jueves, 15 de mayo de 2014
martes, 15 de abril de 2014
Celebración del erotismo satírico
“La mujer tabla”, a pesar de ser una canción muy vieja, trata un tema siempre nuevo y preocupante. ¿Quién sería el inhábil imprudente que convenció a las jovencitas de que la anorexia es sexy? La letra de esta pieza de domino público hace escarnio de esa idea.
“Los amoríos de Ana” cuenta las peripecias eróticas de una chica casquivana que recibe en su casa a todos los hombres del barrio. Al final, Anita intenta salvar su alma:
Anita que es piadosa fue a ver al confesor y encendida y ruborosa sus pecados le contó. “Acúsome, le dijo, que en un curso, no más, desfiló por mi ventana toda la Universidad”. Y ciego de furor rugía el confesor: “Ana, te vas a condenar, Ana, no tienes salvación, Ana, de buena gana negárate la absolución”. Ana, gemía: “¡Ay! yo pequé pero culpa mía no fue Padre, pues mi ventana tan baja está, pase usted y lo verá”.
Fue muy gratificante que Estrella nos enseñara a corear “Ana” cada vez que el nombre de la protagonista era mencionado en la canción. “Los amoríos de Ana” se canta regularmente entre las tunas mexicanas. Juan Martínez Abades (1862-1920) el compositor de tan chispeante pieza fue también un esmerado pintor, siempre gustoso de capturar en su lienzo los hechizos de las mares. Afuera, son las ondas del lago mayor. Las paletas que se hunden en el agua, el chapoteo de los patos, el efluvio de las fuentes. Dentro, son las labores del arte. Nada hay más lejos del la costumbre austera que las canciones de revista. La costumbre es una estructura austera, mecánica, repetitiva, equidistante. La revista libera al arte de la forma: sólo es el esplendor del color.
Juan José Cadenas es el autor de “La llave”, una pieza que juega con la idea de la enorme llave que cuelga y aquello que cuelga como símbolo de virilidad. En esta tanda, la cantante finge seducir a un ancianito. Sobre este asunto del doble sentido, dice Emilio Jiménez Díaz en su blog Desde Mi Torre Cobalto:
“El picante era la salsa exquisita del cuplé y nadie se asustaba antes ni nadie se va a asustar ahora de aquellas letras de doble intencionalidad tan substanciosas para la risa y para alegrar inocentemente las pajarillas a los viejos verdes. Quién se iba a molestar por aquella letrilla que decía: Tengo dos lunares,/ tengo dos lunares:/ el uno junto a la boca/ y el otro donde tú sabes”.
Volviendo al recital, Estrella Ramírez nos regaló el famoso chotís “La Lola ”, de J. M. Román (1892-1968) y Francisco Alonso (1887-1948).
Un mantón me'he compra'o con algún dinero que tenía ahorra'o y en él lo he gasta'o. El mantón alfombra'o que a una cigarrera va que ni pinta'o y eso está proba'o. El mantón alfombra'o sabe Dios las cosas que me habrá tapa'o y aún me ha de tapar. Y en mi barrio ¡ay de mí! todas las cotillas suelen murmurar y cantar así. La Lola dicen que no duerme sola porque han visto un mozalbete que la ronda por las noches y no ven donde se mete. La Lola, en las batas gasta cola y camisas de farola de las de tira bordá las camisas de la Lola quien no las conocerá.
Tras “Los amoríos de Ana”, para corear “La Lola” estábamos ya bien puestos. La mezzosoprano sacó a lucir su mantón de Manila.
Por cierto que para la interpretación de “La llave” de Juan José Cadenas, Estrella Ramírez pide al público que mueva las manos cono si estuviese lavando cristales, en el estilo del chotís de los años veinte.
Para cerrar la primera parte, la mezzosoprano interpretó de Pascual Marquina “Amor y olvido”. Una canción cuya seriedad nos permite disfrutar de la voz de Estrella desde otro punto de vista, el dramático.
Tras el intermedio, es el turno de “Las tardes del Ritz”, de Álvaro Retana (1890-1970)) y Genaro Monreal (1894-1974). La longevidad de sus autores es una muestra de que la alegría es sana para el corazón.
Manuel Font de Anta (1899-1936) es el autor de “Inés la pantalonera ”, pieza que juega con la idea de cómo se vería mejor la chica en cuestión: con o sin prenda.
Juan Antonio Palacios compuso la “Rumba de los monaguillos ”, una pieza que condensa el cielo tropical en las notas sincopadas que se dicen con la voz.
A. L. López: “El martilleo”. De nuevo, el efecto del ritmo es importante en esta música de principios del siglo pasado.
Una pieza más de Juan José Cadenas: “El ojo de cristal”. La letra explora una idea que más tarde estudiará la psicología académica: la asociación entre el ojo y el final del intestino. Algo, que de cualquier modo, ya era tratado por el pueblo desde hace mucho, mucho tiempo.
