sábado, 20 de enero de 2007

Génesis

Enrique Arias Valencia

“Si el pensar es tu destino, adora ese destino con honores divinos y ofréndale lo mejor, lo más querido”.
Nietzsche

Según el filósofo Friedrich Nietzsche Apolo es medida prudente. Tomemos a Apolo como la intuición que constituye el espacio. Es así que Apolo nos entrega tres dimensiones: largo, ancho y alto. Por lo tanto, en esta concepción Apolo es el señor del espacio.

El mundo visible es el mundo como representación, determinado por el tiempo y el espacio, que son la condición que hace que aquello que es uno, aparezca como múltiple, ya sea en serie, ya sea de manera simultánea. El tiempo y el espacio son el principium individuationis. Apolo es un elemento estético que nos otorga el don de la medida, y aunque puede enojarse, su imagen siempre estará adornada por el nimbo de la belleza. La mesura es un elemento Apolíneo en el arte, un elemento que distingue a la tragedia.

El siguiente elemento de El nacimiento de la tragedia es la verdad de Dionisos, la cual nos dice que el mundo es uno. Dionisos es el desenfreno de la danza, la muerte del sentido común. Con una enorme licencia poética, consideraremos cómo los pensamientos apolíneos de Einstein contrastan con las evidencias dionisiacas de Bohr.

La física clásica y la relatividad son una medida mesurada. La mecánica cuántica es desenfrenada: en el mundo cuántico nada es como parece, y la lógica clásica debe abandonarse cuando exploramos los caracteres de las partículas subatómicas.

Ésta es la razón de la afirmación de Einstein: “No creo que Dios juegue a los dados con el Universo”. Es así que la teoría general de la relatividad es apolínea, pues se trata de un edificio elegante y mesuradamente planeado. Mesura que contrasta con la frenética danza de las partículas del mundo cuántico, lo cual la convierte en una teoría dionisiaca.

No obstante, algo hay de herético en los planteamientos de Einstein. Es así que Einstein fue uno de los científicos que revolucionó nuestra visión del universo con su planteamiento del espacio y el tiempo que se resuelven en una sola unidad, socavando la física newtoniana que nos hablaba de un espacio y un tiempo separados y absolutos. Por eso, si queremos conocer a un apolíneo puro, debemos buscar a Newton. Y en medio de nosotros, Newton como un Dios.

Las leyes de la naturaleza son inviolables. Así por ejemplo tenemos el mandamiento “No viajarás a una velocidad mayor que la de la luz”, el cual cumplimos todos los mortales. Los automóviles son rápidos si alcanzan los 150 kilómetros por hora, pero la luz viaja a 300,000 kilómetros por segundo. Nadie que yo conozca puede viajar tan rápido como la luz.

Y sin embargo, gracias a la física, todos nosotros podríamos viajar a la velocidad de la luz. Y nosotros lo estamos haciendo. Para conseguirlo, añadamos el tiempo a las tres dimensiones apolíneas, entonces tendremos un espacio-tiempo de cuatro dimensiones: largo, ancho, alto y el tiempo.

“Einstein afirmó que cualquier objeto del universo está siempre viajando a través del espacio-tiempo a una velocidad fija —la de la luz—. Esta idea resulta extraña; estamos acostumbrados a pensar que los objetos viajan a velocidades considerablemente menores que la de la luz. Hemos puesto el énfasis repetidas veces en esto, considerándolo como la razón por la cual los efectos de la relatividad son tan desconocidos en la vida cotidiana. Todo esto es verdad. En este momento estamos hablando de la velocidad combinada de un objeto a través del conjunto de las cuatro dimensiones —tres dimensiones espaciales y una temporal— y precisamente en este sentido de generalización es donde la velocidad del objeto es igual a la velocidad de la luz”.8

Es así que si consideramos el tiempo como la cuarta dimensión, podemos viajar a la velocidad de la luz.

Apolo: teoría especial de la relatividad: espacio y tiempo son influidos por el movimiento del observador. Teoría general de la relatividad: espacio y tiempo se curvan debido a los efectos de la gravedad.

Mi alma es un nudo Giordano. En todos los cultos dionisiacos se buscaría la disolución del individuo. Las religiones apolíneas son clara afirmación de la conciencia. La coincidencia de los contrarios mostrada por la fusión de lo apolíneo con lo dionisiaco nos conduciría a una teoría sobre todo, una explicación completa del mundo físico.

¿Qué es una fuerza? Si, como dicen los físicos, hay cuatro fuerzas que actúan en la naturaleza, la fuerte, la débil, la electromagnética y la gravedad, ¿cuál de estas fuerzas es la responsable de que pueda mover la mano para escribir una nota en mi cuaderno? ¿Cuál sería, en última la fuerza responsable de la energía calorífica que irradia una vela?

Hay una relación entre Nietzsche y la física. Entre sus numerosos aforismos, él recurre a un lenguaje que podemos equiparar con el de la física moderna. Veamos un ejemplo.

“¿Y sabéis qué es para mí «el mundo»? ¿Tendré que mostrároslo en mi espejo? Este mundo: una inmensidad de fuerza, sin comienzo, sin fin, una magnitud fija y broncínea de fuerza que no se hace grande ni más pequeña, que no se consume, sino que sólo se transforma, de magnitud invariable en su totalidad, una economía sin gastos ni pérdidas, pero también sin aumento, sin ganancias, circundado por la «nada» como por su límite [...]”9


Nietzsche dice que este mundo está regido por una sola fuerza, con lo cual se acerca a los físicos de nuestros días, con su teoría de la súper fuerza. El asunto es muy rico y merece más atención. Nietzsche identifica esta fuerza única con Dionisos y la voluntad de poder. Al mencionar que la fuerza no se consume, sino que sólo se transforma, Nietzsche hace eco de la ley de la conservación de la energía, la cual vimos más arriba.


8 Brian Greene, El universo elegante, Drakontos, Barcelona, trad. Mercedes García Garmilla, p. 81-82.
9 Friedrich Nietzsche, aforismo 1 067 de La voluntad de poder apud. Eugen Fink, La filosofía de Nietzsche, Alianza Universidad, Madrid, 2000, trad. de Andrés Sánchez Pascual, p. 212.

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