritos, eh).
Y que interesante todo lo que contas de tu pais, tan rico en cultura nativa. Un gran saludo! Nos escribimos.

La abuela frescotona dijo...

EN NIETZSCHE, TIENE TODAS MIS PREGUNTAS, TODAS LAS RESPUESTA, AUN LAS QUE NO QUIERO OIR.
MAHLER, LO TENGO EN DISCOS DE PASTA, COMO NO CONSIGO REPUESTO DE LA PUA, NO ESCUCHO MÚSICA.
TUS ESCRITOS NOS LLEVAN A ESE MUNDO MÁGICO, QUE SOLO LA CULTURA Y EL ARTE, PUEDEN CREAR.
TE ABRAZO QUERIDO ARIASTOTELES