Enrique Arias Valencia
La visita del Santísimo Sacramento en San Agustín el Alto es todo un acontecimiento. Altivo, el ateo Atilio alega que hay esculturas de yeso del cristianismo que repugnan por su fealdad. Sin embargo yo, que me he atrevido a nadar en las nada claras aguas de la religiosidad popular, he llegado a vislumbrar una rara belleza en el burdo despliegue estético que acompaña a la fiesta en un barrio de pueblo. La familia Pérez Villanueva me recibe en su casa sin haberme visto antes. Vengo con los peregrinos. Al salir del hogar, una anciana me regala un dulce y un vaso de atole. Métrica ingenua, decepción del gusto, las canciones populares evocan un mundo bucólico, en el que las fuerzas que se enfrentan tienen colores que tan sólo advierten el blanco y el negro:
El monoteísmo, antesala del ateísmo, distingue el ontólogo de la materia. ¿Tiemblas osamenta? ¿No es para estremecerse cuando la devota ingenua se arrodilla y frente al Santísimo Sacramento del Altar exclama lacrimosa: “Quiero darte gracias por las dudas, las decisiones, las penas y las alegrías”? Es la misma fórmula que, algunas semanas atrás, mi consejera espiritual me sugirió hacer, invitación que me hizo retroceder horrorizado, pues algo hay de luciferino en mi espíritu, que se niega a ver la enseñanza de las penas. Quizá el pueblo sea más sabio que los ateos irracionalistas. ¿Cuáles son las razones para que el Diablo esté enojado? ¡Mientras no sea una razón atea! La razón tiene sentimientos que el corazón desconoce. Y que luzca en mí la azulada luz de Luzbel.
Yo, el peor de los ateos. ¿Qué es más fea, una tristeza profunda e irremediable o “una grotesca figura a la que el pueblo adora y le atribuye poderes milagrosos”? Es el Jubileo 2009. En la mañana, he visto partir cantando a varios grupos de muchachos de la Parroquia de la Asunción, en Villa Milpa Alta. Su juventud garbosa porta el Santísimo Sacramento por las calles de un poblado pintoresco. Me dirijo a un cyber café para postear mi artículo “¿Ha dicho Reli… qué?”; y los he encontrado o han salido a mi encuentro cuando llegué al templo de San Agustín el Alto; tejado de barro, altar a un Dios desconocido. Son jovencitos ataviados de blanco, que con cantos y entusiasmo, anuncian el Jubileo. Sucede la escena de la anciana. Por gracia recibo mi bebida y mi alimento. Una bebé me sonríe desde los brazos de su madre. Por un instante, la Providencia, que por eso se llama así, entrega gratis todo. Mis necesidades afectivas son resueltas sin que yo haga el más mínimo esfuerzo por merecerlas. Al escuchar mi lamento de carencia y necesidad de amor, Dios me acepta tal como soy. Mi ateísmo irracionalista es un cristianismo mogollón.
Parto al monte de Santa Ana Tlacotenco. En lontananza, los volcanes me parecen infinitos. Alguna vez, el purpúreo trazo de la naturaleza fue reclamado por un Dios Creador y muy altivo. En un mirador están las últimas personas con las que tendré contacto durante la próxima hora. En uno de los extremos de la carretera, un joven de torva mirada aparenta realizar ejercicios calisténicos.
Entre los matorrales tomo un sendero y los trinos de las aves y el murmullo de lo que el oído me sugiere que es un arroyo lejano o las hojas de los árboles agitadas por el viento son la imagen y semejanza de mi única compañía.
