lunes, 15 de febrero de 2010

Papá Nietzsche o aforismos del amor filial

Enrique Arias Valencia

I

“Tenemos arte para no morir de la verdad”.
Nietzsche


La inacabada tesis de licenciatura de mi padre versaba sobre cierta demostración acerca de los altares barrocos del Templo de Belén de los Mercedarios, en la Colonia Doctores. Las fotografías en blanco y negro acompañaron algunos de mis más tempranos conocimientos sobre lo que es el arte.

Mi padre porta un cuadernito en el que apunta aquello que le interesa. Quienes me conocen en persona, saben que yo he aprendido esa costumbre de mi padre.

II

“Yo sólo creería en un dios que supiera bailar”.
Nietzsche


Un día de mi lejanísima infancia, en un autobús con rumbo a un pueblo distante, mi padre y yo tomamos unos vasos de pulque, y bailamos en el pasillo con un gallito de palma en la mano. Juguete de inocencia, fue la primera vez que supe lo que era una experiencia dionisiaca: el baile, la alegría, el vino y los comentarios chuscos del coro. ¿Cuántas veces habrá predicho Casandra algo similar?

¿Y no es Ganesha en su jocosa danza una asombrosa realización del sueño nietzscheano? Ha sido mi tocayo el señor Rojas quien me ha asegurado que la divinidad sin ego con cabeza de elefante, baila la danza cósmica de Ganesha, la cual consiste en la producción, la conservación y la disolución del Universo. No olvidemos que también en el Zaratustra Nietzsche recomienda que hemos de alzar mucho las piernas para poder bailar la danza de la vida.

III

"Ver la ciencia con la óptica del artista, y el arte, con la de la vida".
Nietzsche


A él le debo mi amor por los edificios. Alguna vez mi padre y yo fuimos solos a visitar las Pirámides de Teotihuacán. Un ingeniero nos instruyó con sus elucidaciones sobre los monumentos arqueológicos. Es curioso, pero recuerdo más sus referencias a los mitos de las culturas antiguas que las explicaciones que hacían mención a la manera en que se construyeron los templos prehispánicos, si es que hizo alguna.

No sé cómo fue que nos rindió el día, pues todavía nos dio tiempo de ir al Convento de Acolman. Dicen los entendidos que en Acolman se inventaron las Posadas, una serie de nueve fiestas que se celebran nueve días consecutivos antes de Navidad.

IV

“Le he puesto un nuevo nombre a mi dolor. Le llamo 'Mi perro', porque es de fidelidad perruna, hace gracejadas como cualquier perro, y se le puede mandar a paseo como a un perro, cuando se pone fastidioso”.
Nietzsche


Cuando digo “Mi vida es una desgracia”, ¿he dicho algo en el predicado que no esté contenido en el sujeto “Mi vida”? Para decirlo en términos kantianos: el juicio “Mi vida es una desgracia”; ¿es un juicio sintético a priori o es un juicio sintético a secas?

A la pregunta ¿Para qué estamos vivos?, Alejandro Rozitchner ha respondido en su blog, me parece que en tono nietzscheano: “Para nada. Para vivir. Somos un deseo de vida”.

V

"¿Acaso soy un bufón?"
Nietzsche


Apolo es el arte, y Dionisos es la verdad. Estoy pagando con mi vida el precio de ser lo que soy. Un desenfrenado irracionalista al que sólo puede atemperar el arte poético.

La poesía es superior a la música, si bien la música se encuentra a su vez aparte y por encima de las demás artes, incluyendo a la propia literatura. Para que una melodía pudiese equipararse a una poesía, debería poder escucharse como lo es la propia poesía, esto es, perfecta. Un metro perfecto en un poema exige un ritmo perfecto en música. Y una rima perfecta demanda una orquesta y un cantante incapaces de desafinar una sola nota. Para no escuchar jamás una nota desafinada, decidí no aprender demasiada música. Se lo aprendí a Nietzsche: “Hay muchas cosas que no me interesa saber. La sabiduría pone límites, incluso al conocimiento”.

