martes, 8 de diciembre de 2009

Niña de Dios

Miguel de Cervantes Saavedra

En Los Trabajos de Persiles y Sigismunda, L III



Niña de Dios, por nuestro bien nacida;

tierna, pero tan fuerte que la frente,

en soberbia maldad endurecida,

quebrantasteis de la infernal serpiente.

Brinco de Dios, de nuestra muerte vida,

pues vos fuistes el medio conveniente,

que redujo a pacífica concordia

de Dios y el hombre la mortal discordia.



La justicia y la paz hoy se han juntado

en vos, Virgen santísima, y con gusto

el dulce beso de la paz se han dado,

arra y señal del venidero Augusto.

Del claro amanecer, del sol sagrado,

sois la primera aurora; sois del justo

gloria; del pecador, firme esperanza;

de la borrasca antigua, la bonanza.



Sois la paloma que al eterno fuistes

llamada desde el cielo, sois la esposa

que al sacro Verbo limpia carne distes,

por quien de Adán la culpa fue dichosa;

sois el brazo de Dios, que detuvistes

de Abrahán la cuchilla rigurosa,

y para el sacrificio verdadero

nos distes el mansísimo Cordero.



Creced, hermosa planta, y dad el fruto

presto en sazón, por quien el alma espera

cambiar en ropa rozagante el luto

que la gran culpa le vistió primera.

De aquel inmenso y general tributo

la paga conveniente y verdadera

en vos se ha de fraguar: creed, Señora,

que sois universal remediadora.



Ya en las empíreas sacrosantas salas

el paraninfo alígero se apresta,

o casi mueve las doradas alas,

para venir con la embajada honesta:

que el olor de virtud que de ti exhalas,

Virgen bendita, sirve de recuesta

y apremio, a que se vea en ti muy presto

del gran poder de Dios echado el resto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

necesidad de comprobar:)