Para terminar. Estrella Ramírez cantó “La chula tanguista ”, con letra de Ernesto Tecglen y música de Juan Rica, la cual comienza diciendo:
¿No habéis observado lo que pasa hoy de noche en los soupers? Van cuatro pollitos que no valen ná, la gracia está en los pies.
Tras los aplausos, Estrella Ramírez nos compartió su pesar: recién había muerto su maestro Enrique Jaso, y quiso invitarnos a la misa. Y es entonces cuando se revela el alma de la artista en todo su esplendor, pues agradeció a su finado maestro de música la manera en que la inició en el arte. Al hablar del buen corazón del maestro Jaso, Estrella Ramírez reflejó su propio corazón en el público que la homenajeó con un largo y sonoro aplauso, una aclamación que alcanzó a Jaso, pues su alumna y los pianistas le debían mucho a un hombre que siempre estuvo dispuesto a compartir con todo aquel que lo buscaba.
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Casa del Lago Juan José Arreola
Presenta
Recital de voz y piano
Estrella Ramírez, mezzosoprano.
Víctor Manuel Hernández, piano.
Sábado 12 de febrero de 2011/ Salón José Emilio Pacheco / 12:00 horas
Con la colaboración de: Escuela Nacional de Música de la UNAM
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viernes, 1 de marzo de 2013
Apogeo del miedo, de Richard Garriott
martes, 1 de enero de 2013
La nada calumniada
La primera vez que la nada fue calumniada fue cuando la Iglesia Católica incluyó en sus enseñanzas aquello de que Dios había hecho el mundo sacándolo de la nada. Desde entonces la ciencia, sí, pero sobre todo la filosofía, no ha dejado de señalar que tal cosa es un disparate.
“Moviéndonos a la escatología, sabemos por la segunda ley de la termodinámica que toda complejidad, toda vida, toda risa, toda pena, está condenada al final a la fría nada. Ellos, y nosotros, no somos sino rizos temporales del resbalón universal hacia los abismos de la uniformidad”.
Pero si la nada no sigue a la muerte, ¿fue o no fue un necio quien dijo una noche de negra quietud “¡No hay Dios!”?
sábado, 1 de septiembre de 2012
2012: Una metáfora de la Evolución
miércoles, 1 de agosto de 2012
Un poco de art decó
Hace varias décadas Javier Solís cantó “¿A qué negar?” de Agustín Lara. Hoy Tatiana canta esta misma pieza, con algunas variaciones, comenzando la pregunta así: “¿Por qué negar?”
¿Por qué antes con una orquesta art decó y hoy con una persistente batería y un acompañamiento electrónico? Porque lo que se busca está más allá de la razón, sin derrocarla. Lo que se busca es querer mirar y desear mirar más allá de lo que se mira: admirar lo absoluto en una in-determinación particular, como si el amor fuese necesario a pesar de las palabra pronunciadas: los ángeles me asisten en una experiencia cuya finalidad no se muestra a los sentidos sino en la inmortalidad de una melodía sin fin.
domingo, 15 de julio de 2012
Truenos y relámpagos
Enrique Arias Valencia
¿Quién soy?
¿Quién soy? Yo soy una cosa que siente. Puedo advertir que si mis sentimientos perciben un objeto sin concepto, entonces tiene la cualidad de bello. Si mis sentimientos se vuelcan hacia el absoluto, luego es bello según la cantidad: universal. Si el objeto es percibido como si persiguiese una finalidad sin fin, luego, según la relación es bello. Si el objeto es percibido como necesario, luego es bello según la modalidad.
No hay ninguna razón para que a una nota cualquiera, digamos Sol bemol, le siga alguna otra nota, por lo que le puede seguir cualquier otra nota, digamos Mi. Y el método lo podemos repetir ad nauseam. Y sin embargo, nadie compone haciendo surgir las notas sin ninguna razón, salvo aquellos que intentaron la música aleatoria. Luego, hay una razón para componer; pero, ¿cuál es?
El problema se agudiza si nos damos cuenta de que Kant tiene razón cuando dice que la belleza está libre de todo concepto, porque entonces las razones para componer una melodía permanecerán ocultas por su propia condición estética.
¿De dónde vengo?
Es así que tenemos una bella melodía que surge de la mente soberana de un compositor, hija legítima de la facultad de crear, y sin embargo, heredera de todas las melodías que la precedieron y madre de todas las melodías que le sucederán.
El alma humana es melodía inmortal, sin fecha de nacimiento, pues no sabemos de dónde viene. Su carácter puede ser dado por un compositor en específico, pero tal melodía puede ser tomada por otro compositor, algunos siglos más tarde, para dotarla de un carácter nuevo. Incluso, compositores contemporáneos pueden tomar la misma marcha, para dotarla de su sello personal: Rakoczi-Marsch en manos de Liszt o de Berlioz.
