domingo, 10 de octubre de 2010

Horacio Franco en el Casino Español

Enrique Arias Valencia

Para Eduardo Salceda, por la compañía.
Noche de luna nueva, jamás celebrada como ahora por serenata alguna, estoy frente a los reyes de España, don Juan Carlos y doña Sofía. Al frente de su imperecedera representación se ha montado el escenario, escena frente a escena, luz frente a luz, resonancia frente a resonancia. Me acompaña Eduardo, para escuchar a mi muy querida Orquesta Sinfónica Juvenil Carlos Chávez, ahora en el Salón de los Reyes, en el Casino Español de la Ciudad de México. Mudéjar, neoclásico, el medio punto de tres arcos trilobulados es toda una delicia.

Horacio Franco dirige sin batuta, pues todo él, el satín, la seda, es una señal de dirección la mano y el brazo, y hasta la cadera. Horacio desciende su grácil cuerpo para señalar el pianissimo, y se yergue orgulloso para marcar el forte. Dirige la Sinfonía en Re Mayor RV 122 de Antonio Vivaldi, y es el deleite el Allegro, la filosofía del Largo y la agilidad del Presto.

Tras el aplauso, Horacio se quita el saco para dirigir la Sinfonía en Re Mayor, Hob: 1:19, de Franz J. Haydn. El primer movimiento, Allegro molto, es una chispeante luz armoniosa. Pero Haydn me ha robado el corazón esta noche con sus movimientos lentos. Escucharé dos esta noche. El andante de la Sinfonía en Re mayor es una de las expresiones más acabadas de la serenidad y la reflexión. Si a Beethoven lo amo por sus allegros, a Haydn lo adoro por sus Andantes, por sus movimientos largos, sinuosos, llenos de filosofía y de amor al conocimiento. El Presto es un regalo extra.

Y es hora de que Horacio saque su instrumento, para dirigir la orquesta desde el solio, con su flauta en la boca. Es el Concierto en Do Mayor, P 78, para Flauta de pico, Cuerdas y Continuo, de Antonio Vivaldi. Allegro non molto, Largo y Allegro molto. Atilio estaría complacido de ver esta delicada reunión de tradición y tecnología, pues un discreto altavoz permite elevar la dinámica de la intensidad del volumen del instrumento barroco.

La Sinfonía en Re menor, Hob: 1:26 “Lamentatione”, de Franz J. Haydn es un monumento clásico. Tras el Allegro assai con spirito es la magia del Adagio. No deja de asombrarme cómo la lentitud es fuente de pasión, de vigor y de reflexión. Para esta vida tan frenética, el Adagio de Haydn es una invitación para descubrir que de la calma pueden salir las mejores cosas. Y llegamos a la forma ternaria Menuet-Trio-Menuet.

Horacio Franco ha tenido a bien reconstruir unos trabajos de Bach para presentarlos en forma sinfónica. Es así que escuchamos con gratitud el Concierto en Re menor para Flauta de pico y orquesta, basado en las Sinfonías de las Cantatas BWV 29, 35, y de la Suite BWV 997, por Johann S. Bach. El programa marca cuatro movimientos: Allegro, presto, Sarabanda y Presto.

Tras los estruendosos y muy merecidos aplausos, el encore es, me parece, el primer movimiento de la Sinfonía en Re Mayor de Haydn. Todas las obras las aplaudí de pie. Eduardo y yo nos asomamos al breve balcón. Necesitamos una cerveza. Acompañándola por una orden de tacos en el Salón Corona así termina la velada, creyendo haber visto por ahí la sombra de mi hermano…

Orquesta Sinfónica Juvenil Carlos Chávez
Director y Solista: Horacio Franco
Segunda Temporada de conciertos 2010
7 de octubre de 2010, 20:30 horas
Casino Español, Salón Los Reyes
Centro Histórico, Ciudad de México

2 comentarios:

Manuel dijo...

¿Pero estaban los Reyes?

Enrique Arias Valencia dijo...

Hola, Manuel. Me disculpo contigo. La expresión: "imperecedera representación" se refiere a un retrato de los Reyes que preside el Salón.

A veces mi imaginación se dispara, y conduce a mis amigos con ella...

...cosa que me da cierto gusto.

¡Salud e inquieta alegría!