En un paraje silencioso, noche de por medio, creo ser observado. Alzo la mirada, y en la cima de una colina, me sorprende la figura de aquel mozalbete que es casi un vagabundo. ¡Me había estado siguiendo, y al saberse descubierto, decide comenzar la cacería! Trato de huir, sin embargo, el joven tiene ventaja, pues domina el terreno desde arriba, y lo que a mí me cuesta diez zancadas, a él le bastan unas cuantas pisadas. El miedo me hace correr despavorido, y al alcanzar la carretera, intento detener un taxi, pero éste pasa rapidísimo. Debo ser todo un esteta o el más imbécil de los cursis, porque a pesar de mi desesperación, durante la persecución puedo escuchar con satisfecha curiosidad el donairoso crujido de las hojas secas que nuestros pasos pregonan jubilosos. Es todo un himno a la vida. En menos de un minuto llego donde la gente del mirador. El joven ya no me sigue. La misteriosa aparición del astuto bribón me recordó la de aquel furioso Cancerbero en Tlayacapan. Ambos me habían impedido avanzar hacia la naturaleza virgen.
Eterno retorno a Villa Milpa Alta. Después voy al mercado a cenar. Ahora que estoy a punto de regresar a la ciudad; también los he visto marchar de vuelta a la Parroquia de la Asunción de María. Son los chicos del Jubileo, aquellos a quienes seguí en su procesión, Santísimo en mano, la ropa blanca, la guitarra y el pandero. Aplausos y risas, canciones y gestos. En El nacimiento de la tragedia, Nietzsche trata de explicarnos el fenómeno a partir de su metafísica de artista:
Pero, ¿qué puede la religión ante el embate de la ciencia? Las tres ocasiones que encontré a los jovencitos del Jubileo fueron meras coincidencias. Nada significan. Son cuestión de estadística. El Creador no juega a los dados con el Universo, dado que no hay Creador; antes bien, el universo mismo, si se me permite el desliz, juega un juego sin sentido ni finalidad. Si el azar no existe, tampoco existe la chiripa. Hay una razón que lo explica todo. La belleza misma es medible, cuantificable, explicable. Lo que hace el pueblo no es arte, es artesanía. El pueblo no tiene religión, tiene superstición. Dios se desploma como consecuencia de los movimientos de lo real.
Rebasado por las razones del ateísmo, y como nos lo hace notar el poeta Javier Sicilia, con su cruz convertida en un graffiti, nuestro Jesús en su postrer sacrificio se reduce a la nada, para consumir su alma transfigurada por última vez, y un instante antes de que su grito sea ahogado por el abrazo mortal de la razón, nos damos cuenta de que él también, como cada uno de nosotros, es, en palabras de la Madre Juana
Nos diste Señor el pan del Cielo,
que en sí contiene todo deleite.
Verso que se canta en la procesión
La visita del Santísimo Sacramento en San Agustín el Alto es todo un acontecimiento. Altivo, el ateo Atilio alega que hay esculturas de yeso del cristianismo que repugnan por su fealdad. Sin embargo yo, que me he atrevido a nadar en las nada claras aguas de la religiosidad popular, he llegado a vislumbrar una rara belleza en el burdo despliegue estético que acompaña a la fiesta en un barrio de pueblo. La familia Pérez Villanueva me recibe en su casa sin haberme visto antes. Vengo con los peregrinos. Al salir del hogar, una anciana me regala un dulce y un vaso de atole. Métrica ingenua, decepción del gusto, las canciones populares evocan un mundo bucólico, en el que las fuerzas que se enfrentan tienen colores que tan sólo advierten el blanco y el negro:
El Diablo está enojado, hay una razón,
el Diablo está enojado, hay una razón,
Cristo vive en mi corazón y mis pecados
son perdonados.
El monoteísmo, antesala del ateísmo, distingue el ontólogo de la materia. ¿Tiemblas osamenta? ¿No es para estremecerse cuando la devota ingenua se arrodilla y frente al Santísimo Sacramento del Altar exclama lacrimosa: “Quiero darte gracias por las dudas, las decisiones, las penas y las alegrías”? Es la misma fórmula que, algunas semanas atrás, mi consejera espiritual me sugirió hacer, invitación que me hizo retroceder horrorizado, pues algo hay de luciferino en mi espíritu, que se niega a ver la enseñanza de las penas. Quizá el pueblo sea más sabio que los ateos irracionalistas. ¿Cuáles son las razones para que el Diablo esté enojado? ¡Mientras no sea una razón atea! La razón tiene sentimientos que el corazón desconoce. Y que luzca en mí la azulada luz de Luzbel.
