miércoles, 1 de agosto de 2012

Un poco de art decó

Hace varias décadas Javier Solís cantó “¿A qué negar?” de Agustín Lara. Hoy Tatiana canta esta misma pieza, con algunas variaciones, comenzando la pregunta así: “¿Por qué negar?”




¿Por qué antes con una orquesta art decó y hoy con una persistente batería y un acompañamiento electrónico? Porque lo que se busca está más allá de la razón, sin derrocarla. Lo que se busca es querer mirar y desear mirar más allá de lo que se mira: admirar lo absoluto en una in-determinación particular, como si el amor fuese necesario a pesar de las palabra pronunciadas: los ángeles me asisten en una experiencia cuya finalidad no se muestra a los sentidos sino en la inmortalidad de una melodía sin fin.

domingo, 15 de julio de 2012

Truenos y relámpagos

Enrique Arias Valencia

¿Quién soy?

¿Quién soy? Yo soy una cosa que siente. Puedo advertir que si mis sentimientos perciben un objeto sin concepto, entonces tiene la cualidad de bello. Si mis sentimientos se vuelcan hacia el absoluto, luego es bello según la cantidad: universal. Si el objeto es percibido como si persiguiese una finalidad sin fin, luego, según la relación es bello. Si el objeto es percibido como necesario, luego es bello según la modalidad.

No hay ninguna razón para que a una nota cualquiera, digamos Sol bemol, le siga alguna otra nota, por lo que le puede seguir cualquier otra nota, digamos Mi. Y el método lo podemos repetir ad nauseam. Y sin embargo, nadie compone haciendo surgir las notas sin ninguna razón, salvo aquellos que intentaron la música aleatoria. Luego, hay una razón para componer; pero, ¿cuál es?

El problema se agudiza si nos damos cuenta de que Kant tiene razón cuando dice que la belleza está libre de todo concepto, porque entonces las razones para componer una melodía permanecerán ocultas por su propia condición estética.

¿De dónde vengo?

Es así que tenemos una bella melodía que surge de la mente soberana de un compositor, hija legítima de la facultad de crear, y sin embargo, heredera de todas las melodías que la precedieron y madre de todas las melodías que le sucederán.

El alma humana es melodía inmortal, sin fecha de nacimiento, pues no sabemos de dónde viene. Su carácter puede ser dado por un compositor en específico, pero tal melodía puede ser tomada por otro compositor, algunos siglos más tarde, para dotarla de un carácter nuevo. Incluso, compositores contemporáneos pueden tomar la misma marcha, para dotarla de su sello personal: Rakoczi-Marsch en manos de Liszt o de Berlioz.




No sólo las melodías, sino los sonidos de la naturaleza son fuente inmortal de inspiración. Para poner un ejemplo sellado por la alegría de la bella época: Los truenos y relámpagos Op.324 de Johann Strauss II tienen por ahí una hermana moderna, no en la melodía, sí en la inspiración atmosférica, así en “Me voy a enamorar” escuchamos a Tatiana cantar en los ochentas:

Bailo, contigo muy despacio
bailo, y tu besándome
truenos, relámpagos y rayos.
Ardo, por Dios ayúdame.

No deja de ser curioso que la melodía de Strauss sea un allegro chispeante, heredero de los rayos de tormenta; en tanto que con una encantadora melodía de la cuerda baja Tatiana pide ayuda ingenuamente, mencionando al Dios de las brechas, aquel que nosotros, los espíritus graves, sostenemos que sólo existe como personaje estético. Y la chica busca sobrevivir a un juego del que ella es cómplice: perdiendo gana, ganando pierde.

Y resulta curiosísimo que Strauss compuso una animadísima pieza en la que los truenos y relámpagos tienen un protagonismo ininterrumpido y persistente ambientado por bronces, timbales y platillazos, con sorpresivas disonancias; en tanto que Tatiana suena más dulce, respetuosa de la tonalidad, dulzura que persiste aún con la batería y el forte hacia el que evoluciona la voz, por lo que cabría preguntarse cuál de las dos piezas es más dionisiaca: bárbaro Strauss, bellísima Tatiana.