Nietzsche no conoció el cine, pero de haberlo conocido, ¿qué hubiera dicho de él? Si la vida fuera una película, ¿sería para niños? La vida es una guerra sin sentido, un charco de sangre en un boceto del gran lienzo de la naturaleza.

Nietzsche, al igual que Heráclito, sabe que la vida es una guerra. La investigación filosófica también lo es. La filosofía es vida guerrera. El filósofo alemán afirma que tiene una serie de cuatro principios para practicar la guerra. El tercero de ellos dice:

“Yo no ataco jamás a personas, me sirvo de la persona tan sólo como de una poderosa lente de aumento con la cual puede hacerse visible una situación de peligro general, pero que se escapa, que resulta poco aprehensible”.


En mi desenfrenada locura, he querido practicar la guerra filosófica al estilo de Nietzsche. Y se me ocurrió la siguiente ecuación: Dawkins = razón. Äriastóteles = Dionisos. El enfrentamiento era una deliciosa tentación inevitable. Ese es el significado de toda mi absurda fábula contra Dawkins y la razón. Quien no la admita, tiene de mí estos versos:

Éste que lees, argumento desleído
es tan sólo un falso silogismo de Äriastóteles
es réplica inútil, insano manierismo
que de los sabios y los poetas, parodiando los primores,
es delirante engaño sinsentido.
[…]
¡Que Dawkins se conforme con sus memes,
pues yo lo único que digo son memeses!*


Yo, el peor de los botánicos. A veces me dirijo a pie a mi trabajo. Lo hago porque detesto las aglomeraciones del metro. Pero lo hago pocas veces porque detesto más los privilegios absolutos de los automóviles. Hoy he recorrido el camino tratando de clasificar los árboles conforme a los tres grandes grupos de la clasificación tradicional: latifolios (planifolios) es decir angiospermas, coníferas es decir gimnospermas y palmeras. La calle se convierte entonces en un bosque de esplendores: nunca dejan de sorprenderme los árboles y su infinita variación en torno a tres temas principales.

Camino y camino, y de pronto me acuerdo: hace poco, en The God Delusion he leído con cierta sonrisita sardónica esta línea de Richard Dawkins, en la que cuestiona el poder de la oración por medio de un estudio matemático realizado ni más ni menos que por Francis Galton, primo de Darwin:

“Galton se ocupó de eso; y no encontró ninguna diferencia estadística. Su intención, podría, en cualquier caso, haber sido satírica, como cuando él rezó en diferentes parcelas de tierra escogidas al azar para ver si las plantas crecían más rápido (ellas no lo hicieron)”.


Desde niño supe del gran amor que mi padre prodiga a lo que él llama “mis plantitas”. En Milpa Alta llegó a cultivar un enorme jardín interior de corte wagneriano. Eran decenas de macetas pobladas por violetas africanas. Mi padre les hablaba y ellas crecían resplandecientes.

Quizá Dawkins y Galton se equivoquen porque tienen razón. No hay que rezar por las plantas; hay que platicar con ellas.

Viviendo en la ciudad, mi padre sembró maíz en una lomita de arena. Felipe, un amigo, le aseguró que ahí no crecería nada, que la arena es estéril. Mi padre sonrió, y habló con cariño a sus semillitas. Algunos meses después, mi amigo Juan Alejandro y yo arrancamos unas diminutas y dulces mazorcas de aquel absurdo maizal.

En más de un sentido, fueron los milagros de mi padre los que sembraron la semilla de mi escepticismo contra la ciencia. ¿No es esto locura?

Sé que hay mucho de tonto en esto que comento, pero también en esas plantas que responden a los mimos está el origen de mi amor por los primorosos ridículos.

Ningún pino florea, ninguna rosa tiene hojas de palma, y ninguna cicadácea sacude piñas, pero todas me corresponden agradecidas con su sombra cuando las saludo de paseo rumbo a mi trabajo…

VI

“En el amor siempre hay algo de locura, mas en la locura siempre hay algo de razón”.
Nietzsche


¿Dónde dice eso Nietzsche? Después de todo, la cita la leí en el letrero de un museo, acompañado por la ninfa de graciosa huida. Yo siempre seré un aficionado que lee y que escribe. ¿Habló así Zaratustra?