En los Cielos y en la Tierra
sea por siempre alabado
el corazón amoroso
de Jesús sacramentado.
Yo, el peor de los ateos. ¿Qué es más fea, una tristeza profunda e irremediable o “una grotesca figura a la que el pueblo adora y le atribuye poderes milagrosos”? Es el Jubileo 2009. En la mañana, he visto partir cantando a varios grupos de muchachos de la Parroquia de la Asunción, en Villa Milpa Alta. Su juventud garbosa porta el Santísimo Sacramento por las calles de un poblado pintoresco. Me dirijo a un cyber café para postear mi artículo “¿Ha dicho Reli… qué?”; y los he encontrado o han salido a mi encuentro cuando llegué al templo de San Agustín el Alto; tejado de barro, altar a un Dios desconocido. Son jovencitos ataviados de blanco, que con cantos y entusiasmo, anuncian el Jubileo. Sucede la escena de la anciana. Por gracia recibo mi bebida y mi alimento. Una bebé me sonríe desde los brazos de su madre. Por un instante, la Providencia, que por eso se llama así, entrega gratis todo. Mis necesidades afectivas son resueltas sin que yo haga el más mínimo esfuerzo por merecerlas. Al escuchar mi lamento de carencia y necesidad de amor, Dios me acepta tal como soy. Mi ateísmo irracionalista es un cristianismo mogollón.
Parto al monte de Santa Ana Tlacotenco. En lontananza, los volcanes me parecen infinitos. Alguna vez, el purpúreo trazo de la naturaleza fue reclamado por un Dios Creador y muy altivo. En un mirador están las últimas personas con las que tendré contacto durante la próxima hora. En uno de los extremos de la carretera, un joven de torva mirada aparenta realizar ejercicios calisténicos.
Entre los matorrales tomo un sendero y los trinos de las aves y el murmullo de lo que el oído me sugiere que es un arroyo lejano o las hojas de los árboles agitadas por el viento son la imagen y semejanza de mi única compañía.
En un paraje silencioso, noche de por medio, creo ser observado. Alzo la mirada, y en la cima de una colina, me sorprende la figura de aquel mozalbete que es casi un vagabundo. ¡Me había estado siguiendo, y al saberse descubierto, decide comenzar la cacería! Trato de huir, sin embargo, el joven tiene ventaja, pues domina el terreno desde arriba, y lo que a mí me cuesta diez zancadas, a él le bastan unas cuantas pisadas. El miedo me hace correr despavorido, y al alcanzar la carretera, intento detener un taxi, pero éste pasa rapidísimo. Debo ser todo un esteta o el más imbécil de los cursis, porque a pesar de mi desesperación, durante la persecución puedo escuchar con satisfecha curiosidad el donairoso crujido de las hojas secas que nuestros pasos pregonan jubilosos. Es todo un himno a la vida. En menos de un minuto llego donde la gente del mirador. El joven ya no me sigue. La misteriosa aparición del astuto bribón me recordó la de aquel furioso Cancerbero en Tlayacapan. Ambos me habían impedido avanzar hacia la naturaleza virgen.
Eterno retorno a Villa Milpa Alta. Después voy al mercado a cenar. Ahora que estoy a punto de regresar a la ciudad; también los he visto marchar de vuelta a la Parroquia de la Asunción de María. Son los chicos del Jubileo, aquellos a quienes seguí en su procesión, Santísimo en mano, la ropa blanca, la guitarra y el pandero. Aplausos y risas, canciones y gestos. En El nacimiento de la tragedia, Nietzsche trata de explicarnos el fenómeno a partir de su metafísica de artista:
“Cantando y bailando manifiéstase el ser humano como miembro de una comunidad superior: ha desaprendido a andar y a hablar y está en camino de echar a volar por los aires bailando. Por sus gestos habla la transformación mágica. Al igual que ahora los animales hablan y la tierra da leche y miel, también en él resuena algo sobrenatural: se siente dios, él mismo camina ahora tan estático y erguido como en sueños veía caminar a los dioses”.