Repasemos breve e idealmente el diapasón de la música popular. Thalía es soprano. Tatiana es mezzosoprano. Luis Miguel es tenor. Alberto Vázquez es barítono. La soprano abarca del do4 hasta un do6. Idealmente, la tesitura de bajo va desde un mi2 hasta un hasta el fa4. Conforme las notas musicales se hacen más graves, las vibraciones individuales que las componen se vuelven cada vez más apreciables. Si en un piano tocamos la tecla que se encuentra en el extremo izquierdo del teclado, podremos advertir unas veloces pulsaciones simultáneas a la identificación de su tono. Esta nota musical es tan grave que dudamos entre percibirla como una nota unitaria y escucharla, o más bien sentirla, como un impetuoso curso de oscilaciones individuales. La nota grave fluctúa entre la singularidad y la pluralidad, entre su carácter audible y su carácter tangible. Hay pianos especiales con veinte teclas más bajas. Si pudiéramos ir más abajo aún, de pronto empezaríamos a sentir las notas supergraves más como estremecimientos en la piel y los huesos, y no como música. Dos notas vecinas sonarían no como tonos distintos sino como el retumbar de un trueno. Muchos componentes actuales nos permiten advertir esto, y las fiestas lejanas parecen una tormenta. De nuevo, los truenos y relámpagos acompañan esta reflexión sobre música.

¿A dónde voy?

Tras la tormenta, ¿qué misteriosa fibra del corazón ha sabido tañer Tatiana? Aquella que a ella la hace verdadera artista y a mí me hace verdadero esteta. Apreciar el carácter particular que la época hace a cada obra musical nos revela el espíritu de dicha época. ¿Qué significa ser un artista romántico? Un artista romántico es aquel que nos eleva de la naturaleza inmediata al carácter moral. Así, Schiller, en la Tercera Carta sobre la educación estética del hombre, nos asegura que el ser humano “elimina por medio de la moralidad y enaltece mediante la belleza el aspecto vulgar que la necesidad física confiere al amor sexual”. Con muchas aventuras de por medio, este ideal artístico llegó a la época en que Tatiana grabó su primer disco. En “A plena luz”, Tatiana nos entrega su interpretación más hermosa, en la que se sintetizan con maestría las ideas que cantó por primera vez. La pieza forma parte del álbum Tatiana (1984). En esta canción, las cosas se dicen de una forma discreta, con el decir sin decir propio del arte romántico. La melodía es reposada, aunque se hace intensa a medida que pasa el tiempo. A amar, tan sólo con la vista, con toda la magia de la expectativa, es a lo que nos invita Tatiana con esta pieza en la que se reúnen todas las fuerzas del amor discreto.

Ámame....
con la mirada,
no hace falta que me toques
o me beses...
Es mejor una sonrisa,
que todo un universo de caricias.

Más tarde, en el álbum Chicas de Hoy (1986), en “Cuando estemos juntos” y “Detente” Tatiana le pedirá a su novio que pensara muy bien antes de tener relaciones sexuales. La música de ambas canciones es muy movida y ligera. Tatiana reunió así el carácter moral al artístico, con el tema de la paternidad responsable. Con este esfuerzo, a sus fans nos regaló una canción que deleita y alegra el corazón: “A plena luz”. ¿Qué significa ser fan? Para el esteta, todo es poesía. Por lo tanto, soy fan de Tatiana porque ella me revela el aspecto poético del amor romántico. Tatiana despliega la esperanza y nos conduce al amor platónico. Un amor que, en el caso de quien esto escribe, es totalmente platónico, pues se trata del amor ideal de una adolescencia no vivida.

domingo, 1 de julio de 2012

El discreto encanto de la popular Tatiana

Enrique Arias Valencia


El viernes, 4 de enero de 2008, a las 11:07 recibí un correo de la hermosa Lísida, que decía: “Mi querido hermano Enrique, quiero que me enseñes a cantar”. Y aunque si bien es cierto que la música es uno de mis grandes amores, yo no tengo estudios formales de la más perfecta de las artes. Pero, ¿cómo podía decirle que no a Lísida? Por lo tanto, le contesté que sí. Le hice una pequeña prueba, y ella añadió que alguna vez le habían determinado que su voz era semejante a la de Tatiana, y que además, era ideal como voz acompañante. ¿Quién era aquella Tatiana a la que se refería Lísida?