Dicen los entendidos que no hay hombres perfectos. Yo encontré un hombre perfecto y me enamoré de su alma. Su nombre es Nietzsche. Y no le huí, sino que me casé con sus ideas de metafísica de artista...

Gracias a mi padre conocí a una mujer perfecta: su poesía siempre tiene metro perfecto, rima perfecta y temática perfecta. Tampoco le huí, sino que me casé con su obra perfecta. Su nombre es el de la Madre Juana Inés de la Cruz, quien así celebra a su amiga la virreina:

Bósforo de estrechez tu cintura,
cíngulo ciñe breve por Zona;
rígida, si de seda, clausura,
músculos nos oculta ambiciosa.


Nietzsche es dionisiaco, sor Juana es apolínea. ¡Apolo y Dionisos, por siempre! Y también conocí, en regalo breve de la vida breve, a la ninfa de cintura breve y de fidelidad brevísima.

Muchos años después de intentar escribir aquella inacabada tesis, mi padre, mi madre y mi hermano se fueron a vivir a la misma cuadra, almíbar agridulce de manzana donde se localiza el blanco templo de Belén de los Mercedarios. Según mi hermano, el silente Bonpland de mis ensayos geográficos, se trató de Sincronismo o de la acción de aquello de que lo semejante atrae a lo semejante. Yo lo veo como el eterno retorno de la diferencia, o en su defecto, la prodigiosa acción de los Universos rotatorios.

*Aquí, completos.

17 comentarios:

maxcourrech dijo...

¡Mucho ruido y pocas nueces!, (no se porque puse lo anterior pero suena bien). Como que te explicas a ti mismo con tus propias mentiras, chale. Mejor escribe cosas como el anterior, ese si estaba bueno. Ya cambiale de heroes, apolo, nietsche, etc. Mejor saca al pancho, a tu niña, milpa alta, a los gatos calaca de union postal etc. Como dijo Moonra el inmortal: “Antiguos espíritus del mal…..transformen este cuerpo decadente…. en “Mumm-Ra….. el inmortal” y por avor ya no menciones a los perros. Plis (please).

Enrique Arias Valencia dijo...

Hola, Max.

No recordaba a los gatos calaca de Unión Postal, pero seguro que los recordaste al leer el episodio del maíz en el arenal.

¿O me equivoco?

maxcourrech dijo...

SIP los gatos cacala fueron nemotecnizados por el maiz, y vienen mas recuerdos, los pollitos, las tortillas fritas con limon, las bacanales bajo la higuera y en el cuarto del horror, las chayoteras que llenaban el patio, las quemazones de revistas donde salia Patsy, etc... Ah que tiempos aquellos Byke.

La abuela frescotona dijo...

por los comentarios anteriores veo que eres un filosofo cabal, incursionas todas las incógnitas jajaja
no deja de admirarme tu formación familiar, tan completa en el arte del pensamiento,tu creciste como una planta para tus padres, solo que te regaban con amor y palabras.
a mis años, tengo cosas olvidadas, que recuerdo leyéndote, como mi amado y torturado Niezsche.
abrazos fraternos Ariastoteles.

Enrique Arias Valencia dijo...

Hola, Abuela.

Marvillosa es tu visita. Gracias por tus observaciones.

Anónimo dijo...

Ariästóteles:

Me dejas asombrado. Eres un genio. Al leer este prodigio de inteligencia y de buen gusto que has escrito, he recordado aquello que también dijera Nietzsche:

"El destino de los hombres está hecho de momentos felices, toda la vida los tiene, pero no de épocas felices."

Leerte es un momento feliz en una época extremadamente infeliz.

Un abrazo.

Enrique Arias Valencia dijo...

¡Un gran abrazo, mi estimado amigo!

Jack Astron dijo...

Hola Enrique

Leí el artículo 2 veces, pero no entendí el punto. Quizás ahí está mi error, porque a lo mejor no se suponía que hubiese uno. No lo sé.

Por un lado me hace sentir algo incómodo, porque observo que mi mente de astronauta es muy simple y pragmática. Por otro lado, resulta muy didáctico, porque me da una luz acerca de cómo funciona la mente de un filósofo-artista, a la que percibo muy lejos de la mía.