Pero, ¿qué puede la religión ante el embate de la ciencia? Las tres ocasiones que encontré a los jovencitos del Jubileo fueron meras coincidencias. Nada significan. Son cuestión de estadística. El Creador no juega a los dados con el Universo, dado que no hay Creador; antes bien, el universo mismo, si se me permite el desliz, juega un juego sin sentido ni finalidad. Si el azar no existe, tampoco existe la chiripa. Hay una razón que lo explica todo. La belleza misma es medible, cuantificable, explicable. Lo que hace el pueblo no es arte, es artesanía. El pueblo no tiene religión, tiene superstición. Dios se desploma como consecuencia de los movimientos de lo real.
Rebasado por las razones del ateísmo, y como nos lo hace notar el poeta Javier Sicilia, con su cruz convertida en un graffiti, nuestro Jesús en su postrer sacrificio se reduce a la nada, para consumir su alma transfigurada por última vez, y un instante antes de que su grito sea ahogado por el abrazo mortal de la razón, nos damos cuenta de que él también, como cada uno de nosotros, es, en palabras de la Madre Juana
la sombra fugitiva,
que en el mismo esplendor se desvanece.
18 comentarios:
La religiosidad es una etapa intermedia en el ser humano, una forma de escapar de las dependencias terrenales y....de uno mismo, hablo aquí de la religiosidad profana, esa especie de adicción inducida que ayuda a soportar los pesares de la absoluta soledad del hombre; al mismo tiempo hay otra religiosidad , que es a la vez el punto culminante de la conciencia del hombre, cuando se reconoce como un punto perdido en este inmenso universo, para el cual, sin embargo, es necesario....
un abrazo
kahat
Es una manera bella pero fundamentalmente complicada de justificar la vulnerabilidad que la frustración crea.
Hay que vender tal creación porque tiene belleza y es eficaz, desdramatizar para utilizar los beneficios del éxito, usar un poco más el cerebro para obtener compañía, seducir, conquistar, buscar otra, así sucesivamente, madurar, elegir y obtener.
Es bastante sencillo.
Hola, Norali, hola Atilio.
¿El episodio del tunante debería incluirlo en vuestras apreciaciones?
Hola atilio y aris, todas son razones atendibles que por supuesto , cada una de ellas tiene sentimientos que la propia razón desconoce, sencillamente porque eso somos, sentimientos, razon , apegos y desapegos.
hay un corazón bailando en el cerebro y un pequeño cerebro que espeja el corazón. Así las cosas Atilio elige ser un buscador perenne, comprador compulsivo de sucesivas satisfacciones de deseos y Ariastóteles un pequeño peter pan que jamás acabará su pelea con un Dios en el que no cree y yo una rebelde sin causa que un día me caso con Dios y al otro me divorcio sucesivamente , de una u otra forma , los tres llevamos la marca en el orillo....:)
tuvo de todo la aventura, hasta un loco que te perseguía... y como que no hay Dios? le voy a decir a mi papá pa que te venga a regañar en forma fantasmal ah no no
Saludos.. Juanito
norali:
Estás equivocada en tu diagnóstico y se nota que proyectas tu visión de las cosas a las mías.
Yo no soy un buscador perenne sino una persona viva. Si algo busco es conocer y comprender en el sentido científico. Tal búsqueda no es obsesiva ni enfermiza, sino uno de los tres procesos nerviosos mas normales de toda la evolución biológica (alimentación, reproducción y detección). La llegada del lenguaje y la cultura hicieron que algunos se confundan y detengan la detección satisfechos con cuentos imaginarios que cambian de valle en valle y de familia en familia (sin mencionar la anarquía mental de los individuos y sus egos cuya rectitud es indiscutible).