Tatiana Palacios Chapa nació en Filadelfia, Estados Unidos, de padres mexicanos. Es así que tiene doble nacionalidad. Si bien hoy dedica su carrera al público infantil, hacia 1984 debutó como cantante protagónica de la ópera Rock Kumán. También se lanzó como solista ese mismo año con un disco que sólo llevaba el nombre de la novel artista. Una canción de dicho álbum saltó a la fama y hasta llegó a grabársele un video muy celebrado: “El amor no se calla”. Así nació una estrella de la juventud; aunque no está de más aclarar que en aquella época la música de Tatiana sólo fue para mí un lejano eco de la cultura popular, y nada más. Con todo, en este apocalíptico 2012 y con ya 41 años a cuestas, ha querido mi alma repasar los tiempos felices de mi adolescencia. Y hete aquí que, gracias a YouTube y a varias páginas de discografías, el trabajo se ha hecho fácil y divertido.

Hoy Tatiana me sorprende por su voz clara y feliz de mezzosoprano. Del álbum siguiente, me parece muy tierno e hilarante el dueto que hizo con Johnny Lozada en “Cuando estemos juntos”, y “Detente”, pues con ellas se pretendía dar una pequeña lección de educación sexual a los adolescentes. Sin embargo, las intensas melodías y el espíritu de Tatiana compensan todos los descalabros. “Me voy a enamorar”, cumple con todos los requisitos del amor cursi: un tema muy empalagoso para la poesía, pero que todos quisiéramos vivir. Este asunto es muy interesante, pero muy pocos lo han abordado, porque se corre el riesgo de colocar los sentimientos propios en la palestra. ¿Por qué a algunos de nosotros nos recorre una descarga dionisiaca cuando una bella chica nos canta una línea como la siguiente?
Locos, los dos estamos locos
todo, podría suceder
rojo, mi corazón al rojo
solos, hasta el amanecer.
No se puede estar cuerdo, enamorado y decir cosas coherentes. Friedrich Nietzsche, uno de los espíritus más graves de todos los tiempos, ha dicho: “En el amor siempre hay algo de locura, mas en la locura siempre hay algo de razón”. Busco después las piezas que no fueron tan famosas en su época, y que por lo tanto yo jamás escuché. Me encuentro con “Maldito teléfono”, y me roba el corazón. El coqueteo es algo que siempre resulta agradable en una pequeña historia de amor. De pronto, me topo con otra canción que, por su título, llama mi atención: “Querido amigo”. Sin embargo, postergo su audición algunos días, para volver a disfrutar con los éxitos de Tatiana. Una mañana, por fin escucho:

Son 15 largos años compartidos
Juntos de casa al cine,
siempre unidos
Manos entrelazadas
Besos de puro amigo
Y contigo contar.

Aun con toda su bella melodía y el indudable encanto de la voz de Tatiana, la letra subsiguiente de esta canción me revuelve el estómago. ¿Qué ha sucedido? He vivido algo semejante a lo que canta Tatiana: he sido amigo de quien me gusta, y ella también me ha dicho algo como esto:
Y no te enfades si vuelo a otros nidos,
Serás siempre mi amigo, tú serás siempre.
Quiero ser, tan libre como el río aquel,
Y saber que un día a ti podré volver.
Con su áspero carácter, seguramente involuntario, tal vez “Querido amigo” sea una pieza apta para alcanzar la catarsis aristotélica. Entonces, toda esa náusea que siento, una vez descargada en forma estética, podrá ayudarme a purificar mis pasiones al escuchar las razones del comportamiento ideal de la mujer. La mujer quiere ser libre de hacer pareja con quien ella quiera, pero quiere contar con el apoyo de una vieja amistad. El delicado corazón de la mujer, tan diferente al del hombre en este aspecto, es sin embargo un sublime contrapunto a las escandalosas pasiones del varón. El espíritu femenino sueña con una amistad eterna. El espíritu del varón anhela descubrir a martillazos el misterio de la verdad en medio de un oasis de belleza.