Sumando y restando, un agrado leerte.

¡Saludos!

Atilio dijo...

Dentro de la belleza conocida de tu escritura y de tus sentimientos que brotan de recuerdos, hay algo oscuro que acecha. Esa esa bestia que te robó la esperanza de ser razonablemente contento.

"Una pequeña visita a un asilo de locos demuestra que la fe no prueba nada"
Ya te lo había dicho Nietzsche pero no le escuchaste.

Tu amigo le dijo tu padre que el maíz no crecería pero con él compartiste una mazorcas.
"No hay hechos, solo interpretaciones" Te advirtió Nietzsche.

Pero:
"Con solo un par de potentes gafas se puede curar una persona enamorada".
Ofrece una pista de como escapar de aquel error inicial.
Tal error no consistió en maravillarse del amor de tu padre a las semillas y como ellas, contra toda expectativa, se transformaron en mazorcas buenas para compartir con un amigo.
El error consistió en creer lo que tu amigo dijo: que no crecerían, y crear las condiciones para una milagro.
No hay milagros, solo hechos, cualquiera sea la interpretación que hagamos de ellos.
La locura conduce al asilo.

Enrique Arias Valencia dijo...

Hola, Atilio.

1) No me cabe duda de que debo renovar la graduación de mis gafas.

2) He introducido el término "milagro secular" para referirme al fenómeno que observo cada vez que la vida me sorprende con un hecho inesperado.

Un abrazo

Jack Astron dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Enrique Arias Valencia dijo...

Hola, Jack.

Por supuesto que Salvador cuenta con todo mi apoyo.

Voy para allá.

¡Salud e inquieta alegría!

Atilio dijo...

Jack:

Conozco poco a Salvador e intercambié algunos cpocos comentarios con él. Es , sin dudas un caso especial.
Algunas de sus obras me gustan y algunas de las cosas que dice me parecen muy correctas.
Lo que no estoy seguro es si sus tácticas son correctas, tanto en el efecto que puedan producir en el entorno y como en el aspecto subjetivo y los intereses de su familia.

Si me permites el cinismo, haría el siguiente análisis.

Como artista, es muy posible que sus obras aumenten de precio luego del ejercicio y que su notoriedad también aumente.

Algunas de las personas que escucharán su mensaje cambiarán de alguna manera en dirección a lo que él desea.

Es ello no hay dudas.

Sin embargo, el fenómeno será absorvido por el sistema sin problemas. Es más, si por razones que se me escapan Salvador se transforma en una figura de real importancia, aún si nos quedamos solo dentro de Perú, tendrá que enfrentar los recursos de sus enemigos.

No se me escapa el paralelismo con Jesús pero no creo que ese sea el camino más eficaz para lograr lo que él declara.

Le deseo la mejor de las suertes de todas maneras.

Jack Astron dijo...

Atilio, concuerdo con tu planteamiento, y también me temo que su esfuerzo no alcanzará el objetivo que persigue.

Pero he seguido su blog durante algunas semanas, y he visto cómo responde a las injurias que ha recibido. Lo han insultado repetidas veces por ser peruano, por ser ateo y por ser comunista, y pudiendo haber borrado fácilmente esos comentarios, no lo ha hecho. En cambio, ha tratado de hacer razonar a los agresores, y he sido testigo de cómo algunos de esos bellacos han recapacitado.

El sacrificio que está haciendo es bastante grande. Más allá de cálculos costo/beneficio, creo que debemos apoyarlo. Es un asunto de humanidad.

Me siento incómodo hablando de esto en el blog de Enrique, pero supongo que no se molestará.

Saludos.

Atilio dijo...

Por supuesto.
Que mi comentario no se comprenda como una condena.
Nuevamente, la mejor de las suertes para Salvador.

diego dijo...

Encuentro una carga emotiva muy fuerte en lo que escribiste...Felicitaciones, discipulo del Zaratustra nietzscheano! Que sigan las poesias y los aforismos!

Enrique Arias Valencia dijo...

Atilio, Jack y Salvador: ¡Me he perdido la fiesta de Salvador!

Diego: Tus palabras son como el Sol de la mañana.

Un abrazo a todos.