Un templo clásico griego
Enrique Arias Valencia
Para Atilio, interesado en la ciencia
Las tropas cristianas avanzan implacables sobre su objetivo. En el templo clásico aguarda un polvorín, parque turco. Intempestiva mediante, el explosivo estalla. ¿Quién o qué encendió aquella llama? Quizá con una visión extremadamente aguda, si pudiésemos detener un instante la conflagración y ver a través del polvo, contemplaríamos fragmentos del célebre mármol suspendidos en el aire; si permitimos al tiempo seguir su curso, hiriendo la polvareda veríamos aristas que viajan a una velocidad inimaginable para el lírico y sólo calculable por el científico.
Sublime por su infinita grandeza, se ha formado una amenazadora nube de humo en torno al más hermoso de los legados de la Hélade. Pareciera que el mármol huyese hacia el cielo, abandonando este mundo de figuras imperfectas para dirigirse hacia un cielo de geometría impecable. Quizá con el recurso de la parábola perfecta, la piedra cae de nuevo al suelo, para terminar así su inútil intento de viajar al más feliz Urano. Es una guerra, la cortina de pólvora reina tenebrosa en torno al monumento. Al descorrerse el telón, el espectáculo que tenemos ante los ojos es el triunfo de la voluntad de poder en todo su horror de representación: el Partenón se ha convertido en una ruina. ¿Cuántas obras de arte se habrán perdido dada la codicia de los hombres? ¿A cuántas en verdad, sin intervención humana, se las ha llevado el tiempo?
Quiere la memoria ver en la infancia y la adolescencia una edad de oro. Es así que cuando yo cursaba el tercer año de educación secundaria, pude gozar de la enseñanza de maestros que sabían hacer interesantes clases aderezadas con misteriosos comentarios. En una ocasión, en medio de una lección sobre la antigua Grecia, la profesora de historia nos comentó sobre el Partenón algo como lo siguiente: “Dicen los arquitectos que éste es un edificio perfecto. Sin embargo, hay que hacer notar que la perfección en arquitectura consiste en que un edificio será perfecto si sólo tiene tres defectos. Desconozco los tres defectos del Partenón”. A partir de ese momento, de vez en cuando me preguntaba: ¿cuáles eran los tres defectos del Partenón?
Enrique Arias Valencia
Para Atilio, interesado en la ciencia
Las tropas cristianas avanzan implacables sobre su objetivo. En el templo clásico aguarda un polvorín, parque turco. Intempestiva mediante, el explosivo estalla. ¿Quién o qué encendió aquella llama? Quizá con una visión extremadamente aguda, si pudiésemos detener un instante la conflagración y ver a través del polvo, contemplaríamos fragmentos del célebre mármol suspendidos en el aire; si permitimos al tiempo seguir su curso, hiriendo la polvareda veríamos aristas que viajan a una velocidad inimaginable para el lírico y sólo calculable por el científico.
Sublime por su infinita grandeza, se ha formado una amenazadora nube de humo en torno al más hermoso de los legados de la Hélade. Pareciera que el mármol huyese hacia el cielo, abandonando este mundo de figuras imperfectas para dirigirse hacia un cielo de geometría impecable. Quizá con el recurso de la parábola perfecta, la piedra cae de nuevo al suelo, para terminar así su inútil intento de viajar al más feliz Urano. Es una guerra, la cortina de pólvora reina tenebrosa en torno al monumento. Al descorrerse el telón, el espectáculo que tenemos ante los ojos es el triunfo de la voluntad de poder en todo su horror de representación: el Partenón se ha convertido en una ruina. ¿Cuántas obras de arte se habrán perdido dada la codicia de los hombres? ¿A cuántas en verdad, sin intervención humana, se las ha llevado el tiempo?
Quiere la memoria ver en la infancia y la adolescencia una edad de oro. Es así que cuando yo cursaba el tercer año de educación secundaria, pude gozar de la enseñanza de maestros que sabían hacer interesantes clases aderezadas con misteriosos comentarios. En una ocasión, en medio de una lección sobre la antigua Grecia, la profesora de historia nos comentó sobre el Partenón algo como lo siguiente: “Dicen los arquitectos que éste es un edificio perfecto. Sin embargo, hay que hacer notar que la perfección en arquitectura consiste en que un edificio será perfecto si sólo tiene tres defectos. Desconozco los tres defectos del Partenón”. A partir de ese momento, de vez en cuando me preguntaba: ¿cuáles eran los tres defectos del Partenón?