Otro problema es que, en términos de la estética kantiana, si se cuela un criterio moral cuando entramos en contacto con una obra, como es el caso de lo que me sucedió con “Querido amigo”, luego la apreciación del objeto está empañada por un concepto, “lo que debería ser” frente a lo que en efecto es. Por lo tanto, esta canción no es percibida como bella. Ojo, porque si la canción disgusta sin que se entrometa concepto alguno, la canción sí que será advertida como bella. El displacer también es bello si es ajeno a la moral. No obstante, el timbre de la voz de Tatiana, y la melodía, ajenas al discurso hablado, son aun admirables y bellas en su exposición.

Con sus canciones que evocan la juventud y sus avatares, Tatiana se convierte en arquetipo: Tatiana es el comienzo, lo no visto, lo eternamente bello, el noviazgo perfecto. No olvidemos que una mañana de enero, Lísida me envió un breve correo que decía: “Mi querido hermano Enrique, quiero que me enseñes a cantar”.

sábado, 23 de junio de 2012

El amor percibido a los doce años

Enrique Arias Valencia

Hay cosas que percibo aun cuando yo no haya decidido percibirlas. Hay cosas que he decidido percibir y que sin embargo, no percibo. ¿Qué es lo percibido? De entre lo percibido, hay algo que destaca por atractivo, por estimular en nosotros el sentimiento de placer y displacer. Recordemos que Immanuel Kant nos ha ayudado a ver en lo bello aquello que corresponde al siguiente esquema:

Cualidad: sin concepto.
Cantidad: universal.
Relación: finalidad sin fin.
Modalidad: necesario.

¿Seguro que así funciona? En tal caso, tal vez sólo las flores serían bellas, pues ellas placen sin decirnos nada, su belleza es aceptada por todos, gozamos con ellas sin atender a objetivo alguno y necesariamente admitimos esto como cierto. Pero, ¿son sólo bellos aquellos objetos que se acomodan al severo juicio reflexionante? Al declinar el siglo XVIII, ya Friedrich Schiller había elaborado una espléndida crítica a las tesis estéticas kantianas. ¿Qué es pues, lo bello, y quién es el árbitro de tan difícil materia?

¿Quién soy?

Vine al mundo sin saber porqué. ¿Qué hago aquí? ¿A qué he venido? Omar Kayam lo ha dicho en forma de poema:

Al mundo me trajeron sin mi consentimiento
y los ojos abrí con sorpresa infinita,
partiré después de reposarme un tiempo
sin saber la razón de mi entrada y mi salida.

El primer sentimiento es la admiración, que se volcará en asombro con el paso de los años. Asombro permanente: ante lo bueno y lo malo, lo bello y lo sublime, lo verdadero y lo espantoso. ¿Quién puede ayudarme a buscar la belleza en este mundo? ¿Podríamos, por un conjuro, percibir por un instante el mundo como alguna vez lo percibimos, como cuando teníamos doce años? ¿Quién era yo a los doce años?

¿De dónde vengo?

He llegado tarde a todos los compromisos. Casi no me entusiasmó la música de mi generación, si bien fui sensible a algunas excepciones. Me pareció curioso, hoy diría tal vez tragicómico, que la jarocha Yuri cantara baladas con inusuales reminiscencias de trompetas bachianas. He dicho tragicómico, aunque la palabra no es exactamente esa, porque cada vez que escucho la solemne intervención de los vientos en estas piezas, mi corazón cree encontrarse en medio de una revelación sobrenatural. Ahí tenemos “Esperanzas” de Yuri, con sus versos contradictorios, pues las primeras líneas sostienen categóricas:

Sólo tengo recuerdos de un pasado feliz.
Sólo tengo añoranzas en mi mente de ti.
Vuelve aquí.

