Enrique Arias Valencia
Aun sin haberla visto todavía, hoy escucho que la bebé llora. Al llegar, puedo ver que está sentada en el regazo de su madre. A su lado, su hermanito trata de jugar con ella. Compro una alegría, miro a la bebé, y entonces, la niña guarda silencio. Sus ojitos brillan, su cabello con colitas de caballo está peinado. Ya más tranquila, la beba esboza una sonrisa. Al alejarme, la niñita me sigue con la mirada. A punto de apartarme por completo, sólo destacan los ojitos de la bebé.
Aun sin haberla visto todavía, hoy escucho que la bebé llora. Al llegar, puedo ver que está sentada en el regazo de su madre. A su lado, su hermanito trata de jugar con ella. Compro una alegría, miro a la bebé, y entonces, la niña guarda silencio. Sus ojitos brillan, su cabello con colitas de caballo está peinado. Ya más tranquila, la beba esboza una sonrisa. Al alejarme, la niñita me sigue con la mirada. A punto de apartarme por completo, sólo destacan los ojitos de la bebé.
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