9 comentarios:
Defectos:
1) Lo construyeron en un lugar donde hace un calor de cagarse.
2) Lo construyeron en lo alto de una colina a la cual se llega por un camino empinado y tortuoso con un calor de cagarse.
3) El templo consiste en unas hileras de columnas simétricas y no tiene techo. Tiene muy poco interés fuera del hecho que sea muy viejo.
Aquí hay una reconstrucción completa con elementos imaginarios: http://en.wikipedia.org/wiki/Parthenon_%28Nashville%29
En el museo nacional de Atenas, bastante pequeño o más pequeño de lo que me esperaba, hay una serie de objetos con los que se adornaban el cuerpo las griegas de antes. Me maravillé al observar que tan modernas parecían todas esa joyas, anillos, pulseras, colgantes y demás. Tal bella emoción se transformó en horror cuando observé que las griegas de ahora se pintas los labios y las uñas de rosa, hay una epidemia de rubias y pelirojas y usan gafas de sol en el metro, como las rusas y otros bárbaros del este.
Hola, de niña me encantaba la clase de historia por la cultura griega. Me imaginaba aquellos templos, sus filósofos. Veo que ahora el Partenón lo tienen iluminado de noche.Tal vez un día pueda ir, espero no decepcionarme como Atilio. Saludos.
Hola, Atilio, hola Minerva. Yo también espero no decepcionarme de Grecia y su Partenón.
El Partenón es un símbolo, de ahí proviene su importancia.
Tradicionalmente es el símbolo de la democracia y cultura griega antigua. Aunque hay que saber que por democracia no entendían lo mismo que nosotros.
En cuanto a la belleza arquitectónica, hay muchos templos fuera de la Acrópolis y fuera de Atenas que son mucho mas interesantes y bonitos.
Los griegos son ultranacionalistas y eso molesta un poco. Es común escuchar expresiones de tipo "antes de la tragedia de Asia Menor..." y cuando uno pregunta a que se refieren te contestan con amargura la pérdida de los territorios actuales de Turquía, como si hubiese sucedido la semana pasada y fuese posible hacer desaparecer a todos los turcos.
Fuera de eso son gente simpática, se come bien, el mar es limpio y las islas bellas. Las mujeres son pretenciosas y, como todo país del sur, quiere ser del norte.
Quienes me conocen podrán haber inferido que no hice mención alguna a la barbaridad de tu profesora de historia de manera voluntaria. Esto es para no mal impresionar a los espíritus sensibles que creen en dioses, creen que todos los maestros merecen respeto y otras fantasías.
Igual, porque el demonio se apoderó de mi hace mucho tiempo, haré una pequeña mención a la astronómica estupidez de utilizar un término sin significado: perfección.
El Partenón es "perfecto" aunque tenga tres errores misteriosos que todos los edificios perfectos deben tener (se parece a la teología en estilo).
Eso es educación!
PD: Por supuesto que enseñar es una labor noble y yo mismo hago eso cada vez que puedo. Pero enseñar estupideces o crímenes también los hacen los maestros. Entonces, la nobleza consiste en QUE se enseñar y no en el mero acto de enseñar.
Hola, Atilio. Tu tercera respuesta me ha encantado. Sin embargo, jugando un poco con esos tres defectos del Partenón, me parece que uno de ellos sí consiste en las hileras de columnas, pues dejan muy estrecho el campo de acción en la planta. Para que se pudiese aprovechar mejor una planta interior, hubo de inventrase el contrafuerte, que me parece apareció con el periodo románico.
Y cuales son los otros dos defectos que "los arquitectos dicen" son necesarios para que un edificio sea "perfecto"?
Me disculpo por la falta de cortesía obligatoria pues no voy a responder por un par de días. Salgo para París y, tal vez, vuelva maniana tarde o pasado maniana.
Hola, Atilio. Sobre el otro de los posibles defectos del Partenón contestaré en otro post. Pero para seguirme refieriendo al de las columnas, ¿te imaginas que las vestales estuviesen bailando y tú no pudieses verlas porque te tapa una columna?
Jojojo!
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