Para, a renglón seguido, hablar de años difíciles que quiere borrar de la memoria:

He vivido unos años algo duros sin ti
Ahora quiero olvidarlos y volver a reír.

Por fin: ¿qué hay en la mente aferrada a un amor pasado? ¿Únicamente recuerdos que hablan de los días felices o tiempos rudos que se preferiría olvidar? Por confesión propia, ambas cosas. Por lo tanto, nos pese o no, los que vivimos creyendo que todo tiempo pasado fue mejor también tenemos la cabeza ocupada por las inclemencias del presente. Y si la belleza tiene que ver con lo mejor, entonces la belleza no es, en consecuencia, la pura muestra sin concepto, sino toda una pléyade de sentimientos, no sólo el del placer y displacer, sino de todo aquello que tenga sabor humano, como el concepto de la angustia, por decirlo en términos del existencialismo kierkegaardiano.

Al final, las armonías que despide la canción recuerdan tanto a Johann Sebastian Bach como a Richard Clayderman: lo mejor y lo peor se dan cita para hablarnos de la nostalgia, un sentimiento peligroso porque nos ancla al pasado en vez de permitirnos abrir las puertas del presente.

Yuri aún canta aquel que fuera uno de sus más tempranos éxitos. Lo acaba de hacer en Viña del Mar en 2011. En lo personal me parece que en esta versión en vivo la línea del teclado queda descontextualizada de las “Esperanzas”. Pero la voz de Yuri compensa los descalabros. Consultando internet me he enterado que esta canción fue cantada por primera vez por un dueto español, Pecos.




También recuerdo que cuando estaba en la escuela primaria canté una parodia de “La ladrona” de Diego Verdaguer:

Mi corazón es delicado…
Pues vete a un hospital y asunto arreglado…

Asimismo me pareció maravillosa “Mi gran noche” con Raphael. La encontré vigorosa y llena de vida. En la letra, se hacía uso de uno de los elementos más importantes de todo idilio: la expectativa. Y cuando la vida comienza, es decir, cuando se tienen sólo doce años, la vida entera tiene el esplendor rampante de la expectativa. El mundo nunca ha dejado de asombrarme, aun en aquello que podría parecer banal…

¿A dónde voy?

Soy un ser social, y por lo tanto, he sido influido por mis padres, mi hermano y mis primos. Mi hermano presume que cuando yo voy a la música popular, él ya viene de regreso. Pero, ¿no podría presumirme lo mismo mi prima Rosa quien, cuando éramos niños nos invitó a ver una película llamada Una aventura llamada Menudo? Y a la fecha, puedo identificar algunas canciones de aquel grupo ochentero.

¿Qué hacer con todo aquello que escapa a lo cualitativo, a lo cuantitativo, a lo relativo y a lo modal? ¿Qué hacer con lo que según los académicos no es bello, pero que de todas formas vive en tanto que bello en nuestro corazón estético? ¿Qué hacer con la cultura popular?

Kant y la gente culta lo ponen demasiado esquemático: “esto es bello si y sólo si no es conceptual”. Sin embargo, no sólo el concepto, sino los retruécanos contradictorios de la cultura popular perfilan nuestra experiencia de la belleza. En lo que Kant no se equivoca es cuando dice que “Nada es en sí la belleza sin atender al sentimiento del sujeto”. Y es en atención a la subjetividad que he abordado este ensayo.

Gracias a la influencia de nuestra madre, tanto a mi hermano como a mí nos gustó la música clásica. Sin embargo, él además supo deleitarse con los frutos de su tiempo, en tanto que a mí con mi solemne lentitud, tarde me llegó el amor por lo popular, a pesar de que me conmovió aun antes de que yo cumpliese doce años. En lo que a mí respecta, la mayoría de las primeras canciones de la cultura popular que escuché me hablaban de un sentimiento que entonces no experimenté. Tardé años en enamorarme por primera vez.

