Enrique Arias Valencia
Pálida, luce triste la vela. Mis nulos lectores recordarán que hace mucho que dejé de creer en Dios; pero que, sin embargo, el arte sacro me llama sobremanera la atención.
Es así que el domingo pasado la escena que sucedió en Catedral me conmovió recién este lunes, pues no pude verla sino en las fotografías de los periódicos. El Señor de la Salud fue sacado en andas de la Catedral, para ocupar un nuevo sitio en uno de los altares del templo católico.
Este mismo Cristo fue sacado en 1691, cuando se desató la epidemia que nos arrancó a Sor Juana Inés de la Cruz. Hacía tres siglos que el Señor de la Salud no salía de Catedral, para en lenta procesión darle una vuelta al templo, y ser colocado en el primer altar.
Ahora pude dirigirme en persona para contemplarlo, en silencio, mientras los fieles esperan un milagro. Se supone que el Señor de la Salud volverá a su lugar tan pronto termine la emergencia.
Con cubrebocas, por si acaso,
esperemos, pues, el milagro...
La influenza, catástrofe epidémica cuyo nombre responde a la creencia de que los astros o las malas artes podían influir en nuestra salud, es conocida desde antes de la Edad Media. Hoy sabemos que una adecuada higiene (lavarnos las manos cada que podamos) y una actitud mental positiva (reínos cada día), son excelentes remedios para combatir muchos males respiratorios.
Pálida, luce triste la vela. Mis nulos lectores recordarán que hace mucho que dejé de creer en Dios; pero que, sin embargo, el arte sacro me llama sobremanera la atención.
Es así que el domingo pasado la escena que sucedió en Catedral me conmovió recién este lunes, pues no pude verla sino en las fotografías de los periódicos. El Señor de la Salud fue sacado en andas de la Catedral, para ocupar un nuevo sitio en uno de los altares del templo católico.
Este mismo Cristo fue sacado en 1691, cuando se desató la epidemia que nos arrancó a Sor Juana Inés de la Cruz. Hacía tres siglos que el Señor de la Salud no salía de Catedral, para en lenta procesión darle una vuelta al templo, y ser colocado en el primer altar.
Ahora pude dirigirme en persona para contemplarlo, en silencio, mientras los fieles esperan un milagro. Se supone que el Señor de la Salud volverá a su lugar tan pronto termine la emergencia.
Con cubrebocas, por si acaso,
esperemos, pues, el milagro...
La influenza, catástrofe epidémica cuyo nombre responde a la creencia de que los astros o las malas artes podían influir en nuestra salud, es conocida desde antes de la Edad Media. Hoy sabemos que una adecuada higiene (lavarnos las manos cada que podamos) y una actitud mental positiva (reínos cada día), son excelentes remedios para combatir muchos males respiratorios.
8 comentarios:
Al señor de las luces lo sacaron en el roemmers móvil ar?.No es de extrañar que las personas muramos de influenza si el 70% de una población no tiene agua potable....para lavarse las manos!
un abrazo
me equivoqué, quis e decir, señor de la salud, perdon.
Hola, Ktarsis.
Un placer leerte. Al Señor de la Salud lo sacaron en andas, como aseguro en el post. No obstante, tu pregunta me hace reír.
Saludos cordiales
Es curiosa esta costumbre católica "nuestra", en realidad pareciera que con esa actitud dijeramos: ahí te quedas Sr.hasta que haya salud. ¿Es alucine o te vi paseando por Milpa Alta? Iba de copiloto y de emergencias comerciales, así que no puede detenerme. Pero ¿andabas por el mercado de comida y sin tapabocas? Un abrazo
Hola, Chelo. Sí era yo, fui dos días, el sábado y el domingo de la Santa Cruz. También anduve por la feria del barrio de la Santa Cruz.
Un súper abrazo
Bueno, pues para la otra me avisas. A ver si coincidimos. Aunque voy poco y azarozamente. Otro abrazo
Arias:
Genio y figura.
Tu talento ha derrotado mi escepticismo y consolado mi esperanza.
Has operado un milagro saludable.
Saludos afectuosos.
(Hecha un vistazo al debate entre Soler Gil y Dark contra Simbol y yo en los dos últimos hilos del blog de Dark)
Hola, Atilio:
Salud cordial, amigo mío,y ya miro lo que me encargas.
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