Enrique Arias Valencia
“El cielo estrellado sobre mi cabeza, y la ley moral dentro de mí”.
Kant
Nacer para ver. ¿Cómo podríamos suponer que es Dios a partir de lo que sucede en el mundo? ¿Quién es Dios? Una noche estrellada, ¿nos habla del orden o del desorden? ¿Se trata de Cosmos o Caos? Después de todo, las constelaciones son un intento de la mente del hombre de poner en orden un montón de estrellas arrojadas al acaso. Rudy Rucker en su obra La cuarta dimensión nos da un atisbo de lo que pudiera ser el orden racional del mundo superior, la cuarta dimensión geométrica:
“Si no fuera por el tiempo, podría vivir eternamente. ¿Tiene sentido esto? Si no fuera por el espacio, podría estar en todas partes. ¿Hay alguna diferencia?”(1)
Geometría: la palabra que los matemáticos reverencian y los hasta los papas miran con recelo. Sólo los viejos filósofos gustaban de las matemáticas. “Que nadie entrare aquí si no supiere geometría” rezaba la advertencia de la Academia de Platón a todo aquel que quería aleccionarse en filosofía. Fausto Ongay en Máthema, el arte del conocimiento nos dice que su filosofía personal sobre las matemáticas es “platónico-pragmática”(2) y en su libro nos presenta una atractiva historia con las matemáticas como protagonista principal.
Las películas para niños de vez en cuando tratan temas científicos de una manera tan atractiva, que a veces pueden pasar inadvertidos. No hay que olvidar que la película de Disney El león, la bruja y el ropero, basada en la novela homónima de C. S. Lewis trata de una enorme metáfora en donde el ropero es ni más ni menos que el instrumento geométrico de las puertas de la percepción. Percepción que no es psicodélica, sino intelectual. El tema aparece varias veces en Disney. Está también en Alicia en el país de las maravillas. Por eso puedo añadir que Lewis Carroll usó el espejo tal y como C. S. Lewis usó un ropero. Éstas son las sutilezas del entendimiento: geometría y paradojas lógicas. Hemos visto algunos ejemplos de geometría, más adelante veremos las paradojas lógicas.
Para los evolucionistas radicales, el entendimiento es un rompecabezas. Según Stephen Jay Gould, el intelecto es el más estrafalario de los inventos de la evolución. Y el más estrafalario de los inventos del intelecto es la lógica simbólica o formal, tan apartada de los menesteres del cuerpo y tan cercana a las alegrías del alma. La lógica formal, con sus proposiciones ideales, es lo más cercano a Platón que un matemático pueda llegar a tener en su cabeza. ¿Qué son las ideas? Schopenhauer, siguiendo el planteamiento platónico, nos dice que las ideas son ajenas a la multiplicidad, son los modelos de las cosas individuales, sus imperecederas formas:
“las eternas formas de las cosas, no apareciendo en el tiempo y en el espacio, medium del individuo, sino inmóviles, no sujetos a cambio alguno, siendo siempre y no deviniendo nunca, mientras los individuos nacen y mueren, siempre están llegando a ser y nunca son [...]”(3)
Es así que hay una gran semejanza entre los números, las figuras geométricas, las formas de la lógica y las ideas, pues todos ellos son ajenos al tiempo y el espacio, no son objeto de cambios, son únicos y no devienen jamás. Por eso es que siempre podemos estar seguros de que dos más dos son cuatro; porque los números no son volubles, como tantas y tantas cosas de este mundo tan ordinario.
En varios pasajes de Concepción Cabrera de Armida. La amante de Cristo, Javier Sicilia arremete contra Platón. En resumen, la queja de Sicilia es la siguiente: “El cuerpo –decía Platón– es la cárcel del alma”.(4) Es así que, en contrapartida, Sicilia reivindica la visión unitaria del sistema alma-cuerpo, tan en boga entre los católicos cultos de la actualidad. Para que yo pueda contestar esto a la manera de un elogio de la cordura, me gustaría recurrir a un gran teólogo cristiano que también cita Sicilia:
“El filósofo Nicolás de Cusa decía que «como regalo divino habita en todas las cosas el anhelo natural a ser de mejor manera que lo que permite el estado actual de su naturaleza»”.(5)
Cusa sostenía la doctrina de la conciliación de los contrarios. Parece que Javier Sicilia olvida que por su formación matemática, Cusa es un neoplatónico. Según Nicolás de Cusa, “el hombre es una imagen viva de Dios”. Por consiguiente, se trata de un Dios vivo, que forma a su imagen, es decir, con base en una idea divina, al hombre. La idea del hombre fue concebida en la mente de Dios. En consecuencia, Cusa es el intelectual que nos permite exclamar: “Al cielo por la razón”.
1) Rudy Rucker, La cuarta dimensión, Barcelona, Salvat, 1989, p. 161.
2) Fausto Ongay, Máthema, el arte del conocimiento, México, Fondo de Cultura Económica, p. 7.
3) Arthur Schopenhauer, El mundo como voluntad, y representación, México, Porrúa, 1998, pp. 111-112.
4) Javier Sicilia, Concepción Cabrera de Armida. La amante de Cristo, Fondo de Cultura Económica, México, 2002, p. 56.
5) Javier Sicilia, Concepción Cabrera de Armida. La amante de Cristo, Fondo de Cultura Económica, México, 2002, p. 502.
3 comentarios:
La cuarta dimensión del espacio, según Guénon, no es representable más que por el punto central de la cruz de tres dimensiones, desde donde "sale" la manifestación. Es llamado puerta solar porque constituye el paso a lo no-manifestado, principio de la manifestación.
Hay una manera geométrica de acceder a una cuarta dimensión física:
http://www.youtube.com/watch?v=bL4FHcKYyVo
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