Tampoco compro satisfacciones de manera compulsiva sino que obtengo por varios medios, incluido el comprar, como hace todo el mundo a menos que vivas en un país comunista que funcionó y yo no me haya enterado. Concuerdo contigo que, en el caso del amor cerebral y corpóreo, es mejor seducir que pagar, pero estamos comparando peras y manzanas. También sería mas lindo producir su propio alimento pero todo el mundo va al supermercado. Como sería mas lindo que tu y yo pensásemos exactamente iguales y nos gustásemos de manera perfecta. Bellos "ejercicios" mentales que no conducen a nada.
En cuanto a tu relación tormentosa con dios, déjame decirte que el muy cabrón no solo es malo sino que no existe, así que a olvidarte y a buscar alguien de carne y hueso.
Arias no es un Peter Pan sino un hombre tímido, lo que es distinto. Prefiere evitar hacer danio y que se lo hagan a él.
Apreciar la belleza de un bebé es propio de cuentos infantiles solo para los cínicos. Peter Pan era un hombre mayor que se negaba a dejar de ser un ninio y las supuestas virtudes de los ninios son insostenibles. No es sorprendente que haga falta ser como un ninio para entrar en el reino de los cielos. Y ya basta de hablar de alguien en tercera persona cuando está presente, disculpas Arias.
Y sospecho que tu no eres una rebelde sin causa sino una indecisa con muchas causas.
No hay misterios del corazón y cosa así. Solo hay funciones cerebrales todavía desconocidas.
La realidad es alegre, calma, llena de satisfacciones y sorpresas (aunque, por supuesto, la muerte y el dolor son también parte de la realidad). No hay necesidad de mundos imaginarios.
Escucha mi palabra y conviértete, oh infiel fantasiosa! ;)
Arias:
El texto, incluyendo el episodio del tunante, como todos tus textos, tienen belleza y capacidad expresiva. Hay un mundo allí afuera deseando estímulos para sus fantasías. Podrías hacer algo con tus producciones y beneficiarte. No veo porqué la claridad de tal aseveración escandaliza cuando es el modus operandi de la sociedad y encima no le haces mal a nadie. Si algo, tal vez, ayudes a elevar al ignorante de un nivel de ignorancia algo menor o menos peligrosa para él mismo y para la sociedad.
Si le das a los textos un toque de humor, por ejemplo, parafraseando a la que se moría porque no moría o a la que consideraba los analgésicos obra del demonio y cosas así, te compro toda la colección.
Gracias a todos por sus valiosos comentarios.
Aristóteles, eres un agnóstico poético fascinante.
Hola, Manuel. Si yo estuviese en cinta, el niño que llevara en el vientre saltaría de alegría. De todas formas, mi corazón te saluda con los brazos abiertos.
Atilio y aris y manuel:
Estoy de acuerdo en ciertas cosas no en otras. Los mensajes de aris, su amistad, es una de las cosas más importantes que tengo para seguir aquí, gracias a él, sus mensajes, sus charlas, pude modificar algunas cosas en mi y sin presiones, sino mediante la reflexión tranquila y compartida.
Pido disculpas si no interpreté bien tus palabras, hay días en que vivo leo y escribo compulsivamente :) y releyendo ese mensaje hasta a mi me suena agresivo....tengo el terrible defectode la imprevisibilidad aunque aprendía convivir con él.
Igual debo aclararte que pese a que para mí el comunismo no es una mala palabra sino una de las tantas maneras que tenemos de combinar la cárcel de palabras en que vivimos atrapados sin salida, tampoco entro en ella o al menos lo intento, aunque rescato que el mundo sería mejor sin el mercadeo de por medio.Todavía no logro entender la distancia entre filosofía y política que porque entiendo que no vivimos en un mundo que no está lleno de ismos, siempre lo ví como el mundo en que vivimos nada más....habrá algo fuera de la caverna?