No sólo las melodías, sino los sonidos de la naturaleza son fuente inmortal de inspiración. Para poner un ejemplo sellado por la alegría de la bella época: Los truenos y relámpagos Op.324 de Johann Strauss II tienen por ahí una hermana moderna, no en la melodía, sí en la inspiración atmosférica, así en “Me voy a enamorar” escuchamos a Tatiana cantar en los ochentas:
Bailo, contigo muy despacio
bailo, y tu besándome
truenos, relámpagos y rayos.
Ardo, por Dios ayúdame.
No deja de ser curioso que la melodía de Strauss sea un allegro chispeante, heredero de los rayos de tormenta; en tanto que con una encantadora melodía de la cuerda baja Tatiana pide ayuda ingenuamente, mencionando al Dios de las brechas, aquel que nosotros, los espíritus graves, sostenemos que sólo existe como personaje estético. Y la chica busca sobrevivir a un juego del que ella es cómplice: perdiendo gana, ganando pierde.
Y resulta curiosísimo que Strauss compuso una animadísima pieza en la que los truenos y relámpagos tienen un protagonismo ininterrumpido y persistente ambientado por bronces, timbales y platillazos, con sorpresivas disonancias; en tanto que Tatiana suena más dulce, respetuosa de la tonalidad, dulzura que persiste aún con la batería y el forte hacia el que evoluciona la voz, por lo que cabría preguntarse cuál de las dos piezas es más dionisiaca: bárbaro Strauss, bellísima Tatiana.
Repasemos breve e idealmente el diapasón de la música popular. Thalía es soprano. Tatiana es mezzosoprano. Luis Miguel es tenor. Alberto Vázquez es barítono. La soprano abarca del do4 hasta un do6. Idealmente, la tesitura de bajo va desde un mi2 hasta un hasta el fa4. Conforme las notas musicales se hacen más graves, las vibraciones individuales que las componen se vuelven cada vez más apreciables. Si en un piano tocamos la tecla que se encuentra en el extremo izquierdo del teclado, podremos advertir unas veloces pulsaciones simultáneas a la identificación de su tono. Esta nota musical es tan grave que dudamos entre percibirla como una nota unitaria y escucharla, o más bien sentirla, como un impetuoso curso de oscilaciones individuales. La nota grave fluctúa entre la singularidad y la pluralidad, entre su carácter audible y su carácter tangible. Hay pianos especiales con veinte teclas más bajas. Si pudiéramos ir más abajo aún, de pronto empezaríamos a sentir las notas supergraves más como estremecimientos en la piel y los huesos, y no como música. Dos notas vecinas sonarían no como tonos distintos sino como el retumbar de un trueno. Muchos componentes actuales nos permiten advertir esto, y las fiestas lejanas parecen una tormenta. De nuevo, los truenos y relámpagos acompañan esta reflexión sobre música.
¿A dónde voy?
Tras la tormenta, ¿qué misteriosa fibra del corazón ha sabido tañer Tatiana? Aquella que a ella la hace verdadera artista y a mí me hace verdadero esteta. Apreciar el carácter particular que la época hace a cada obra musical nos revela el espíritu de dicha época. ¿Qué significa ser un artista romántico? Un artista romántico es aquel que nos eleva de la naturaleza inmediata al carácter moral. Así, Schiller, en la Tercera Carta sobre la educación estética del hombre, nos asegura que el ser humano “elimina por medio de la moralidad y enaltece mediante la belleza el aspecto vulgar que la necesidad física confiere al amor sexual”. Con muchas aventuras de por medio, este ideal artístico llegó a la época en que Tatiana grabó su primer disco. En “A plena luz”, Tatiana nos entrega su interpretación más hermosa, en la que se sintetizan con maestría las ideas que cantó por primera vez. La pieza forma parte del álbum Tatiana (1984). En esta canción, las cosas se dicen de una forma discreta, con el decir sin decir propio del arte romántico. La melodía es reposada, aunque se hace intensa a medida que pasa el tiempo. A amar, tan sólo con la vista, con toda la magia de la expectativa, es a lo que nos invita Tatiana con esta pieza en la que se reúnen todas las fuerzas del amor discreto.
Ámame....
con la mirada,
no hace falta que me toques
o me beses...
Es mejor una sonrisa,
que todo un universo de caricias.
Más tarde, en el álbum Chicas de Hoy (1986), en “Cuando estemos juntos” y “Detente” Tatiana le pedirá a su novio que pensara muy bien antes de tener relaciones sexuales. La música de ambas canciones es muy movida y ligera. Tatiana reunió así el carácter moral al artístico, con el tema de la paternidad responsable. Con este esfuerzo, a sus fans nos regaló una canción que deleita y alegra el corazón: “A plena luz”. ¿Qué significa ser fan? Para el esteta, todo es poesía. Por lo tanto, soy fan de Tatiana porque ella me revela el aspecto poético del amor romántico. Tatiana despliega la esperanza y nos conduce al amor platónico. Un amor que, en el caso de quien esto escribe, es totalmente platónico, pues se trata del amor ideal de una adolescencia no vivida.