El primer amor es el amor por la línea, por la melodía. Que los ateos me perdonen: esto es una epifanía. Y que los creyentes me dispensen, pues el Dios que se revela no es Jesús. La belleza es bandera de un mundo donde se vive en la santa paz de las armonías del espíritu.

martes, 1 de mayo de 2012

Las tortuguitas de Karla



Conozco a Karla desde que era bebé. Ella ha crecido, y ha mostrado un gran interés por la biología. Karla ama a los animales. Recientemente, la niña me prestó un video con sus tortuguitas para que lo musicalizara. Aquí está el video con las tortuguitas de Karla, con música de un servidor. ¡Salud e inquieta alegría!

domingo, 1 de abril de 2012

Un Concierto de Salterios que Evoca Taxco


Taxco de Alarcón

He visitado Taxco en quizá siete ocasiones, la primera en los ochentas, con mis padres y hermano. La segunda, en 2002, completamente solo. La tercera y la cuarta me acompañó Lísida. La quinta, solo de nuevo. La sexta y la séptima con mi hermano. Aquí recreo dos visitas del 2008 y una del 2010.

jueves, 1 de marzo de 2012

Reencarnación científica

La Evolución como Metáfora

Enrique Arias Valencia

Con piel y carne me cubriste, con huesos y nervios me tejiste en una pieza; me regalaste la vida y te acercabas a cuidar mi respiro.
Job, 10:11-12

Durante el siglo XII, Europa se vio iluminada por las enseñanzas de quien después sería reconocido como San Francisco de Asís, quien vio a la Naturaleza entera como hermana. En su famoso “Himno al Sol” este santo exclama entre otras cosas:
“Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento y por el aire y el rocío y por todo tiempo, con el cual das sustento a tus creaturas...”
Estamos frente a un movimiento de glorificación de la Madre Naturaleza, una exaltación de la fraternidad universal. En la India también se manifestó un clima espiritual en el que la Naturaleza se revela como nuestra hermana, pero aquí el concepto fue más intenso, más vivo, más consciente. Somos hermanos del raudo pez y de la paciente rosa, del suave viento y de la arena de los mares. ¿Qué puede afirmar la ciencia al respecto?

Darwin en pocos trazos

La ciencia biológica ha descubierto algo asombroso: después del sagrado momento de la concepción, una célula triunfante se instala en el fértil sitio que su madre le ha regalado, igual a como lo hicieron hace millones de años las primitivas células que flotaban en los mares originarios. Esto parece apuntar a que procedemos de células diminutas como los infusorios paramecios de los lagos, seres microscópicos que nadan alegremente en su medio.

Algunos días después la criatura que se desarrolla en el vientre materno encarna ahora a un conjunto de células que tras de haberse dividido varias veces, constituyen ahora una elegante esferita que pronto comenzará a presentar una concavidad en un costado. Muy pronto el embrión se asemejará a un celentéreo, esas criaturas marinas como son las anémonas o los corales. Somos hermanos de animales que viven en el mar, de él procedemos y muchas vidas hemos tenido en el vientre materno sin siquiera sospecharlo.

Al principio el pequeño ser sólo tiene dos capas de células, pero pronto se añade una tercera. ¿No somos hermanos de los platelmintos y nematelmintos? Estos últimos fueron los primeros seres que tuvieron sangre en sus cuerpos y sangre es lo que ahora fluye en el pequeño embrión.

Hace millones de años la Madre Tierra sirvió de vientre para albergar a los equinodermos, quienes fueron los primeros seres con esqueleto interno, como las estrellas de mar, y un esqueleto se manifiesta ya en el ser que se nutre con el alimento que le proporciona su madre a través del cordón umbilical. A las tres semanas el embrión cuenta ya con una cuerda vertebral y también posee un esbozo de hendiduras branquiales, como sus antepasados los peces. Asimismo, no olvidemos que la criaturita flota en un medio líquido y unas pequeñas escamas al rededor de la boca muy pronto se convertirán en dentadura. Sus aletitas laterales formarán brazos y piernas.
Poco después el embrión asume el aspecto del hermano anfibio, como por ejemplo el ajolote del barrio de Xaltocán de Xochimilco, un animal de eterna infancia y que en su forma es capaz de recordarnos al pez, al batracio y al reptil.

