sábado, 7 de junio de 2008

La magia del capital

Vosotros habéis recibido gratuitamente, dad también gratuitamente.
(Mt, X.8)

Enrique Arias Valencia

El 6 de marzo de 2010 ¡por fin! terminará uno de los más absurdos retos que hombre alguno haya lanzado al mundo desde que a Herodes se le ocurrió exigirle a Jesús que le hiciera un milagro sobre pedido.

El pecado que casi ha estado a punto de cometer James Randi todos estos años se llama simonía, y no es nada nuevo en el universo espiritual. Ni más ni menos que un colega de Randi quiso persuadir a Pedro para que el apóstol le transmitiese el secreto de hacer milagros para así acrecentar el dudoso poder del maguito. Pedro, por supuesto, no accedió a los chantajes del oportunista, y parecía que todos contentos desde entonces.

Pero el ilusionista (nunca antes mejor dicho) Randi, al ser una figura representativa del capitalista secular, parece que no conoce la historia. Y todavía hoy ofrece un millón de dólares para todo aquel que demuestre tener un poder sobrenatural. Su perversa ingenuidad (como lo es en el fondo toda ingenuidad secular) radica en creer que la gente que tiene un bondadoso poder sobrenatural va a prestarse a hacer negocios con el capitalismo desalmado, del que la ideología de Randi es deudora al cien por ciento.

Irónicamente, que no haya ningún santo dispuesto a transigir con el capital, es el poder sobrenatural que Randi no es, y no será capaz de reconocer, y que debería pagar si fuese consecuente con su oferta. No obstante el siguiente aticismo es que estoy seguro de que ningún santo de verdad va a seguir el juego cobrándole a un viejo tan necio.

Hay que estar doblemente ciego para creer que con un experimento basado en el control del doble ciego puede llegar a saberse algo sobre el universo sobrenatural. Basta con que nos demos cuenta de que aquel que estuviese en condiciones de cobrar la apuesta de Randi, no querría cobrarla. Pues quien tuviese un poder sobrenatural, no se sentiría tentado a demostrarle a Randi nada; que un millón de dólares no son nada para el universo espiritual.

El capitalista cree que todo puede ser comprado, necedad que podemos equiparar con la del científico, y que consiste en creer que todo puede ser medido. Necedades ambas que confluyen en un solo punto: creer que todo lo real puede ser evidenciado. Majadería esta última de la que es figura representativa la obra de nuestro siempre muy querido aunque nunca bien ponderado Richard Dawkins.

1 comentario:

Kira dijo...

Yo creo que James Randi casi hace lo que yo hago, y que explico en esta cita:

"Yo descarto la evidencia de mi realidad si esta contradice mi inspiración" Laura Garcés

Nada más que en el caso de Randi, habría que cambiar la palabra inspiración por la palabra negocio.