sábado, 12 de diciembre de 2009

El Magnificat de Bach



Bien mirada, la así llamada belleza de la ciencia y sus ecuaciones siempre será pálida comparada con la lozana hermosura de la religión bien temperada: el Magnificat de Bach en un templo barroco, durante una misa de Acción de Gracias.


Y pues creo que llegó el momento de deciros que yo soy ateo guadalupano. Luego, soy devoto de la pureza de la Virgen María, épodo de todo mi acendrado irracionalismo.
Un abrazo irracionalista, pero ateo al fin y al cabo.
Enrique Arias Valencia

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2 comentarios:

Jack Astron dijo...

El sentimiento religioso ha inspirado a los hombres a crear obras de arte maravillosas.

Están basadas en ilusiones, pero eso no les quita su grandeza.

Saludos!

Anthares dijo...

¡Saludines, Jack!

¡Estoy completamente de acuerdo contigo!