Un abrazo a todos
nora
Nora:
Yo tampoco he querido ser agresivo y tus disculpas te hacen honor aunque no sean necesarias.
Se nota que eres una mujer llena de amor y cuyo deseo mayor es la paz y la alegría. Pero también se nota tu deseo de encontrar esos valores en tu vida cotidiana y de manera constante. Todo esto te lo digo para demostrar que comprendo donde estás o de donde vienes. Tu explicación del uso del término "comunismo" también va en la misma dirección.
Cuando dices que el mundo sería mejor sin el mercadeo comprendo a donde vas y, teóricamente hablando, estoy contigo. Pero la realidad no es así y cambiarla a partir de palabras inspiradoras, si bien loable, no es eficaz.
Por supuesto que una buena persona como tu es bienvenida al mundo. Por supuesto que cualquier acción altruista es buena en el contexto de aumento de la bondad general.
También es cierto que agarrarse a una palabra no es la manera de avanzar en un debate o en un diálogo. Pero en este caso no creo haber hecho ello sino intentar demostrar la imposibilidad de tal noble deseo a causa de la realidad, eso es todo en ese caso.
Visto desde un ángulo científico, la política y la filosofía son explicables y ellas mismas no explican nada. Si comprendes esta afirmación comprenderás que mis intenciones son tan loables como las tuyas aunque, supongo, no comprendas los detalles.
Hay fuera de la caverna? Si, la realidad.
Gracias por tu abrazo que retribuyo.
Gracuas Atlio.
De alguna manera no es la realidad la que en cierto sentido nos tiene encerrados en la caverna?....esto es ,so en cierto modo la realidad nos entrampó en esta caverna hay algo más allá de la realidad?....o más acá?...
el volcán en erupción que sepulta una ciudad, el terremoto que la destruye, ....puede dejar de ser algo trágico desde el lugar del humano?....podrá uno dejar de interpretar la realidad? de configuararla?
un abrazoo engripado
La realidad es lo que existe. No hay entonces, nada más que lo que existe, ni más aquí ni más allá.
Me parece que lo que tu llamas "la caverna" es el conjunto de condiciones y circunstancias en las que vive en ser humano.: desde el clima, pasando por otros fenómenos naturales, la cultura, con la economía y hasta el ciclo biológico que hace que, como todas las formas de vida, se muera un día.
Hola Enrique: me encantó el texto, describes cosas que he vivido, pero que así descritas se miran de otra manera.
Creo que fealdad y belleza son relativos y atinadamente hablas de una "rara belleza". A mí me lo parece cada vez que me pierdo en las procesiones. Los cantos como el de "El diablo está enojado..." son más recientes, ciertamente no dejan de lado el maniqueismo pero no me parecen tan tradicionales a pesar de que van ganando popularidad. Comparto contigo ese gusto por la religiosidad popular que brinda al ateo o al cristiano mogollón (categoría en la que me inscribo) la gratuidad afectiva y alimenticia. ¿Qué puede la ciencia ante los embates de la religiosidad popular?
Gracias también por tus comentarios. Un abrazo
"¿Qué puede la ciencia ante los embates de la religiosidad popular?"
Explicar el fenómeno.
Hola, Chelo. Me encantó tu comentario.
Atilio: una excelente respuesta.
Entonces, si la realidad existe como dice Atilio, deberíamos hablar de tantas realidades existentes como personas existimos, dado que la realidad es la configuración del entorno que cada uno produce y que le otorga sentidos diversos. Entonces me digo, deberíamos hablar de realidades y no de realidad, de ciencias y no de CIENCIA,
un abrazo
Hoy me dio la gana de decirte que eres una persona muy importante en mi vida, le doy gracias a la vida porque te cruzaste en mi camino, te mando un beso y un abrazo. Te deseo lo mejor, tu felicidad es mi felicidad.
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