Nuestro embrión también recorrerá etapas de desarrollo análogas a las de estas criaturas. Por fin el bebé se muestra como un mamífero primitivo. Sus manitas modeladas con sabiduría, son ya una copia en miniatura de las de su madre. Su boca, sus pulmones, detallados por la mano de un Dios desconocido, muy pronto podrán decir la palabra “Mamá”. El ser ha pasado de embrión a feto.

Hay quienes decían que el hombre está totalmente desvinculado de los animales y que por lo tanto no podemos ni descender ni reencarnar gracias a otros seres. El caso es que hemos reencarnado ya. Nuestro corazón pasa por las etapas de sencillita bomba, hasta convertirse en cuatro cámaras las cuales toman la sangre impura y la purifican por medio de una delicada alquimia, sin mezclarla nunca. La Naturaleza pone a evolucionar a los seres, llevándolos a una mayor consciencia de sí mismos. ¿No es ésta la misión de la vida, un homenaje a la vida misma?

miércoles, 1 de febrero de 2012

El pesimismo luminoso es un camino personal

Enrique Arias Valencia


Soy un pesimista ilustrado. Eso significa que no me encuentro a gusto en el mundo ordinario. El mundo ordinario es el mundo verdadero, sin maquillajes: el de los asesinatos, el de los secuestros, el del capitalismo salvaje y omnipotente. El mundo ordinario es el del hambre del todos los días. ¿Cómo soportarlo? Todavía no lo sé a ciencia cierta. Y a pesar de ello, o mejor dicho no a pesar de ello, yo sé cómo dirigirme a las aguas profundas que trascienden el mundo ordinario. Dichas aguas son el lenguaje universal de la música. La música, con su esplendor carácter metafísico, trasciende el mundo ordinario y nos devuelve la esperanza robada por los políticos, por los prelados, por los talabosques, por los agiotistas y demás secuestradores de la felicidad.

El año pasado pude disfrutar de 154 conciertos de lo más diversos. Desde un humilde y solitario clavecín en un diminuto templo católico hasta la colosal Sinfonía de los mil de Gustav Mahler en la Sala Nezahualcóyotl. Entre otros lugares visité el Palacio de Bellas Artes, el Alcázar de Chapultepec y el Centro Cultural Ollin Yoliztli.

La música es la lámpara mágica que ilumina todo lo que se encuentra cerca de ella. El genio de la música sale de la lámpara en forma de sonido: es invisible, pero casi omnipotente. Sí, la música no puede remediarlo todo: el maldito mundo ordinario sigue allá afuera; sólo es desplazado por un par de horas. Y sin embargo, mientras dura el hechizo de la música, pareciera que nuestra alma se encuentra celebrando sus saturnales en un reino perdido donde la voluntad de vivir habla directamente el lenguaje del corazón: lo entendemos sin palabras, son sonidos que van más allá del dolor y del placer. La música es la realización de la auténtica felicidad.

El domingo 15 de enero a las 17 horas Max Courrech y Eduardo Salceda me han acompañado a la Sala Manuel M. Ponce donde hemos tenido el placer de escuchar nuevamente a nuestros queridos amigos la pianista María Teresa Frenk y el flautista Rafael Urrusti en un espléndido recital que arrancó con la Sicilienne Op. 78 de Gabriel Fauré (1845-1924). Esta pieza tiene en mí el poder de equilibrar a Apolo y a Dioniso en un amable juego reflexivo. Así pues, mientras dura esta pieza me pregunto: ¿es la razón quien medita o es la meditación quien razona? No se trata de una meditación a lo oriental, en la que nos vaciamos de deseos; es más bien una meditación pánica en la que nuestros más amables deseos se hacen realidad: la paz, la verdad y el sutil erotismo impresionista. Ésa es la Sicilienne Op. 78.

