Miguel de Cervantes Saavedra
En Los Trabajos de Persiles y Sigismunda, L III
Niña de Dios, por nuestro bien nacida;
tierna, pero tan fuerte que la frente,
en soberbia maldad endurecida,
quebrantasteis de la infernal serpiente.
Brinco de Dios, de nuestra muerte vida,
pues vos fuistes el medio conveniente,
que redujo a pacífica concordia
de Dios y el hombre la mortal discordia.
La justicia y la paz hoy se han juntado
en vos, Virgen santísima, y con gusto
el dulce beso de la paz se han dado,
arra y señal del venidero Augusto.
Del claro amanecer, del sol sagrado,
sois la primera aurora; sois del justo
gloria; del pecador, firme esperanza;
de la borrasca antigua, la bonanza.
Sois la paloma que al eterno fuistes
llamada desde el cielo, sois la esposa
que al sacro Verbo limpia carne distes,
por quien de Adán la culpa fue dichosa;
sois el brazo de Dios, que detuvistes
de Abrahán la cuchilla rigurosa,
y para el sacrificio verdadero
nos distes el mansísimo Cordero.
Creced, hermosa planta, y dad el fruto
presto en sazón, por quien el alma espera
cambiar en ropa rozagante el luto
que la gran culpa le vistió primera.
De aquel inmenso y general tributo
la paga conveniente y verdadera
en vos se ha de fraguar: creed, Señora,
que sois universal remediadora.
Ya en las empíreas sacrosantas salas
el paraninfo alígero se apresta,
o casi mueve las doradas alas,
para venir con la embajada honesta:
que el olor de virtud que de ti exhalas,
Virgen bendita, sirve de recuesta
y apremio, a que se vea en ti muy presto
del gran poder de Dios echado el resto.
En Los Trabajos de Persiles y Sigismunda, L III
Niña de Dios, por nuestro bien nacida;
tierna, pero tan fuerte que la frente,
en soberbia maldad endurecida,
quebrantasteis de la infernal serpiente.
Brinco de Dios, de nuestra muerte vida,
pues vos fuistes el medio conveniente,
que redujo a pacífica concordia
de Dios y el hombre la mortal discordia.
La justicia y la paz hoy se han juntado
en vos, Virgen santísima, y con gusto
el dulce beso de la paz se han dado,
arra y señal del venidero Augusto.
Del claro amanecer, del sol sagrado,
sois la primera aurora; sois del justo
gloria; del pecador, firme esperanza;
de la borrasca antigua, la bonanza.
Sois la paloma que al eterno fuistes
llamada desde el cielo, sois la esposa
que al sacro Verbo limpia carne distes,
por quien de Adán la culpa fue dichosa;
sois el brazo de Dios, que detuvistes
de Abrahán la cuchilla rigurosa,
y para el sacrificio verdadero
nos distes el mansísimo Cordero.
Creced, hermosa planta, y dad el fruto
presto en sazón, por quien el alma espera
cambiar en ropa rozagante el luto
que la gran culpa le vistió primera.
De aquel inmenso y general tributo
la paga conveniente y verdadera
en vos se ha de fraguar: creed, Señora,
que sois universal remediadora.
Ya en las empíreas sacrosantas salas
el paraninfo alígero se apresta,
o casi mueve las doradas alas,
para venir con la embajada honesta:
que el olor de virtud que de ti exhalas,
Virgen bendita, sirve de recuesta
y apremio, a que se vea en ti muy presto
del gran poder de Dios echado el resto.
1 comentario:
necesidad de comprobar:)
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