Antes de interpretarla, Rafael Urrusti hace una simpática pintura de Joueurs de flûte Op. 27 de Albert Roussel (1869-1937). Cabe aclarar que cito de memoria su breve y amena conferencia, por lo que los aciertos son de Urrusti y los deslices son míos. Resulta que este compositor francés hizo una serie de retratos de flautistas famosos: Pan, Tityre, Krishna, y Mr. de la Péjaudie. La lista es encantadora ya por sus solos títulos; un deleite por su fabulosa música. Por cierto que Rafael nos aseguró que cuando Krishna se enteró del sueldo de flautista, exclamó: “Me conformo con ser sólo Dios”. Urrusti también nos habló de Pan y su infructuosa búsqueda del amor carnal, y de cómo ésta condujo a la tragedia de Siringa, de la cual nació la flauta de Pan. Como yo no sabía quién era Monsieur de la Péjaudie, quien compartió retrato con al menos dos dioses y una ninfa, bien pude agradecer a Urrusti cuando aclaró que dicho personaje era un gran flautista de la época.

Ahora bien: la Sonatina Op. 76 (1922) del compositor judío Darius Milhaud (1892-1974), Jeux-Sonatine de Jacques Ibert (1857-1944), y el Concertino Op. 107 de Cecile Chaminade (1857-1944) son tres partituras que, cada una a su manera, evoca aquello que durante el concierto se ha llamado impresionismo.

Y, ¿qué es el impresionismo? Espero no estar sobreinterpretando a Rafael Urrusti si les aseguro que tratándose de música, el impresionismo es en realidad el descubrimiento de un camino de interpretación personal del fenómeno sonoro. Sabemos que a Ravel y a Debussy les molestaba que les llamasen “impresionistas”. Y sin embargo, Debussy al resucitar el cantus firmus medieval, y al desafiar la armonía académica, nos conduciría inexorablemente al impresionismo de La cathédrale engloutie, sumergiéndonos así en el sentimiento océanico de identidad con lo divino que sólo la música puede hacernos realidad, destruyendo así las pretensiones de cualquier pesimista ilustrado. Y lo digo por experiencia propia.

Creo recodar que tras los últimos aplausos Max me aseguró en tono misterioso que, desde un punto de vista alquímico el recital fue dominado por el aire y el agua. No me dio mayor explicación del fenómeno.

Al final del concierto pudimos convivir brevemente con los artistas, y nos obsequiaron posar para una foto. De izquierda a derecha: Rafael Urrustri, Enrique Arias, Eduardo Salceda y María Teresa Frenk.

Por supuesto que los enlaces ejemplifican el concierto, pero no lo calcan tal cual.

domingo, 8 de enero de 2012

Primer viaje del año


En las Lagunas de Zempoala, el 7 de enero de 2012

Fanor y yo estuvimos en las Lagunas de Zempoala, un parque nacional que está formado prácticamente sólo por coníferas de alta montaña. De nuevo, como hace unos años, no he consultado a qué altitud se encuentra el parque, pero por su morfología parece que debería estar a más de 2,800 metros sobre el nivel del mar.

Vayamos a las tablas, y veamos qué nos dicen. La primera página de internet que me sale al paso afirma que las Lagunas de Zempoala están a una altitud de 2,900 msnm. Tuve un error de cien metros. No soy geógrafo, y no sé qué rango de error se permita en estos casos. Pero mi cálculo me satisface. No es cosa de magia, ni de que yo lo haya adivinado. Se trata de una deducción a partir de un dato científico. La fronda de las coníferas de alta montaña se alza orgullosa a partir de los 2,800 metros de altitud, y llegará hasta los 3,000, a veces un poco más.

¿Qué es lo que pasa cuando la razón se auxilia con los datos que le proporciona la experiencia? Lo que acabo de contarles es lo que pasa.